Iniciado por
elboga
La vida moderna se caracteriza por estar invadida por los medios de comunicación. Todos los días tenemos acceso a nuevas e innovadoras maneras de establecer contacto. Desde esta perspectiva, asumimos que cada vez estamos más "conectados" con nuestro entorno inmediato y con el mundo.
Estas nuevas formas de mantenernos comunicados, en realidad, son una manera de aislarnos. Dice Ezequiel Ander-Egg que "la televisión es un medio de comunicación que nos hace menos comunicativos". Mientras crece nuestro conocimiento la economía mundial, la guerra, y los "artistas" famosos, decrece nuestro conocimiento sobre lo que piensa, lo que quiere o lo que necesita cualquiera de las personas que tenemos al lado.
Las relaciones interpersonales cada vez son más despersonalizadas. Actualmente están siendo invadidas por la tecnología. Si necesitamos saber de un amigo, le escribimos un sms, un e-mail, le dejamos un mensaje en el muro de su Facebook. Cada vez tenemos menos tiempo para dedicar a estar en real contacto con las personas, y nos sentimos satisfechos de enterarnos de la vida de nuestros seres queridos a través de un aparato que nos trasmite. Los intermediarios comunicacionales son, además, una manera de lucrar.
Estamos de acuerdo con que ésta es la era de las comunicaciones, pero no olvidemos que para ello debemos pagar el precio del aparato que nos permita comunicarnos, además de la cuenta de Internet, las tarjetas telefónicas o la cuenta del celular o el teléfono, un televisor (que, por supuesto, debe ir acompañado del servicio de televisión por cable). De esta manera, cada vez estamos "más comunicados" pero cada vez nos encerramos en nosotros mismos, rodeados de nuestros cables. Evidentemente, estos son la manera que tenemos de estar en contacto con personas geográficamente distantes, y si no fuera por estos medios no sería posible. Mi pregunta es: ¿hasta donde y hacia quiénes nos acercan? y ¿de quiénes nos aleja? Cabría pensar también cuánto se pierde y cuánto se gana.
Hoy leí la nota de una amiga, que versaba sobre la felicidad. En ella se planteaba la necesidad (o la oportunidad) de aprovechar los momentos junto a las personas que más queremos. A partir de esta reflexión, se despertó en mi la necesidad de investigar en mi vida el tipo de relaciones vinculares que tengo con los demás. Esta me llevó a concluir que este aparato que me mantiene unido a muchas personas que no puedo ver todos los días, también me aísla de las personas con las que convivo diariamente.
Hoy pagamos para comunicarnos, pero nos olvidamos que tenemos la oportunidad más propicia aquì y ahora.
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