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Tema: La falta de objeto ético

  1. #21
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    Como hay quien sigue sin entender vuelvo a ello. La falsación pretende hacer falsa una teoría por la ruptura de su fundamento, es decir, que la invalida; desfundamenta el principio inductivo y deshace el deductivo. El argumento de su lógica inductiva cae por entero, se hace falso, y no es, por su propio principio, verdad; y el deductivo se encuentra vacío, sin casos cruciales en los que fundamentar su razón, o sea, niega su propia razón y pide la ampliación que la legitime como ciencia. Si una teoría no es falsable es débil epistemológicamente, no dice mucho, es decir, es pobre en contenido. Las teorías con mayor contenido son las más improbables; las más probables son las de menor contenido. En ello consiste, en resumen, la demarcación de lo que es estrictamente ciencia. Así de sencillo, epistemología en crudo, sin gramática de idiota.

    El mérito científico no es el onanismo sino la ampliación del conocimiento. La burocracia, en este sentido, no es más que un trámite para que sea posible su administración. Se llama labor institucional, que no ha de ser confundida con la labor intelectual.

    A pesar de que sigo, como he dicho, líneas muy popperianas, no es difícil ver en mis temas una línea básicamente contraria a la de Popper. La falsación es de la mayor importancia en cuanto a la determinación del conocimiento, pero no es ni su totalidad ni su única finalidad; no hablamos de absolutos al haber defendido que son, en esencia, delirios. Por ello es tan importante la sinteticidad, para dar amplitud a lo analítico.

    NOTA: Sugiero a quien recurre con su repetición infinita de exigencias que si no sabe flotar en mi baño aprenda cuál es mi objeto: ni la ciencia ni la verdad, sino su acción. Mi prudencia consiste en esto: no tomo nada sino la urgencia como condición absoluta, pues ella es en cuanto al margen de la representación siempre primera y última. En lugar de insistir con peticiones que caen en cuanto le son negadas, es decir, básicamente todas, debiera aprender otra gramática que la del idiota. Mi gramática comprende, lo primero de todo, el tiempo, por eso no cae, formalmente, de la misma manera; ¡porque aprende!, no conforme a una ley sino a la urgencia.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 08/07/2009 a las 01:28

  2. #22
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    Respecto a:

    La falsación pretende hacer falsa una teoría por la ruptura de su fundamento, es decir, que la invalida; desfundamenta el principio inductivo y deshace el deductivo.

    Significa que no está acorde a la realidad, y no que su fundamento no sea el adecuado.

    Una teoría falsada, luego se corrige, y adquiere validez, como es el caso de casi todas las teorías que funcionan. Otras, por supuesto, no sirven y deben rechazarse.

    Los principios de las teorías sirven para deducir, por supuesto, y son principios inductivos (generalizaciones previas), pero la falsación no tiene ese significado.
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

  3. #23
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    La falsación rompe, justamente, lo que digo, por eso hace que sea falsa; es falsa, hace falsos los términos que las sustentan; rompe la suposición en la que se asienta como fundamento. Es una teoría terriblemente grave porque invalida el principio supremo sobre el que se sostienen las cosas en relación al conocimiento. La falsación es creativa y, por ello, racional; la que se malinterpreta, como se ve, enormemente irracional, habla de pruebas, casuística, y no razones, fundamentos.

    Pretender que las teorías son en sí y van siempre más allá de nosotros y se conforman con la realidad es parte de mi crítica a los que sustraen el tiempo a todo lo que hacen; por ello mi pragmatismo es fundamentalmente ético; no delira en su especulación de absoluto. Los que persiguen la falta, objetivamente, se dan contra un muro aunque, cual loco, hacen como si sus continuos golpes no fuesen reales. En cuanto a la infinitud del tiempo, la urgencia también falsea de manera continua, esto es, sobre el contenido del que se sirve su infinitud; es decir, las teorias no sólo están sujetas al fenómeno de la precipitación sino que al no tener imediatez, contenido de urgencia, lo formalizan en su distancia; la urgencia las invalida y las restringe a lo teorético. Se podría decir que se reproduce su ilusión y, al pretenderla, sin conciencia y, con esa falta, objetiva, indetermina el vacío que la propició; el tiempo, sobre un vacio, pierde su objeto, no puede sino crear una distancia. En términos de sociológicos de Bauman, que en este caso acepto aun cuando mi sentido es mucho más filosófico, se dice que se hace líquido.

