Sentado en este oscuro habitáculo, mordiendo un triste sandwich, luego de haber sido apretujado en un tren subterráneo lleno de asalariados sudorosos, he decidido comenzar de inmediato -no hay tiempo que perder- con mi plan de escalamiento social.
Quiero que los demás trabajen para mí y mirarlos desde lo alto de la pirámide. Y ni siquiera mirarlos ¿para qué tapar mi vista con sus feas y tristes caras? mejor caminar libremente -y sin culpa alguna- sobre sus cabezas. Tener bienes que me renten. Ser el mejor atendido en los restaurantes y no pagar la cuenta. Llegar a un lugar y que los calzones de las mujeres se caigan solos.
¿Se entiende?
¿O eres de los leeeentos?
Haré una recopilación de las mejores prácticas que me tendrán siempre parado en el palo de arriba del gallinero.
Y todos ganaremos. Win-win.
Trae también tus observaciones y experiencias de escalamiento. ¿Qué es lo que hace que alguien sea un ganador en toda circunstancia? y cuando digo en toda es en to-da circunstancia.
De este ejercicio libre y provechoso, me comprometo a editar un libro, un manual que se hará mundialmente conocido, con apartados para cada país que considere sus costumbres y tipos humanos, ¡un exitazo!
Adelanto que las ventas las repartiré en forma justa: de acuerdo al nivel de participación. Y los mejores… ojo, sólo los mejores… tendrán un plus: ¡aparecer en la portada de este seguro bestseller!: “Manual del emprendedor social”
Comencemos con las mejores prácticas del emprendedor social:
1) Olvida las sonrisas gratuitas.
Hay gente que al llegar a un lugar reparte saludos afectuosos a todo el mundo sin discriminar la jerarquía de cada quien ni la ganancia personal a obtener y de paso quedando como un bobo. No, no, no Guarda la simpatía y cercanía para la gente de poder y marca la distancia con el resto con un gesto corto y serio. Si no va a trabajar para ti, ignóralo, no existe. Y para tus subordinados cambia a una cara de reprimenda silenciosa (puedes practicarla en el espejo), la gente humilde reacciona automáticamente a ese rostro y se siente culpable – están adiestrados así desde niños.
Bien, ahora cuenta aquello que no ha escapado a tu perspicacia:
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