Amig@s :
En muchos de los intercambios que he tenido con incontables interlocutores, aquí o en otros lugares de expresión pública, se oye decir con bastante frecuencia que el deseo de adorar a alguna divinidad (ellos dicen DIOS) es inherente al ser humano. Que es una poderosísima fuerza innata que nos impele a arrodillarnos, a postrarnos, incluso literalmente, en actitud de total y cabal humildad/humillación ante la "inconmensurabilidad" del Ser Supremo.
Y dicen que si uno no adora a Dios, esa fuerza nos lleva adorar a otros dioses, incluyendo a Satanás.
Bueno, les confieso que yo también prediqué eso hasta el 1975 porque eso fue lo que me enseñaron los pentecostales. Hoy sé que no existe tal fuerza" dizque inherente al ser humano. Que exista en muchos, que no en todos, el deseo de adorar a alguna supuesta potencia "superior" no quiere decir que exista en todos los seres humanos. No hay que generalizar.
Personalmente, yo no siento ningún deseo de adorar a ninguna "divinidad", ni bíblica, ni extrabíblica.
Más adelante, expondré detalladamente mi concepto al respecto, esperando leer los de ustedes también.
Mi siempre muy cordial saludo para tod@s, compartan o no compartan mis puntos de vista.
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