    La corrección de la teoría es un término más que eufemístico y cínico hablando con seriedad de la verdad y una falsación que la invierte; esto es, se pretende de la verdad un absoluto y no de la falsedad, como si fuesen cosas por sí mismas, finales y sin más relación. Pero ese es el absoluto, verdad y falsedad. La ontología científica, en este sentido, se proclama como algo independiente, con sentido propio, en sí mismo, que se aleja conforme crea su distancia.

    La falsación es más dura que la refutación, más filosófica. Errores, no; principios falsos, faltas. Rompe principios, por ello es crucial, deshace el permiso de pivotear sobre algo como verdad. Invalida un principio como falso en el descubrimiento del margen que no comprende y se le ocultaba a su fundamento. Dice: "no siga por ahí que se ha visto que no vale". Las teorías falsables son, por ello, las que tienen mayor contenido. Permiten un auténtico avance, un cambio sustantivo.

    El problema es que no todas las teorías pueden adjuntar el experimento crucial que las haría falsas. Esa es la demarcación más estricta de ciencia. ¿Cómo puedo no sólo estar confundido, producir un error, sino no poder llevar razón, invalidar mi principio?. Se ve con claridad, aquí, lo que persigue el filósofo, conocer a fondo; y el grosero, hacer del conocimiento un descuido.

    Si, en efecto, se entendiese el principio filosófico de todo esto no habría tanta discusión. No sólo es ciencia; es filosofía de la ciencia. Una cuestión importante: el conocimiento es un fenómeno activo, es decir, actúa sobre el objeto dado en la modificación de lo tomado, y no sólo es retroalimentado, es decir, causal con su historia, sino con la ampliación en la comprensión; si no se entiende el tiempo de este proceso no se puede hablar con profundidad sobre epistemología.

    Lakatos propuso una ampliación de la falsación ingenua a una sofisticada con un mecanismo heurístico que permitiese aprender de las adiciones anteriores, las que permitieron reparar el daño con una adición para las condiciones adversas; el sentido del aumento del conocimiento era una progresión histórica, filosóficamente orientada, del desarrollo del conocimiento científico.

    No hay duda que la falsación hace negativo, esto es, falso el fundamento, la base en la que se asienta la historia del desarrollo de la teoría y en la que reside su razón, es decir, la que la hace racionalmente fundada. La falsación, aclaramos, no es anticiencia, ni mucho menos; es de la mayor importancia no sólo científicamente, sino epistemológicamente, en relación al conocimiento y no sólo a una ontología onanista. Por lo tanto, mi sentido es amplio, porque no todo el objeto de conocimiento es el de la ciencia, el que se presume como primacía y fin en sí mismo.

    El carácter hipotético del conocimiento y su dependencia de lo que las condiciones históricas puedan traer y alumbrar, lleva, por sí solo, a tomar cierta conciencia del falibilismo. Al menos, en Kant, se empieza a intuir su problemática en profundidad, que no amplitud. Popper comprendió, exactamente igual que Kant, que el problema de Hume era la ruina epistemológica del fundamento del conocimiento. El problema de Hume, es decir, las condiciones temporales que se hacen negativas con las de su conocimiento en la precipitación de su expectativa, no se hace definitivo sino más bien continuo, un problema, en mis términos, de sinteticidad y no sólo analiticidad; y que, en relación al concepto solidario y sus márgenes de urgencia, hace asimétrico y fundamentalmente inmoral el desvarío de la ciencia y la verdad como absolutos. La misma expectativa de continuidad se hace a su vez, con arreglo a una forma propia de ampliación, discontínua. Quienes meten, pues, la cabeza en la cubeta de la ciencia, exactamente, adquieren sensiblemente la forma de su limitación.

