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Tema: La falta de objeto ético

  1. #11
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    Cuando un médico no puede curar a alguien, debería dejarle el lugar a otro médico. De ahí que si desde la filosofía no puede lograrse sugerencia alguna para la mejora ética (excepto en el caso de Spinoza y algunos otros filósofos) debería dejarse de criticar los esfuerzos y la labor de los cientificos.

    La investigación cientifica da mejores conocimientos que el palabrerío hueco, sin sentido, incomprensible. La ética es demasiado importante para dejarse en manos de la filosofía especulativa.

    Por algo el Dalai Lama expresó:

    "Si hay diferencias entre la ciencia y el budismo, debemos cambiar este último"

    (citado en "Pensamientos destructivos" de Daniel Goleman. Hace referencia, en este caso, al resultado científico verificado experimentalmente, lo demás son hipótesis por verificar.

    Creo que la opinión del Dalai Lama es una opinión de alguien que sabe bastante.
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

  2. #12
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    El libro citado es "Emociones destructivas" de Daniel Goleman.
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

  3. #13
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    Spinoza ya mostró en dónde reposa la esperanza: en un temor. Su conocimiento, el que produce ese efecto, hace posible su conciencia y poder mitigar, de esa manera, su padecimiento; es uno de sus recurrentes delirios de simetrías.

    He de insistir en que se preste atención a lo que escribo. Las pasiones en la teoría de Spinoza son un margen dentro de un absoluto, y su conocimiento no es a priori sino con su deformación teorética, es decir, abstracción de su experiencia o sumisión incondicional a las condiciones que impone su principio. No hay necesidad en su axiomática más que como precipitación, es decir, expectativa simétrica con su objeto y negación de su posible ampliación.

    No sólo no se entiende a Spinoza, sino tampoco el fundamento mismo de la ciencia.

  4. #14
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    Cita Iniciado por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO Ver mensaje

    No sólo no se entiende a Spinoza, sino tampoco el fundamento mismo de la ciencia.
    Creo que estoy deacuerdo. Por mas que gente como Damasio intente cientifizar a Spinoza(que en todo caso demuestra que el saber especulativo si* tiene algun futuro, como siempre lo ha tenido antes de la puella ciencia) , jamas es Spinocismo en serio; es fachada y nostalgia por una mentalidad grandiosa pasada cuyo mensaje es tan desagradable para los cristianos modernos(por su panteismo y envidiable apologia por el) y ateos modernos(por su adhesion a una etica para ellos metafisica), y bien nunca se toma en serio el hecho: que para ser grande, solo hay que pensar en grande y, no necesariamente hacer ciencia a la manera en que hoy se canoniza.

    Claro, esto aca no es un tema de filosofia de la ciencia, y dadas las ya evidentes discrepancias incomodisimas con el forista presente que vez tras vez puja por que toda conversacion desemboque en ello, aca se acaba de mi parte cualquier cosideracion de esta.



    Retomando lo que dijo usted, Alberto, me parece bien, entiendo en serio lo que lo mueve. Claro que no se a donde va (pero denuevo uno mismo tampoco, quien diablos sabe?). Una cosa me salta a la vista:
    La estética no es la ética, sino que es, justamente, un grado inferior.

    Pero como tiene esto? No que -precisamente- admira usted el analisis de Nietzsche en este respecto? No es alli precisamente que radica (parte) de su genialidad? DIgo, Vattimo hara otra lectura de Nietzsche, enfocada en la hermeneutica del "no hay hechos. Solo puntos de vista", pero igual. A mi me asombran los griegos todos, haria un abolsa y desecharia todo lo posterior(CON VEHEMENCIA). Pero no siendo mesquino (ni chapueros, pues, luego de ellos ha habido pensamiento, y de que manera!), pues me adhiero en admiracion por Agustin, Kant, DIlthey, Schleiermacher, Nietzsche, Freud, Heidegger. Y entiendo que usted y yo, no estamos ni paralelos ni opuestos, sino que, digamos, (respecto a nuestros 'maestros' como los llama usted), nos reunimos como una X , cuyo centro es Nietzsche, creo. Es el autor que en mayor medida compartimos. Pero luego volvemos a ir en pos de otras rutas. Yo llego a el desde Schelling y Hegel, usted desde Kant y Schopenheuer, y luego parto de el por Dilthey y Schleiermacher, usted por Husserl y Simmel.

