Como menguadas utopías
se repiten en mi escenas vividas,
y me arrojan consigo un dilema pasado.
Como sombras rastreadoras,
que invaden mi inconsciente en lo más
profundo y lejano.
¿Qué has hecho en mi, amor ingrato?
¿Será tu sendero mi insaciable calvario?
Has tatuado tu nombre en mis labios,
y tejido tu voz en mis murallas
con un amor insoluble, pagano…
que me sabe a delirio y espasmo,
y me condena a vivir presa del suplicio vano.
¡Entrégame ya la llave de esta prisión
y llévate por siempre el candado!
No apreses más tus caprichos asignados
cubiertos en mensajes cerrados…
despliega tus alas de mi regazo;
no necesito este torrente latente,
para reconocer que aun vives en mi mente.
Marcadores