    El trabajo más importante de Kant en su vida fue fundamentar la posibilidad de concebir la cosa en sí, no de poseerla, el libro más asombrosamente filosófico jamás escrito, Crítica de la Razón Pura. Popper hizo una variación de esto mismo a la luz de un fundamento propensivo en función de la lógica, la probabilidad, la ciencia, el cerebro, la teoría de la evolución, etc, etc. Pero el problema es el mismo, que el conocimiento, al no poseer su tiempo, al ser irracional, no lo puede hacer definitivo sino en su abstracción, su condición formal y noumenal. Es algo muy interesante filosóficamente, no sólo por incordiar y hacernos meramente nihilistas, sino porque al comprender la esencia del nihilismo se puede denunciar a los que hacen un negocio de él. Una variedad de esto mismo es lo que entienden por filosofía seria los más despistados que creen que su objeto es lo que dicta, en su progreso, la ciencia. Esas majaderías, apropiadas como pensamiento original, están sacadas, hasta en sus expresiones, del superficial Mario Bunge.

    El buen Popper pensó que con la falsación había solucionado, pues, la regresión inductiva como problema para la razón; según él, la razón no tiene límites, es decir, que, en su mismo objeto y acción, es de creación ilimitada. Mostró, varias décadas antes de la neurociencia descerebrada, desde ingeniosísimas y harto complicadas teorías, la metafísica de la creación. Curiosamente, Charles Sanders Peirce propuso, unas décadas antes, su tijismo o ley el azar, una teoría algo menos sofisticada, no tan artificial, pero, en resumen, muy similar. Popper se basó mucho en Einstein; Peirce se adelantó a buena parte de la física moderna. No en vano, son los dos pensadores que tengo en mayor estima desde Kant y Schopenhauer. Sus claras relaciones no son históricas, sino lógicas, es decir, atienden a un mismo objeto. Popper conoció los Collecters Papers de Peirce más bien tarde y con sus obras fundamentales ya publicadas, de modo que su relación es difícilmente histórica, sino, trascendiendo su historia, descaradamente lógica. Que tome nota quien deba de cómo se hace historia y no sólo se dicta.

    Quien confunde lógica con historia, condiciones lógicas con históricas, se secuestra entre los márgenes de totalidad sobre los que delira. Hace de la trascendencia un margen causal, es decir, determinista, sobre el que anuncia un porvenir que profetiza; y niega, afirmando su delirio, la misma trascendencia que era posible, y a la que usurpa su sitio poniendo, en su lugar, sólo distancia. Llevo unos días insistiendo en que son términos muy sencillos, pero algunos hacen de su historicismo e historia la pretensión del absoluto de la condición histórica de los demás. Esa pretensión que se precipìta sobre lo que no es suyo no sólo se formaliza en desapropiación sino que lo que da a cambio es una falta.

    Al científico, como al cientificista, le da pudor hablar de conocimiento, pues piensa que puede caer en visiones particulares del sujeto; es una tontería, una ingenuidad y un exagerado nihilismo en relación a la importancia del conocimiento. La fenomenología que defiendo, la de Kant y Peirce, es en gran medida científica, y conoce el ámbito del sujeto y el conocimiento. No es casual, en este sentido, que la terceridad de Peirce, thirdness, se sostenga en un tercer eslabón muy similar al del mundo 3 de Popper, tercero, third world; defiendo que es un argumento lógico a favor de su objetividad. Es fácil ver por qué doy tanta importancia a estos pensadores que en bien poco son subjetivistas, pero que no caen en pensar que los asuntos del hombre son sólo objetivos en la definición de su ideología. Mi argumento es que se hace un proceso que se amplía históricamente en su comprensión; es decir, se hacen las condiciones históricas formales del contenido de su objeto y no del delirio del espíritu, en este caso, de la ciencia.

    Sugiero al que parece nutrirse de mala historia de la filosofía de la ciencia, de la realidad y de poca reflexión, que cuide siempre el margen de la crítica; la de uno y la de otros, es decir, el objeto criticado, lo que hay común en él. Como está claro, la cosa en sí, científicamente hablando y en un sentido epistemológico, es, más que su verdad, su posibilidad; lo otro, generalmente no es más que papeleo y burocracia, mediocridad, servilismo y gramática de idiota.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 07/07/2009 a las 06:25

  4. #24
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    Mi enfoque es epistemológico y no ontológico; hago de la teoría de la acción el estudio de esa misma acción, claro está, como su comprensión; digamos que cobra sentido en su propia finalidad. Al haber mostrado que ello crea una indeterminación, he ampliado con un sentido positivo, cabalmente, moral; pero no a modo de la mera moral, sino lo moral, la orientación al otro, lo que digo más significativo. Lo moral, como defiendo, es anterior y más punzante en cuanto a la relevancia de su significado, que no lleva a que sólo ello signifique.

