METEMPSICOSIS
Sí, partiendo de la idea pagana de la inmortalidad del alma, Mochón concluye que la creencia en la reencarnación es una doctrina bíblica (!). Sabemos, sin embargo, que la metempsicosis es una idea pagana sin ningún apoyo en las Escrituras. Mochón “argumenta” que el nombre de Adán (Adam) contiene las iniciales de Adán, David y Mesías, y dice que cada uno es la reencarnación del anterior. Así, para Mochón, Adán, David y el Mesías son la misma persona. Pero para ser consecuentes con su “argumento”, el nombre de Adán, que está contenido en el nombre de Adán, tiene a su vez la inicial de Adán, y este último Adán, también tiene las iniciales, de Adán, y así sucesivamente. En consecuencia, el nombre de Adán implicaría una cadena interminable de “reencarnaciones”, lo cual impediría llegar a la reencarnación de David y el Mesías.
Cuando Mochón ve que hay gente buena a la que le va mal, mientras que hay gente mala a la que le va bien, concluye: “Quizá esta persona buena este pagando por algo que hizo en su vida anterior, lo contrario que el malvado, quien tal vez este siendo beneficiado por lo bueno que hizo” (p. 27). En dos palabras: ¡karma y dharma! ¡Paganismo puro! ¡Doctrinas de demonios!
Luego cita casos de reencarnación en la India, que es un paraíso para el paganismo. La Jewish Encyclopedia declara que la creencia en la reencarnación se remonta al antiguo Egipto, de donde pasó a Grecia de acuerdo con Pitágoras, y de allí al mundo helenístico. Los eruditos judíos Kaufmann Kohler e Isaac Broydé aseguran que esta doctrina de origen pagano nunca fue parte de la fe judía por lo menos hasta el siglo VIII de nuestra era, por influjo musulmán, pero que contó con tan poco apoyo de la comunidad judía que ni siquiera consideraron un peligro para la fe, por lo que ni se molestaron en refutarla. Esto demuestra que el judaísmo bíblico, posbíblico y talmúdico nunca creyó en la reencarnación. Sin embargo, con la propagación de la cábala, todo cambió. Desde luego, no faltaron voces de protesta, que denunciaron la doctrina como una “superstición pagana, opuesta al espíritu del judaísmo”.
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