En aquel desvencijado armario
Encontré uno de los poemas, que tú, con tu sonrisa escribiste.
El alma mía, que no sabe mentir, adorno el silencio con deidades.
El alma mía, que sonríe a carcajadas, no paro de reír.
El alma mía, que solitaria, encontró en tu poema; la compañía solidaria.
En aquel desvencijado armario,
tu poema y yo:
Recorrimos, los interminables cielos.
Nadamos juntos, en una mar de olas sublimes.
Y tras tu perfume, nos fuimos navegando los dos.
Tu poema,
es el recuerdo de las noches
inciertas.
Cuando, recitaba tu nombre.
Cuando, agrietaba las olas, y labraba los peses.
Cuando, mimaba la luna, con cantos solemnes.
Cuando, entre copos de roció, buscaba tenerte.
Cuando, cansado de buscarte,
en acuarelas, te pintaba en mi mente.
En aquel desvencijado armario,
tu poema, duerme con mis besos.
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