Varios lanzacohetes que los suecos les vendieron al gobierno venezolano terminaron en manos de las Farc. Todo apunta a que los dos generales más cercanos a Hugo Chávez están involucrados.
El pasado 2 de junio, durante la cumbre de la OEA que se desarrolló en San Pedro Sula, Honduras, altos funcionaros del gobierno colombiano buscaron con urgencia a los representantes del gobierno de Venezuela. Tenían una información extremadamente sensible que debía ser entregada a los venezolanos con la mayor discreción posible. El asunto, sin duda, era delicado.
Se trataba, nada más y nada menos, de un informe sobre el hallazgo en un campamento de las Farc de varios lanzacohetes de propiedad del Ejército venezolano, los cuales terminaron en manos de esa guerrilla. La preocupación no era para menos. Si bien en el pasado se ha encontrado material bélico de las Fuerzas Armadas del vecino país en poder de la subversión, principalmente munición y fusiles, la gravedad de lo encontrado en las selvas colombianas consistía en que se trataba de la primera vez que se hallaba artillería de ese tipo, con alto poder destructivo, en manos de la guerrilla.
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Al recibir la información, los funcionarios venezolanos se comprometieron a realizar una investigación para tratar de explicar al gobierno colombiano cómo había terminado material de guerra reservado del Ejército venezolano en manos de la subversión. Los días se convirtieron en semanas y hasta el viernes pasado, casi dos meses después de entregado el informe, la explicación venezolana no había llegado. Desde hace meses los altos mandos militares y funcionarios del gobierno consultados por SEMANA sobre el asunto optaron por no pronunciarse al respecto siguiendo instrucciones del presidente Uribe. Ese hermetismo aumentó la semana pasada a raíz del nuevo deterioro de las relaciones con Venezuela. Sin embargo, SEMANA investigó y reconstruyó este grave episodio de profundas repercusiones internacionales.
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