Cuando llegue la aurora,
con la mochila a cuestas
y la picota en la diestra,
subiré a mis cerros y abriré la tierra
para sembrar mis esperanzas
y ver crecer un bosque.
Cuando llegue la aurora,
moveré las rocas y la tierra,
abriré nuevos caminos,
y antes que caiga el sol
compartiré el agua de mi botella,
cada gota será después una hoja.
Cuando llegue la aurora,
todos se tomarán las manos
y mientras las llamas iluminen la noche
en medio del bosque que criamos,
formaremos el gran lazo de hermandad,
nadie se quedará en las tiendas
y todos saludaremos a la nueva mañana.
Diciembre 2009.
Marcadores