Loco entusiasmado,
Navegué en la serena belleza de tu mirada,
Jactancioso, creí conocer lo que era la Eternidad,
¡Qué iluso, me equivoqué!
Trémulas gotas de rocío pendiendo de una rosa, Mis labios,
Y En ese preciso instante…
Me di cuenta que había vivido en el engaño,
Porque al sentir el cálido roce de tu boca,
En el sencillo acto de un beso espontáneo
En ese sutil contacto,
¡Oh, sensación maravillosa!
Se halla la verdadera Eternidad.
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