En el laurel de mis hojas caídas
encontré un galardón apolillado de ofrendas
adornado de fragmentos con falsos juramentos,
donde juraste amarme eternamente y no fue verdad
donde juraste que vendrías, más nunca te vi llegar.
Y se me fue la vida esperando franquicias…
Mis glándulas subsistieron en sequía
algunos pérfidos me robaron la risa,
imposible saciar aquella soledad recóndita
con otras caricias.
Se apagó la luz que iluminaba mis noches sombrías
la espera pereció en impaciencia,
te llevaste envuelta la mitad de mi eufonía.
Súbitamente,
en un recorrido abstracto
dentro de mi arcana memoria,
encuentro camuflados parajes divinos
de un amor abstruso que jamás floreció
como la lluvia que cae en pleno desierto
como gotas de azufre en siniestra tiniebla.
Y se me fue la vida desojando mis páginas marchitas…
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