    Pues no hay tanto como abismos, sino rutas raras. Ni tanta Incomprension con mayuscula como intereses distintos que forzan el entendimiento mismo.

  5. #15
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    Con inferior me refiero a que se precipita más; y la ética, justamente, es la que permite retomarse, suspender su tiempo y crear la novedad. La ordenación no es a priori sino que su crítica es, de suyo, una creación. De cualquier manera, no se trata de una estética del arte, sino que me refiero a la de los sentidos, es decir, la vulgar. Esto es importante porque la ampliación comprensiva es radicalmente distinta. La estética de los sentidos tiene una trascendencia muy distinta de la sublimación artística; en una se trasciende un objeto con un margen no moral, y el otro cabalmente moral o ético. Su juicio, como está claro, requiere de mucha finura, y no sólo precipitación de moralidad. Recuerde, no obstante, que el margen de lo moral lleva más que la forma moral, el eco de las conciencias por su incomprensión. Mi deuda con Durkheim me pasa factura y, conjuntamente con Peirce y otros extraordinarios sociólogos, hago de lo social lo más significativo, una finalidad en la misma forma de la conciencia del concepto solidario.

    Realmente no mezclo a Nietzsche con Durkheim, sino que los amplío en sus insuficiencias. Además de un Nietzsche metafísico leo uno fundamentalmente moral. La defensa de esta crítica está en el propio Nietzsche, en la recurrencia de la crítica a la moral, a las palabras, a los actos o a los sentimientos que los formalizan. El sentido de una crítica objetiva, en términos no sólo de referencias, pide ir siempre un poco más al fondo, precipitar a la inversa, es decir, anticipar aquello que trae el concepto porque es el significado que tiene de suyo y que, por ello, aceptamos ingenuamente: la estupidez de las evidencias. La propiedad de la conciencia se hace un todo en un sentido fenomenológico que, en lo que entiendo, no sacó Nietzsche de Hegel sino de su crítica a un idealismo moralizado en su propia realidad. Su apasionada crítica a Schopenhauer precipita su filosofía hasta su incomprensión.

    No se trasciende en el vacío, sin objeto, sino que la voluntad de poder crece, se amplía desde ese suelo, al modo de una fuerza que eleva, que, objetivamente, trasciende. El paso de lo vulgar a lo extraordinario viene no sólo de ir hacia delante o arriba, sino de saber mirar hacia atrás con una nueva mirada. De esta manera, todo siempre tiene una posibilidad olvidada y un nuevo objeto de creación. La voluntad de poder no es voluntad racional, sino reconocimiento nuevo y purificado de la irracionalidad, es decir, aquello que es más propio, esto es, la fuerza vital. ¿Quién demonios asegura la finalidad en las cosas sin imponerlas su muerte?. La voluntad es absoluta, o sea, primera y última; su continuidad no es, entonces, más que su temor.

    Además de admirar a Nietzsche, admiro a Peirce y Popper, o sea, a Kant; pero en la hermenéutica, al menos de Gadamer, el sujeto es crucial para la crítica del juicio en relación a la obra. El sujeto en la comprensión se admite porque forma parte de algo, cabalmente, de su historia; pero yo dejo el sujeto con su sexo y me quedo con lo que ha dejado entre márgenes. Sin duda, no hay más que interpretaciones, pero recuerde que soy en bien poco hegeliano y mi objeto no es en sí. Aunque esto puede abrir mucho debate, estoy con una teoría objetiva del juicio en un sentido muy pragmático. Puede parecer que por aquí nos podemos distanciar, pero no se apresure, que verá que mi conformismo objetivo se revelará pronto como intensamente revolucionario y del todo inmoral, esto es, no aceptar la moral sino como parte dada y no, por ello, más que objeto a profanar. ¿No he traído un texto de Popper que critica exactamente esto y que podría abrir de nuevo un problema que planteé sobre los campos de la sociologia de la ciencia y la del conocimiento en relación a su síntesis?. Es el tema de las síntesis sociales que, en mi opinión, tienen un alcance bastante caprichoso e irracional. ¿Será la razón, entonces, su salvación?. ¡Ni en broma!. La razón no tiene sexo (usted sabe que sí que lo tiene y que es perverso), y por ello no nos debe inspirar mucha confianza. La urgencia crea, con auténtica fuerza, una distancia. En este punto mi crítica a Nietzsche, a su crítica a la compasión, se hace aceptación por asumir el talante del artista, y por definir, con ello, una disposición radical ante el mundo.

