Jugábamos, hasta que el cansancio y la ropa sucia nos lo permitió. Ahí fuimos, todos directo a la cocina a tomar la leche con chocolate con galletas de miel y de limón, que la Petronila hacía tan ricas, cuando nos daban la respectiva porción las devorábamos sin mas, para así poder pedir otra ración.
Así transcurrió el día de cumpleaños de la tía. Y fue además el año en que ella conoció a su novio eterno, ese que el Poeta le presentara.
Ella y este señor escritor, poeta y solterón, se enamoraron, creo ahí mismo, entre los festejos, convidados y demases del cumpleaños.
Así comenzó una nueva etapa en la casa y los preparativos de las fiestas, ya que, el señor, ahora con el tiempo convertido, en novio eterno, fue artífice de grandes cambios en las fiestas.
Bueno, pero esa historia, es otra historia, que la contaremos otro día.
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