Siempre me asaltan mis mayores demencias
cuando la madrugada me embosca.
La brisa fría de la noche palpa mi cara
con la mano de tu imagen...
cuando evoco tu sonrisa ciega,
tus ojos callados,
la primavera con que me florecen tus manos.
Y es que te huelo,
te siento,
te escucho el suspiro de sillón.
Sólo ansiaba nimbitos de locura,
las cuatro estaciones de tu lecho,
una sonata susurrada a besos,
la lectura de mi cuerpo urdida por tus dedos.
Y es que siempre te voy a añorar.
Y pasa que dejé que me inventaras a tu antojo,
que me hicieras tuya con el alma,
que me armaras con sueños,
que me apostaras con indiferencia.
Ya no importa si te revelas
y es que siempre te voy a evocar...
mas no sudes
sólo exorcizo el sentimiento,
de nada advertirás,
ya puedo domarme,
ya no me embosca la madrugada.
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