    Schopenhauer, para dejar claro que hay muchas distancias entre mis maestros y yo, hizo cierta moralización de los objetos con los que se podía rozar la verdad; con Kant, impuso condiciones universales a las cosas al replegarlas sobre sí mismas.

    El derecho a veto de la libertad inteligible es algo tan disparatado que se hace absurdo en la desproporción de su intelección. Las condiciones inteligibles se dan por sentado con un sentido en sí, independiente de las cosas, esto es, noumenalmente, en su más pura verdad; son un sueño pretendidamente material que siempre deja huecos en sus reflejos. La concepción de esta idea la propuse como lo que poco a poco se amplía en su expectativa de uniformidad, y que se niega a la conciencia por ser abstracción de su forma; es decir, no se ve porque se sustrae, no porque no esté. Es una idea que no sólo se demuestra matemáticamente sino que todos tenemos relación con ella todo el tiempo: es el fenómeno de la precipitación. Y los que presumen de ciencia en este sentido sólo prueban que saben bien poco de actualidad científica y que sus presunciones sobre la verdad no son el fondo de la investigación. El alcance de la negatividad, podríamos decir, arrasa como forma a priori de lo restringido del roce con la verdad, lo extraño de la cosa en sí. Cuando hablamos de la verdad, lo primero que debemos hacer el suspenderla para que no sea una forma sin contenido, es decir, vacía, aquello que la hace ridícula.

    El mismo Kant que puso sensatez a los delirios especulativos se traicionaba al irresponabilizarse de la carga de sentido. Digamos que pervierte la creación de la síntesis al reducirla al ámbito de determinación científica. A pesar de que se cubrió las espaldas con su límite práctico, se hizo autónomo, es decir, una responsabilidad final. Pero decimos que la falta misma de sentido absoluto de los términos los priva de finalidad absoluta. La responsabilidad es una carga que se indetermina de manos de la racionalidad del derecho, una racionalidad que, según se asume, niega su historia al dictarla. ¿Leyes o ética?, no son lo mismo, sino su incomprensión.

    Este relativismo, que no es más que crítica de la naturaleza de la creación, es un asunto peligroso, pero más peligroso aún es negarlo, de ahí la urgencia de la comprensión. Todos sabemos que el enquistamiento causal se hace un dilatador de la crítica filosófica, un vicio sobremanera peligroso. La comprensión, en este sentido, va mucho más allá de la condición causal; se hace ética y no mero eco de idiocia. Negar la historia no es evitar el historicismo, sino más bien ser víctima de él. La comprensión amplía márgenes desde la conciencia de su saber y su tiempo.

    La incomprensión en mayúsculas se refiere, básicamente, al olvido del objeto. Mire el título del tema. Desde el principio del mismo defiendo el margen que indetermina la definición en su ampliación. Soy pragmático en ello al hacer conciencia de las fuerzas a representar, pero que por ello mismo no pueden ser una mera definición.

    No soy pragmático como un idólatra de la acción sino en un sentido más ético, más de cuidado. A mí Dewey y James me desconcertaron mucho con sus objetos de interes, pero Peirce es de los que para ver algo mira para adentro. No es de extrañar que tuviese en alta estima la ciencia, pero no se dejaba hipnotizar por los fáciles encantos de la verdad. Aquí nos dejamos de ídolos, y hacemos de la verdad un uso. La crítica al cientificismo es, en buena parte, por ser burocrático, como las síntesis sociológicas que se crispan en torno a la verdad.

    He aclarado que el uso de objetivo del cientificista no es filosófico ni científico; su uso es de pusilánime de la verdad. Frente a ese conservadurismo me pongo del lado de Nietzsche y Popper.

    Si se fija, se ha cuestionado, gramaticalmente, la concepción de la negatividad. Sinceramente, no sé qué se entiende de ciencia si se toma por absoluta, como nombrar lo innombrable; será, como digo, mera gramática de idiota. El influjo de las palabras es algo casi mítico que suspende, no su tiempo, sino su contenido. ¡Estamos buenos al hablar de esa manera de ciencia!. Mire la ciencia que se saca de Spinoza: sociologia para idiotas. El interés de la falsación no se problematiza como hizo Lakatos, sino que la critica se blinda, hace oidos sordos. Eso es falsificar la cosa en sí respecto a su conciencia, lo contrario de mi sentido de pragmatismo.

