Los festejos y la ciudad.
A miles se nos olvida, que la ciudad comprende a millones de personas. De ahí que, el olvido pasa a ser una realidad palpable, cuando nos enfrentamos a ella.
Eso sucede generalmente, cuando hay actividades de festejos, o actuaciones en las Avenidas, de artistas famosos, que vienen a visitar la ciudad como componentes de algún inusitado o planeado Festiva.l
Como pasó tiempo atrás en que vino a tocar en la Avenida 9 de Julio el músico y director de orquesta, Daniel Baremboim que se presentó con la orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Desde como 5 o 6 hrs de anticipo, ya todos los que quisimos ir a verlo y escucharlo, estábamos instalados en sillitas o simplemente sentados arriba de algún almohadón, que trajimos de casa, en el duro concreto de la Avenida.
¿Por qué esto? Porque cuando algo así sucede y para más es ampliamente publicitado, todos los que leemos los diarios o vemos los avisos en la Tv nos entusiasmamos y queremos ir a ver al visitante. Sin embargo, lo mismo le sucede a otros 2 o 3 millones de habitantes entre la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires. ¿ Qué pasa entonces?
Que uno queda entremedio de un maremagnun de personas, todos apretujados o todos empujando, por tener algún sitio, que permita ver el espéctaculo
Y hoy no ha sido la excepción, o mejor dicho, hoy ha sido el maremagnun en pleno. La Avenida principal, en que los festejos del Bicentenario se efectúan, está a pleno, con millones de personas, moviéndose de un lado a otro. Hay stands de comida y productos de cada Provincia argentina, además de todo lo que significa, el acto celebratorio en sí mismo. En la mañana un desfile en que las Fuerzas Armadas, le han rendido un homenaje a la Patria, con desfile incluído.
Cuando vimos todo esto, desde la Avenida de Mayo, por la que ibamos llegando al lugar. Nos hemos quedado ahí, de lejos observando todo el gran movimiento de personas que parecían una masa enorme de rostros y formas casi alucinante, en su manera de trasladarse, todos apretujados y algunos gritando por los que se habían perdido en el gentío enorme.
Fue mirar un rato, escuchar los altavoces y mirarnos uno al otro, darnos vuelta y empezar a caminar en sentido contrario. Sin decir palabras nos hemos devuelto a casa, y a mirar todo por la televisión, sentados cómodamente en el living de nuestro hogar.
Será algo prosaico esto, sin embargo, creo que ya no queremos, que nos apretujen, nos pisen, nos lleven como una mazamorra de personas de un lado a otro. Por eso, mejor ver todo a través de la caja mágica ahora, aunque pueda ser tildada muchas veces de la caja idiota. Hoy es la mágica.
Marcadores