Entiendo dijo Adell, no grites. Cuando el Sol muera, las otras estrellas habrán muerto también.
Por supuesto murmuró Lupov. Todo comenzó con la explosión cósmica original, fuera lo que fuese, y todo terminará cuando todas las estrellas se extingan. Algunas se agotan antes que otras. Por Dios, las gigantes no durarán cien millones de años. El Sol durará veinte mil millones de años y tal vez las enanas durarán cien mil millones por mejores que sean. Pero en un trillón de años estaremos a oscuras. La entropía tiene que incrementarse al máximo, eso es todo.
Sé todo lo que hay que saber sobre la entropía dijo Adell, tocado en su amor propio.
¡Qué vas a saber!
Sé tanto como tú.
Entonces sabes que todo se extinguirá algún día.
Muy bien. ¿Quién dice que no?
Tú, grandísimo tonto. Dijiste que teníamos toda la energía que necesitábamos, para siempre. Dijiste «para siempre».
Esa vez le tocó a Adell oponerse.
Tal vez podamos reconstruir las cosas algún día.
Nunca.
¿Por qué no? Algún día.
Nunca.
Pregúntale a Multivac.
Pregúntale tú a Multivac. Te desafío. Te apuesto cinco dólares a que no es posible.
Adell estaba lo suficientemente borracho como para intentarlo y lo suficientemente sobrio como para traducir los símbolos y operaciones necesarias para formular la pregunta que, en palabras, podría haber correspondido a esto: ¿Podrá la humanidad algún día, sin el gasto neto de energía, devolver al Sol toda su juventud aún después que haya muerto de viejo?
O tal vez podría reducirse a una pregunta más simple, como ésta: ¿Cómo puede disminuirse masivamente la cantidad neta de entropía del Universo?
Multivac enmudeció. Los lentos resplandores oscuros cesaron, los clicks distantes de los transmisores terminaron.
Entonces, mientras los asustados técnicos sentían que ya no podían contener más el aliento, el teletipo adjunto a la computadora cobró vida repentinamente. Aparecieron seis palabras impresas:
«DATOS INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.»
No hay apuesta murmuró Lupov. Salieron apresuradamente.
A la mañana siguiente, los dos, con dolor de cabeza y la boca pastosa, habían olvidado el incidente.
Jerrodd, Jerrodine y Jerrodette I y II observaban la imagen estrellada en la pantalla mientras completaban el pasaje por el hiperespacio en un lapso fuera de las dimensiones del tiempo. Inmediatamente, el uniforme polvo de estrellas dio paso al predominio de un único disco de mármol, brillante, centrado.
Es X-23 dijo Jerrodd con confianza. Sus manos delgadas se entrelazaron con fuerza detrás de su espalda y los nudillos se pusieron blancos.
Las pequeñas Jerrodettes, niñas ambas, habían experimentado el pasaje por el hiperespacio por primera vez en su vida. Contuvieron sus risas y se persiguieron locamente alrededor de la madre, gritando:
Hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado...
Tranquilas, niñas dijo rápidamente Jerrodine. ¿Estás seguro, Jerrodd?
¿Qué puedo estar sino seguro? preguntó Jerrodd, echando una mirada al tubo de metal justo debajo del techo, que ocupaba toda la longitud de la habitación y desaparecía a través de la pared en cada extremo. Tenía la misma longitud que la nave.
Jerrodd sabía poquísimo sobre el grueso tubo de metal excepto que se llamaba Microvac, que uno le hacía preguntas si lo deseaba; que aunque uno no se las hiciera de todas maneras cumplía con su tarea de conducir la nave hacia un destino prefijado, de abastecerla de energía desde alguna de las diversas estaciones de Energía Subgaláctica y de computar las ecuaciones para los saltos hiperespaciales.
Jerrodd y su familia no tenían otra cosa que hacer sino esperar y vivir en los cómodos sectores residenciales de la nave.
Cierta vez alguien le había dicho a Jerrodd, que el «ac» al final de «Microvac» quería decir «computadora análoga» en inglés antiguo, pero estaba a punto de olvidar incluso eso.
Los ojos de Jerrodine estaban húmedos cuando miró la pantalla.
No puedo evitarlo. Me siento extraña al salir de la Tierra.
¿Por qué, caramba? preguntó Jerrodd. No teníamos nada allí. En X-23 tendremos todo. No estarás sola. No serás una pionera. Ya hay un millón de personas en ese planeta. Por Dios, nuestros bisnietos tendrán que buscar nuevos mundos porque llegará el día en que X-23 estará superpoblado. Luego agregó, después de una pausa reflexiva: Te aseguro que es una suerte que las computadoras hayan desarrollado viajes interestelares, considerando el ritmo al que aumenta la raza.
Lo sé, lo sé respondió Jerrodine con tristeza.
Jerrodette I dijo de inmediato:
Nuestra Microvac es la mejor Microvac del mundo.
