¡No me cabe la menor duda!
Si tanto te interesa lo que tengo yo que decir, primero responde las contradicciones que aquí has planteado, o al menos reconoce que no puedes hacerlo, y podré dedicar el poco tiempo que tengo a esos otros argumentos tuyos, cuya calidad y solidez ya logro vislumbrarlos, según tu estilo.
Mentiroso, pues Pedro no presenta el tártaro como lo presentaron los griegos. Él habla de otra cosa muy distinta, y no has podido refutar mi argumento, y ni siquiera te atreves a intentarlo. Te reto a que lo demuestres, a pierna suelta lo hago, porque no puedes demostrarlo sin contradecirte, tal como siempre lo haces. Pobre situación la tuya, acusando a la Biblia de tus propias miserias.
¡Tremendo brinco! Necesitas hacerlo, porque no puedes contestar mi argumento, que paso a repetirte: la promesa de ir al cielo se cumplirá con la venida de Cristo, no con la muerte, como lo demuestra Juan 14:3. ¿Por qué no refutas este argumento? Muy sencillo: porque no puedes. Por eso es que te ves obligado a hacer piruetas de un pasaje a otro, como el soldado que, desarmado en plena batalla, recurre a cualquier pedrusco o rama para lanzar a su enemigo.
Esperemos que "respondas" a mi primer argumento, para luego pasar a este, pues ya sé que cuando te responda, brincarás a otro pasaje sin aclarar el anterior.
El que se ha quedado estancado eres tú, que no has podido salir de la trampa del literalismo. Demuestra ya cómo es que las "almas" inmortales tienen ojos, lengua, dedos, penes, y cómo es que una gota de agua puede "refrescar" a una "alma" en llamas, y cómo es que los árboles pueden hablar. ¡Absurdo!
Si sigues huyendo de estas preguntas fundamentales, quedas denunciado por tus propios argumentos como un charlatán y un mentiroso.
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