    Entiendo que no vea bien mi claro objeto, porque lo propongo no en claro sino en proceso especulativo de su acción; en ello consiste la comprensión del tiempo. La comprensión sólo puede tratar con márgenes de tiempo que hace suyos en el ejercicio de su conciencia, y a modo de totalidades y no absolutos. Cuando he referido a la historia y la genética de los términos ha sido en un sentido no causal sino filosófico, similar al que me refirió de la sopa vieja de Vattimo. Leí ese ensayo sobre la hermenéutica, pero sabe que soy de otra escuela. Con Hegel, Dilthey, Gadamer y toda esa gente, tengo muchas diferencias, aunque también encuentros. Créame que hago esfuerzos por hacerme con ese espíritu, pero la urgencia lo nubla con rapidez y cae de un plumazo el peso del tiempo, es decir, la historia como algo propio. Puede ser que mi pragmatismo haga un tiempo que Nietzsche considerase demasiado estético, pero es sólo un sacrificio para que su significado sea de su propio tiempo, es decir, del que amplía, lo que a usted tanto le gusta de estar a la altura de los tiempos, es decir, hacernos consecuentes o hacer conciencia de la consecuencia.

    Respecto al incordio de siempre, lo dejo despreciado en su onanismo de cientitis.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 03/05/2009 a las 05:22

  6. #16
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    En cuanto a:

    No sólo no se entiende a Spinoza, sino tampoco el fundamento mismo de la ciencia.

    En realidad, cuando alguien describe algo cercano a la realidad, la cuestión es verificar cuánto de cerca está de la verdad. En eso consiste el entendimiento de Spinoza y también de la ciencia.

    El fundamento de la ciencia es el método experimental y la necesidad (nada común por cierto) de buscar apasionadamente la verdad.

    Respecto de los que le dan vueltas y vueltas al tema ético, sería oportuno que propusieron algún tipo de solución ética concreta para los actuales problemas del hombre y de la sociedad.

    De lo contrario, serían como simples relatores de la actividad de otros, mientras que hacen falta actores.

    Es un buen comienzo denigrar todo lo que hace Spinoza. Luego, habría que verificar la falsedad de las definiciones que da sobre el amor, el odio, la soberbia, etc.etc. Si se logra ese objetivo, se habrá dado un paso adelante para la construcción de la ética verdadera, o al menos, una ética que sirva al ser humano.

    Estoy esperando hace tiempo alguna definición concreta al respecto. Incluso es válido adoptar alguna postura ya establecida por algún filósofo actual o del pasado.
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

  7. #17
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    No sólo es una ingenuidad pensar que el método experimental dice algo por sí mismo sino un cinismo irresponsable, necio consigo mismo; cuando una teoría se ha probado en su verdad, lo que se ha de hacer es ampliarla en su sinteticidad, en la cuerda floja de la posibilidad de su relación. No compete sólo a su experimentación porque no tiene una ética propia.

    La verdad nunca puede tener contenido que trate sobre su devenir; es lo que, justamente, sirve de pivote para su delirio. El conocimiento sólo aumenta auténticamente, esto es, en torno a su verdad, cuando se ve determinado, es decir, cuando se sabe equivocado y ampliado en lo que de precipitación y falta de conciencia había en su supuesto saber, que era su comprendido, aun mal comprendido. Hace de su identidad un vacío, una distancia que pretende simétrica con su delirio. Su proposición es precipitación como gramática de idiota. Nada sobre nada, esto es, verdad como contenido propio, sin tiempo, cabalmente, ¡nihilismo!.

    El paso regresivo, es decir, con arreglo a su lógica histórica, de lo absoluto a lo total, hace una asimetría al poner condiciones a su suposición infinita; unas condiciones son puramente inteligibles, y las otras dan un contenido inmediato; la dialéctica, como defiendo, sólo tiene garantía hacia atrás, retrospectivamente, y nunca es verdad hacia delante, que es su objeto de precipitación; eso sí es teoría sobre la naturaleza de la verdad. La suposición de verdad se ha de hacer exigencia para que permanezca su sentido. Lo que hace crucial al conocimiento científico, insisto, no es ni su positividad ni su verdad, que no son más que jerga gramática; todo conocimiento es, en esencia, una cadena negativa. Carecer de esta idea básica sobre el significado de la determinación es mala filosofía de la ciencia y la mencionada gramática que sólo formaliza y abstrae el contenido de su verbo; ser idiota como forma de ser, el contenido de su acción. Como se ve, la ciencia a solas, sin cuidado filosófico, es un tropiezo formal que se repite, por ello, en el tiempo que comprende su acción; se hace de la totalidad de la comprensión el ejercicio que precipitó su falta de cuidado.

