Todo tiene un magnífico equilibrio, a pesar de todo, la cabeza sigue encima del cuello y las manos al final de los brazos, afortunadamente, no se perdieron tras las últimas caricias.
Todo lleva su órden.
Los fantasmas finalmente sacaron bandera blanca y conseguí que no me convirtieran en lo que no quiero ser.
Ahora todo está en equilibrio, como sujeto por cuerdas que no se ven. Los engranajes funcionan a la perfección, a su ritmo, bueno, al mío.
He conseguido, después de mucho trabajo, que todo esté bajo control.
Hay una sóla cosa, sólo una, que quizás debería modificar, el filtro desde el cerebro a la lengua.
Ese no funciona y las palabras salen sin más, en su estado original, sin paños calientes.
Pero todo lo demás guardaba un perfecto equilibrio, hasta que has aparecido tú...como un elefante en una cacharrería.
Besos;
Idem
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