Eso creo yo también repuso Jerrodd, desordenándole el pelo.
Era realmente una sensación muy agradable tener una Microvac propia y Jerrodd estaba contento de ser parte de su generación y no de otra. En la juventud de su padre las únicas computadoras eran unas enormes máquinas que ocupaban un espacio de ciento cincuenta kilómetros cuadrados. Sólo había una por planeta. Se llamaban ACs Planetarias.
Durante mil años habían crecido constantemente en tamaño y luego, de pronto, llegó el refinamiento. En lugar de transistores hubo válvulas moleculares, de manera que hasta la AC Planetaria más grande podía colocarse en una nave espacial y ocupar sólo la mitad del espacio disponible.
Jerrodd se sentía eufórico siempre que pensaba que su propia Microvac personal era muchísimo más compleja que la antigua y primitiva Multivac que por primera vez había domado al Sol, y casi tan complicada como la AC Planetaria de la Tierra (la más grande) que por primera vez resolvió el problema del viaje hiperespacial e hizo posibles los viajes a las estrellas.
Tantas estrellas, tantos planetas suspiró Jerrodine, inmersa en sus propios pensamientos. Supongo que las familias seguirán emigrando siempre a nuevos planetas, tal como lo hacemos nosotros ahora.
No siempre respondió Jerrodd, con una sonrisa. Todo esto terminará algún día, pero no antes que pasen billones de años. Muchos billones. Hasta las estrellas se extinguen, ¿sabes? Tendrá que aumentar la entropía.
¿Qué es la entropía, papá? preguntó Jerrodette II con voz aguda.
Entropía, querida, es sólo una palabra que significa la cantidad de desgaste del Universo. Todo se desgasta, como sabrás, por ejemplo tu pequeño robot walkie-talkie, ¿recuerdas?
¿No puedes ponerle una nueva unidad de energía, como a mi robot?
Las estrellas son unidades de energía, querida. Una vez que se extinguen, ya no hay más unidades de energía.
Jerrodette I lanzó un chillido de inmediato.
No las dejes, papá. No permitas que las estrellas se extingan.
Mira lo que has hecho susurró Jerrodine, exasperada.
¿Cómo podía saber que iba a asustarla? respondió Jerrodd también en un susurro.
Pregúntale a la Microvac gimió Jerrodette I. Pregúntale cómo volver a encender las estrellas.
Vamos dijo Jerrodine. Con eso se tranquilizarán. (Jerrodette II ya se estaba echando a llorar, también).
Jerrodd se encogió de hombros.
Ya está bien, queridas. Le preguntaré a Microvac. No se preocupen, ella nos lo dirá.
Le preguntó a la Microvac, y agregó rápidamente:
Imprimir la respuesta.
Jerrodd retiró la delgada cinta de celufilm y dijo alegremente:
Miren, la Microvac dice que se ocupará de todo cuando llegue el momento, y que no se preocupen.
Jerrodine dijo:
Y ahora, niñas, es hora de acostarse. Pronto estaremos en nuestro nuevo hogar. Jerrodd leyó las palabras en el celufilm nuevamente antes de destruirlo:
«DATOS INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.»
Se encogió de hombros y miró la pantalla. El X-23 estaba cerca.
VJ-23X de Lameth miró las negras profundidades del mapa tridimensional en pequeña escala de la Galaxia y dijo:
¿No será una ridiculez que nos preocupe tanto la cuestión?
MQ-17J de Nicron sacudió la cabeza.
Creo que no. Sabes que la Galaxia estará llena en cinco años con el actual ritmo de expansión.
Los dos parecían jóvenes de poco más de veinte años. Ambos eran altos y de formas perfectas.
Sin embargo dijo VJ-23X, me resisto a presentar un informe pesimista al Consejo Galáctico.
Yo no pensaría en presentar ningún otro tipo de informe. Tenemos que inquietarlos un poco. No hay otro remedio.
VJ-23X suspiró.
El espacio es infinito. Hay cien billones de galaxias disponibles.
Cien billones no es infinito, y cada vez se hace menos infinito. ¡Piénsalo! Hace veinte mil años, la humanidad resolvió por primera vez el problema de utilizar energía estelar, y algunos siglos después se hicieron posibles los viajes interestelares. A la humanidad le llevó un millón de años llenar un pequeño mundo y luego sólo quince mil años llenar el resto de la Galaxia. Ahora la población se duplica cada diez años...
VJ-23X lo interrumpió.
Eso debemos agradecérselo a la inmortalidad.
Muy bien. La inmortalidad existe y debemos considerarla. Admito que esta inmortalidad tiene su lado complicado. La AC Galáctica nos ha solucionado muchos problemas, pero al resolver el problema de evitar la vejez y la muerte, anuló todas las otras cuestiones.
Sin embargo no creo que desees abandonar la vida.
En absoluto saltó MQ-17J, y luego se suavizó de inmediato—. No todavía. No soy tan viejo. ¿Cuántos años tienes tú?
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