Carta abierta a los señores K
En mi carácter de ciudadano argentino, y como integrante de la población del país que ustedes dirigen, tengo el derecho y la obligación de expresar mis críticas y mi descontento por la severa crisis social y económica favorecida por la ineficacia del gobierno nacional.
Tal ineficacia se debe a dos factores principales, denominados vulgarmente como el modelo K y el estilo K. El primero viene asociado a la orientación dada a la economía y las finanzas, mientras que el segundo está relacionado a la imagen y el ejemplo que desde el gobierno nacional se transmite tanto hacia el interior de la Nación como al exterior.
En cuanto al modelo K, podemos mencionar el hecho de que en los dos últimos años los inversores argentinos y extranjeros han optado por llevar al exterior unos 43 mil millones de dólares. Además, en el momento actual, el país se encuentra en un nivel de paralización bastante significativo. El ataque frontal contra los productores agropecuarios ha sido bastante efectivo, si es que se buscaba producir la paralización mencionada.
Podemos afirmar que el antagonismo a los productores del campo, a las exportaciones y a la inversión, han sido nefastos para el país. Para colmo, los gastos del Estado, entre ellos los destinados a cubrir sueldos de cargos públicos improductivos, han crecido en forma desmesurada. Esta vez, en lugar de la tradicional decisión de sacarles a los ricos para darles a los pobres, se transformó en sacarles a los que producen para dárselo a quienes sólo cumplen horarios (en el mejor de los casos).
La limitación a las exportaciones ha hecho perder lazos comerciales con muchos países, logrando un serio perjuicio a los productores argentinos, y a toda la Nación. Recordemos que el Estado no pertenece tan sólo al matrimonio presidencial, sino a toda la población. De ahí que nadie tiene el derecho de perjudicar a millones de argentinos por seguir empecinados en ideologías que nunca dieron buenos resultados, ni en el país ni en el extranjero.
Para colmo, con la ostentación de lujo y de riquezas que hace la actual Presidente, sólo se puede interpretar como una burla a los pobres, a los que han ayudado a crecer en cuanto a su cantidad. Además, han mentido “oficialmente” para que esa cifra no se conociera. Por estas razones, el ciudadano común se siente ofendido, agraviado y basureado por las autoridades nacionales. La ostentación presidencial que hace contraste con la severa pobreza de la población, es propia de los países salvajes. A este nivel nos está conduciendo el modelo K.
La persona normal, que tiene conciencia moral, no podrá dormir tranquilo si sabe que perjudicó a alguien. ¿Podrán dormir los gobernantes que han perjudicado seriamente a millones de argentinos? ¿O será que la “sensualidad del poder”, como grotescamente expresó un político populista, ha hecho perder la cabeza y la dignidad a la dupla presidencial?
En cuanto al estilo K, podemos decir que se caracteriza primeramente por ignorar las elementales leyes y reglas de la democracia. Desde varios siglos atrás, previendo la posibilidad de gobiernos dictatoriales, se consideró oportuno establecer una división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero el señor K optó por jugar a la democracia y avanzar, desde el Poder Ejecutivo, sobre los restantes poderes para ejercer un gobierno, no a través de las leyes, sino a través de sus decisiones personales, que resultan totalmente impredecibles.
El periodismo partidario, y las masas, ven con simpatía el hecho de que el señor K haya cometido serios errores en su gestión. Veamos algunos, para tener una idea:
“La orgullosa CEO de Hewlett-Packard tenía concedida una puntual asistencia para discutir una inversión en nuestro país. La hizo aguardar (Kirchner) casi dos horas y ella, cansada y molesta, prefirió marcharse para cerrar el contrato con Brasil. Perdimos muchos puestos de trabajo, pero ¡qué importa! Luego tampoco quiso recibir al vice internacional de Siemens, porque en esos días atacaba con inspirado odio setentista a las empresas extranjeras. Otro agujero que tampoco importa”.
“No inhibe su gusto por efectuar desaires a jefes de Estado. Debe sentirse muy poderoso. Dejó solito al presidente Trac Duc Luon de Vietnam en la cena oficial que le brindaba el gobierno argentino”.
“No concurrió al concierto que ofreció la Reina Beatriz de Holanda, acompañada por el príncipe Guillermo de Orange y la princesa Máxima Zorreguieta, en honor al Gobierno Nacional” “La ausencia fue interpretada como un agravio, porque K prefirió irse a descansar en el sur”.
“Para el III Consejo Internacional de la Lengua celebrado en Rosario, un honor dispensado a nuestro país tras arduas negociaciones fue la llegada de los Reyes Españoles. K no llegó puntual e hizo bostezar de espera a Sofía y Juan Carlos, a las autoridades académicas y al resto de la multitud invitada. ¿Hubo palabras de disculpa?” (De “El atroz encanto de ser argentino” Tomo II de Marcos Aguinis – Editorial Planeta SA – Pág. 171-172)
En la cumbre de las Américas, se agravió al presidente de EEUU, mientras que los presidentes de Uruguay y de Brasil aprovecharon su visita a Sudamérica para realizar importantes acuerdos comerciales. Se permitió que Hugo Chávez, presidente de Venezuela, agraviara desde nuestro territorio a los EEUU, mientras que su país le vende un 15% del petróleo que el país del norte consume. Todos hicieron sus negocios, menos la Argentina. Esto también forma parte del estilo K.
También la señora K, durante su gobierno, ha llegado varias veces tarde en ocasiones de reuniones internacionales con distintos presidentes. Esta forma tan abierta de despreciar empresas y países coincide con la búsqueda de aislamiento que se está buscando.
Reivindicando y legitimando el accionar delictivo y terrorista del grupo Montoneros, el señor K estableció que debe considerarse, bajo la denominación de “terrorismo”, sólo el accionar violento que proviene del Estado, por lo que no cabe juzgar por esa práctica a los grupos subversivos de los setenta. Con ello evitó el juzgamiento de varios integrantes de su propio gobierno nacional.
La paralización actual de la economía parece no afectar en lo más mínimo a los políticos que nos gobiernan, mientras que la mayor parte de la población conoce los hechos mencionados y, así y todo, alrededor de un 30% sigue apoyando concientemente la desintegración de la sociedad y del país.
Señor y señora K, tengan al menos un poco de respeto por el pueblo, no mintiéndole descaradamente sobre la realidad nacional. No les falten el respeto a empresarios, gobernantes y pueblos extranjeros por cuanto esa actitud no es propia de los argentinos ni es compartida por la mayoría de ellos.
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