LO QUE EMERIC NUNCA PODRA CONTESTAR
En 1961 Wilder Penfield comunicó una espectacular demostración de la realidad de la mente activa o de la voluntad en operación. Observó a la mente actuando con independencia del cerebro bajo condiciones experimentales controladas y reproducibles a voluntad. Su materia experimental era un paciente epiléptico al que se había expuesto el cerebro por medios quirúrgicos en el área temporal de un hemisferio. El «disparador» era la estimulación de la corteza con un solo electrodo con una corriente de 2 voltios y 60 Hz.
En un artículo ahora célebre, Penfield escribía:
Cuando el neurocirujano aplica un electrodo al área motora de la corteza cerebral del paciente y hace que se mueva la mano opuesta, y cuando luego le pregunta al paciente por qué ha movido la mano, la respuesta es: «No lo he hecho yo. Usted me lo ha hecho hacer». ... Se puede decir que el paciente piensa de sí mismo como poseyendo una existencia separada de su cuerpo.
En una ocasión, cuando advertí a un paciente de mi intención de estimular el área motora de la corteza, y le animé a impedir que se le moviera la mano cuando le aplicase el electrodo, la asió con la otra mano y se esforzó por mantenerla quieta. Así se hizo que una mano, bajo el control del hemisferio derecho impulsado por un electrodo, y la otra mano, que él controlaba mediante el hemisferio izquierdo, luchasen la una contra la otra. Detrás de la «acción cerebral» de un hemisferio estaba la mente del paciente. Detrás de la acción del otro hemisferio estaba el electrodo.
Y luego concluía:
Como se puede ver, existen muchos mecanismos demostrables (en el cerebro). Funcionan de forma automática para los propósitos de la mente cuando se los invoca. ... Pero, ¿cuál es la agencia que recurre a estos mecanismos, escogiendo uno en lugar de otro? ¿Se trata de otro mecanismo, o hay en la mente algo de esencia diferente? Decir que estas dos cosas son una y la misma no significa que sea así. Pero sí que bloquea el avance de las investigaciones
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