    La ética no es una imposición sino una elección de la conciencia. La ética afectiva es un nivel inferior al de la conciencia y por ello se habló de ciencia primera, no de ciencia absolutamente primera; una es la ciencia ingenua y no filosófica, y la otra, la fenomenológica, trata los objetos de la conciencia.

    Los problemas filosóficos requieren de cierta costumbre con algunos conceptos básicos. El orden de Spinoza se pretende absoluto y se prueba falso, su posibilidad científica y no su obstaculización por su no conveniencia ideológica; tal y como se defiende, no hay supuestos abusivos que no se cuestionen ("no debemos aceptar la orden de ninguna autoridad, por elevada que ella sea, como base de la ética"). Aun habiendo propuesto lo problemático del tiempo emocional y su falta de simetría con el de la conciencia, se sigue con la paranoia de la verdad. El tiempo de las emociones y de algunas neuronas no es absoluto sino relativo a un esquema total, del conjunto del organismo o de otras neuronas. Todo aquello se hace ético al emerger a la conciencia.

    La autoridad científica de la verdad la he cuestionado más allá de sí, es decir, en el sentido en el que su significado se supera moralmente, o sea, el sociológico. El problema del concepto solidario, en cierto modo, compete a la sociología, pero a una que requiere de un tacto filosófico que comprenda el sentido de su acción.


    "El uso de la palabra “verdad” (al igual que “realidad”) en círculos científicos denota ignorancia, mediocridad, utilización irreflexiva de términos ambiguos o emotivos propios del lenguaje cotidiano." (U. Beck, La sociedad del riesgo; ¿Ciencia, más allá de la verdad y la ilustración? Reflexividad y crítica del desarrollo científico-tecnológico, Falibilismo en la práctica investigadora, pg. 276)
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 29/06/2009 a las 07:12

  8. #18
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    Predeterminado Respuesta: La falta de objeto ético

    Respecto a

    El uso de la palabra “verdad” (al igual que “realidad”) en círculos científicos denota ignorancia, mediocridad, utilización irreflexiva de términos ambiguos o emotivos propios del lenguaje cotidiano."

    Pareciera que alguien quiere negarle utilizar al científico una palabra clave de su actividad y de su vida. El científico busca y cree en la existencia de la verdad y de la realidad. Es una actitud de suprema soberbia y debilidad que alguien quiera prohibir su uso.........

    Cuanto tiempo se pìerde discutiendo cuestiones que no llevan a nada.....La ciencia sigue progresando bastante, al contrario de la filosofía que la ignora, que no sé hasta qué punto debería llamarse filosofía.....

    La filosofía en serio no prohibe a los que hacen avanzar el conocimiento humano. Es un descaro que a pocos se le habría ocurrido.....
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

  9. #19
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    Sólo los cientificistas creen ingenua e inmoralmente en la verdad, un credo que ya pocos defienden sino en voz muy baja y sin mucho impacto, como un poco avergonzados de su descuido. El filósofo, como está claro, la suspende; es decir, la critica, o, dicho de otro modo, crea un hueco para su negación.

    Aun cuando mi sentido es una crítica de la sociología del conocimiento, el de Beck es más un sentido de la sociología de la ciencia. Y está claro que ni él, ni Collins, ni Bhaskar, hablan con esa ligereza de la verdad. Las creencias personales son una cosa, y la orientación moral, el objeto sociológico, otra.

    Pero parece que, al ser la verdad un absoluto, no tiene mucho sentido hablar más de ella, sólo rendirle culto a modo de trascendencia por ser equien es, como toda una autoridad deificada, universal y absoluta, esto es, sin márgenes. Lástima que los problemas sean históricamente anteriores a sus soluciones, y que nunca se agoten salvo en su muerte, como sabe cualquiera sin demasiada carga de ingenuidad y con unas nociones imprescindibles de filosofía, ciencia y lógica; es lo que mueve a la teoría de la ciencia, la sociología de la ciencia y la del conocimiento.

