Inquieto, el jefe mira el reloj y calcula que su gerente no llegará a tiempo. Debe terminar una información importantísima para una reunión que ya empezó. Unos minutos después, desesperado, llama al gerente a su casa. “¿Bueno?”, dice muy bajito una voz infantil. “¿Sí, es la casa del señor Pérez?” “Ti.” “¿Es tu papá?” “Ti.” “¿Puedo hablar con él?” “No”, responde el niño, siempre en susurros. Medio molesto, el jefe insiste: “Y tu mamá, ¿está ahí?” “Ta.” “¿Ella puede hablar conmigo?” “No. Ma ta ocupada.” “¿Hay alguien más ahí?” “Ti.” “¿Quién?” “Un pulitía.” Un poco sorprendido, el jefe pregunta: “¿Un policía? ¿Y qué está haciendo ahí?” “Ta blando con papá, con mamá y con un bombedo.” Oyendo un gran ruido del otro lado de la línea, el jefe pregunta asustado: “¿Qué ruido es ese?" La voz susurra entre risitas: “Elicópito.” “¿¡Un helicóptero!?” “Ti. Y con muto teñore pulitía.” “¿¡Pero qué hacen ahí!?” “Me tan bucando, je je.”