Es cierto lo que dices titifruti...Las historias que escuchamos de niños, esas que nos hablaban de situaciones misteriosas o de cosas de la vida ajena, nos quedaron para siempre en el recuerdo de la niñez....Y seguramente a muchos de nosotros nos sirven para contar...y por qué no fantasear con lo que escuchábamos al lado de fogones del brasero.
O como Avicarlos, que las escuchaba de los más grandes en campamentos, de esos en que las fogatas, son parte de la noche y sus formas de contar.
Cada cual recuerda todas esas experiencias, porque de alguna manera, nos marcaron, como niños ansiosos de saber algo más sobre la vida """DE LOS ADULTOS."""
Otra era la vida de la otra Petronila...
La que era propiamente la "" dueña de casa "" del hogar del tío Juan en Los Andes...
Por esas cosas extrañas ...Ambas eran sureñas, ambas tenían una memoria previligiada y aunque se diferenciaban en sus formas de ser, pero no en el nombre.
La de Viña del Mar, era La Peta, con sus caderas bamboleantes y su trenza de pelo largo, más abajo de donde termina la cintura y con un cuerpo de guitarra.
Ella sabía de sus atractivos y cuando la tía Mary, citaba a los contertulios del día Miércoles, que era el día de las charlas literarias, a las cuales acudían escritores y artistas de la zona. La Peta, se ponía uno de sus vestidos confeccionados por ella misma, que la hacía aparecer como una bahiana.
¿ Han visto en alguna imagen a las bahianas de Bahía... Brasil?
Pues, a La Peta, le encantaba vestirse el día Miércoles así.
Con el vestido blanco. Lo hacía del género de los sacos de harina, que eran de algodón de buena calidad ...
Ella los hacía hervir y los blanqueaba y con esos armaba sus vestidos, que eran además adornados con encajes hechos por ella misma, en sus horas de descanso...
¡¡Ni que les cuento!!.
Se ponía uno de esos vestidos, con su cuerpo de guitarra y un escote, que mostraba la rayita del medio entre sus senos...UYUYUYYYYYY
Los invitados de la tía Mary, quedaban poco menos que patitiesos de admiración o turnios de tanto mirarla jajajajajaja.
Cuando ella les servía mistela ( ella hacía mistelas de frutas ) y algunas otras exquisiteces, como empanaditas de mariscos, o de carne picante, o sus infaltables papas fritas cvon salsas diferentes...para picar...
En una bandeja, ponía lo que era para servir y entraba cual reina en la sala en donde se hacía la reunión...
La tía Mary sonreía. Porque se daba cuenta, que en esos momentos, La Peta era como una especie de sacerdotisa del buen comer y beber.
Todos los integrantes de la tertulia literaria de la tía, se quedaban mirándola; algunos con la boca abierta...( si ...así lo vi ..cuando espiaba por la puerta que daba al salón )
La Peta coqueteaba así. Dejando que los ojos de los varones la miraran, pero nada más.
Su lema debe haber sido:
"""Se mira ...pero no se toca..."" jejejejejeje
La tía Mary, la dejaba tener, esos momentos de reina de la situación.
Jamás le llamó la atención, ni menos se atrevió a prohibirle, que usara tan hermosos vestidos y que mostrara o sugiriera lo que era su cuerpo.
Sabía que, La Peta jugaba con la admiración de los varones, que provocaba...en esos momentos.
Ahora bien...
La Petronila...La señora que trabajaba hace añares en la casa del tío Juan en Los Andes, era la antítesis de La Peta.
Para diferenciarlas en la familia la de Viña era La Peta...y la de Los Andes era ...La Petro.
La Petro, al revés de su tocaya, era muy seria, poco sentido del humor y muy dada a vestirse como monja carmelita...
Nunca la vi vestida con escotes, ni menos, mostrando las piernas con vestidos cortos.
Usaba unas polleras largas, de color marrón o de colores oscuros, blusas blancas o de color crema y jamás la vi coquetear con nadie.
Era famosa en la familia, por ser una cancerbera de la virtud de todas las muchachas, que visitaban a mis primas en Los Andes...
Nadie salía de la casa sin su permiso...
Aunque tuviéramos permiso de mis tíos Juan o de mi tía Carmen, para ir a dar las vueltas en la plaza de la ciudad ( en ese entonces pueblo ) en que se escuchaba música de la época...
Y todos se paseaban en forma tal que parecían de esas comparsas antiguas...Unas de varones y en las otras las damas...
Una cosa increíble....el día de hoy...
Yo era la más chica de todo el grupo en Los Andes y por lo tanto...
A veces, me quedaba en la casa. Porque como el paseo era para las niñas de los 15 años hacia arriba, y yo tenía solo 12 años...Me quedaba haciéndole compañía a La Petro...
Así, ella me contaba leyendas araucanas ( ella era de la zona de Arauco ) en la cocina, tomando chocolate caliente con tortas de bizcochos...
Bue...No era tan malo ser la más chica de la familia.
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