    Sugiero que si se va a criticar no ya mis textos sino las citas que traigo, otra Popper, ora Beck, ora cualquier otro, se cerciore uno de saber aquello que se critica. El cientificismo, como ideología sobre el bien incondicional de la ciencia, tiene un prestigio más que mermado. Como sugerí, de la epistemología se ha ido a la sociología de la ciencia al ampliar sus objetos problemáticos, y, de ahí, a otros aún más urgentes como el camb¡o climático y otros problemas no sólo urgentes sino, en medida probable, irreversibles. Todo eso se diagnosticó hace años por sociólogos como Beck, que no sólo cuentan con el mayor prestigio mundial en el campo de la sociología, sino que prestan sus reflexiones a gente como políticos, estudiantes, diversas universidades de todo el mundo, ONGs, prensa internacional, etc, etc. Es decir, si no se conoce el discurso de Beck o de Popper, lo mejor que se puede hacer no es justamente farolear sino callar un tonto orgullo y aprender lo que se desconcoce. ¡Ya está bien de ridículas y bien flacas presunciones!

    Aunque Popper sea un impagable filósofo de la ciencia, al que he defendido como no cientificista, no es difícil encontrar importantes diferencias en nuestras filosofías. Eso sí, sólo está relacionado con el cintificismo por tratar de ciencia, aun de un manera totalmente opuesta. Eso no lo digo sólo yo, sino el mismo Popper, atendiendo a la lógica de su objeto, y no a meras presunciones, la recurrente malinterpretación que se hace a mis textos:

    Los grandes científicos siempre han sido enemigos de lo que hoy denominamos “cientificismo”; lo que no parece haber sido comprendido por los modernos “anticientificistas”, que no han comprendido tampoco que el falibilismo supone una superación del cientificismo. Su actitud no es tanto de rechazo a la creencia ciega en la autoridad de la ciencia, sino que es más bien el producto dogmático de una ideología anticientífica” (Karl, R. Popper, Los dos problemas centrales de la epistemología) .

    Esto lo escribió Popper en la última edición que hizo de su primera obra. Más que anticientífico, me considero anticientificista y contrario al espíritu de una verdad absoluta. La crítica, está claro, tampoco es un absoluto. Del falibilismo, que es una conciencia del peso de la presunción hipotética, es decir, de la indeterminación de la conciencia, no sólo he sacado implicaciones epistemológicas sino morales en un sentido estrictamente sociológico. Esto no lo tuvo, que digamos, muy en cuenta mi muy admirado Popper más que como presunción abstracta, y no en un sentido auténticamente moral.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 07/05/2009 a las 09:04

  10. #20
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    En cuanto a la "creencia ciega" en la ciencia, ¿ quién puede estar de acuerdo con ella cuando la ciencia se basa en "prueba y error" ?. Los ignorantes creen totalmente en la ciencia o, por el contrario, no creen para nada en ella y le restan méritos.

    Respecto a:

    Sólo los cientificistas creen ingenua e inmoralmente en la verdad, un credo que ya pocos defienden sino en voz muy baja y sin mucho impacto, como un poco avergonzados de su descuido. El filósofo, como está claro, la suspende; es decir, la critica, o, dicho de otro modo, crea un hueco para su negación.

    Sólo los sofistas creen ingenua e inmoralmente en la no existencia de la verdad. Estamos de acuerdo. Si se critica severamente al que cree en la verdad, se alaba al que no cree en ella.

    Para el científico, verdad significa error nulo, cuando una descripción se acerca bastante a la realidad, por lo que la verdad es un límite en el que se creem o no. Para la ciencia has verdades parciales, eso sí. Ejemplo, cuando la electrodinámica cuàntica predice resultados con un error recién en el décimo lugar luego de la coma decimal, se puede decir que se está cerca de la exacta descripción. Es algo que puede decirse, y con orgullo.

    Si no existe la verdad, entonces no tiene sentido acercarse a ella, sino que se cae en el perverso juego de los sofistas, el palabrerio hueco que pasa por erudición para el lector desprevenido.

    La prueba de que alguien es un sofista consiste en preguntarse qué cosa concreta ha aprendido luego de leer y releer sus escritos....
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

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