    Al rechazar el absoluto por su precipitación ideológica, a la que la ciencia no puede sustraerse sin crear una distancia, hago comprensión de los objetos morales, esto es, los que hacen que permanezcan; y que facilitan su continuidad en un sentido amplio de comunidad en el que puedan ser sociológicamente comprendidos. Como se puede ver, la pretensión determinista que delira con el absoluto de este proceso, supone la misma precipitación que se trata de evitar. Lo moral, en cuanto a la ética, al tratar sobre sí, se indetermina sin remedio si se olvida; crea, éticamente hablando, una falta.

    Mi sentido no es, como se viene viendo, sólo científico; hemos aclarado que la filosofía comprende la ciencia y no tiene sólo necesidad de ella; la ciencia, por el contrario, sí reclama filosofía, siempre está falta de ella al no comprenderse a sí misma y ser esencialmente irracional. Generalmente, los superficiales no saben hacer razón sino de una reducción, como el paradigma causal; la auténtica razón, por el contrario, es esencialmente creativa, crea una ampliación.

    Las teorías, en efecto, son anteriores al conocimiento científico, pero, en la pretensión de su unidad, de su ejercicio sintético, se deshacen de su conciencia, aquello que, como hemos dicho, deshace la falsación. Esto, está claro, como digo, al menos, desde Kant, y es por lo que cualquier teoría de la ciencia sin filosofía es una cuestión de escándalo.

    La ciencia está, en un importante sentido, predispuesta, y, al ser tautológica, por contra a la creación del pensamiento, reclama con urgencia filosofía. En este sentido, es un paso comprender la genética que formaliza la gramática y que tan fácilmente se asume como si fuese una causa libre y noumenal, cual verdad, esto es, una causa de su propiedad.

    Si, ya desde Kant, con superioridad terrible sobre el admirable talento de Leibniz, se cierne la razón sobre su conciencia, en un giro auténticamente trascendental y con márgenes posibles de discontinuidad, es ridículo pretender ir ahora a toda prisa, como en una búsqueda de un progreso hacia un incierto absoluto, y olvidar el cuidado mismo para el que esa conciencia tan leve parece estar verdaderamente predispuesta.

    Como sugiero desde hace un buen tiempo, cientificistas y hegelianos no son, aun con enorme sorpresa para ellos mismos, sino dos variaciones de un mismo objeto, un delirio. Unos deliran a costa de la ciencia al pretenderla como única razón; y los otros a costa de la filosofía como una actividad monadológica encerrada en-sí-misma; pero al fin, son sólo un delirio. (Aclaro que desprecio enormemente el cientificismo; y no puedo sino admitir gran talla a Hegel, aun loco).

    A lo largo de mi serie última de temas se crea la reflexión sobre lo que da contenido al fenómeno ético, no sólo sus objetos sino el tiempo que se crea en el trato con ellos. El fundamento ético basado en un delirio precipita sin más mérito que el de su falta de conciencia; pretende a la ética en la estética de lo dado, entre lo que la conciencia se mueve sin apenas margen de elección y responsabilidad. La identidad de la responsabilidad, como vio serg, es algo muy problemático al crear distancia con su acción y precipitar con ella nuestra ideología ética. El tiempo, como se está viendo, no es algo que podamos reducir a una ******** física, ni acaso, a un absoluto fenomenológico; pero la fenomenología, al menos, permite crear cercanía con la urgencia. El tiempo de la conciencia, el mío y el de ustedes, es significativo con lo que se hace próximo, y poco tiene que ver con distorsiones delirantes sobre el mejor de los mundos. La urgencia entiende poco de cuentos, y mucho de cercanías.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 09/07/2009 a las 01:27

  5. #25
    Forero inexperto
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    La etica es el estudio de la moral. Kienes son los profesores? no existe la etica mas que como categoria de lo ilusorio y cultural subjetivo.

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