Pues ese barco no podía partir, porque estaba atascado, acorralado, atrapado, por dos obstáculos: la muerte de Pablo, o su permanencia en la tierra. Por eso es que su deseo era algo diferente a "ambas cosas": ni morir, ni seguir aquí, sino partir, o ser arrebatado vivo, tal como lo expresa en 1 Tes. 4:17.
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