Las MANDRáGORAS de Rubén : lo que la Biblia NO dice ...

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Amig@s :

Gén. 30:14-24 nos habla de unas mandrágoras que Rubén, hijo primogénito de Jacob y Lea, encontró en el campo, "en tiempo de la siega de los trigos".

Las mandrágoras son unas plantas herbáceas de las regiones cálidas cuya raíz, tuberizada y bifurcada, recuerda la forma de un cuerpo humano a la que antiguamente se le atribuían numerosas virtudes (entre las cuales figuraba la fecundidad), y se usaba en las prácticas de hechicería.

Ver mandrágoras :

[url="http://es.wikipedia.org/wiki/mandragora"]http://es.wikipedia.org/wiki/mandragora[/url]

Dice el relato bíblico que cuando Rubén le trajo a su madre Lea dichas mandrágoras, Raquel, (hermana de Lea) le pidió a ésta que le diera algunas.

(Cabe precisar que Raquel era estéril en ese momento, lo cual puede explicar el motivo de su petición).

Lea tomó muy mal la petición de su hermana, por cuestión de celos : no olvidemos que Jacob amaba a Raquel, más que a Lea, ya que fue engañado por Labán (ver Gén. 29:16-31). Entonces, Raquel le propuso un trato : si Lea le daba algunas mandrágoras, Raquel renunciaba a acostarse con Jacob aquella noche, y se lo cedía a Lea. ¡ Trato hecho ! Raquel obtuvo las mandrágoras que quería, y Lea se llevó a Jacob al huerto, como dicen los españoles ...

Lea cayó encinta, y parió a Isacar. Después, volvió a caer encinta, y parió a Zabulón. Más tarde, concibió y dio a luz a su hija Dina.

Preguntas importantísimas : ¿ Qué hizo Raquel con esas mandrágoras que le dio Lea, recogidas por Rubén ?


¿ Existe alguna relación de causa a efecto entre las mandrágoras que obtuvo Raquel, y el cese de su esterilidad ?


El v. 22 dice que Dios se acordó de Raquel, y que la oyó, y le concedió hijos : a José y, más tarde, a Benjamín.

Continuará. Saludos.

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Si nos dejamos guiar por lo que sabemos acerca del uso que hacían muchas mujeres estériles, o que creían serlo - quizás eran sus hombres, los verdaderos estériles, en muchos casos -, Raquel le pidió mandrágoras a su sobrino Rubén, ¿ con qué fin ? ¿ Quería comérselas en ensalada, o cocidas ? ¿ Qué otra cosa podía hacer con ellas ? ¿ Usarlas como talismanes que atraerían la fecundidad con la cual tanto soñaba ?

No olvidemos que esa misma Raquel, supersticiosa como era, había hurtado y escondido bien los ídolos de su padre Labán, Gén. 31:19, 34.

La Biblia guarda silencio al respecto. No acredita la tesis del uso supersticioso de las mandrágoras por parte de Raquel, pero tampoco la desacredita. Lo cierto es que, como el que no quiere la cosa, agrega que Dios hizo cesar su esterilidad ...

Por tal razón, podemos pensar que los redactores de Génesis sí que implican que Raquel se sirvió de alguna manera de las mandrágoras de Rubén para deshacerse de su maldita esterilidad.

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Ahora bien, si leemos escritos parabíblicos, como el Testamento de Isacar, (el quinto hijo de Jacob y de Lea), podemos tener una idea más exacta de lo que hizo Raquel con esas mandrágoras, y lo que representan en ese relato. Veamos :

Cuenta Isacar que cuando Rubén volvió del campo con esas mandrágoras, Raquel lo vio, y se las quitó. Rubén se puso a llorar y oyéndolo Lea, salió para ver por qué lloraba. El v. 5 del capítulo 1 dice que "las mandrágoras eran manzanas perfumadas que producía la tierra de Aram". Y las mandrágoras que Raquel le arrebató a Rubén tenían dos manzanas, v. 7. Lea se pone furiosa y entabla una logomaquia con Raquel : Lea le echa en cara que Jacob era su marido desde su juventud; a lo cual Raquel replica que todo fue un engaño del padre de ambas, Labán. Y para zanjar, Raquel le propone alquilarle a Jacob durante una noche a cambio de las susodichas mandrágoras. Obsérvese que "alquilar" es el mismo verbo que usa, no ya Raquel, sino Lea en Gén. 30:16. Nada de vender, es decir, ceder definitivamente. Sólo alquilar. Y por una noche. Entonces, Lea le echó el guante a Jacob, y concibió de él a Isacar, el narrador.

Pero eso no es todo : Isacar especifica que YHVH le apareció a Jacob, y le dijo : "Raquel dará a luz dos hijos, por cuanto ella desdeñó el acto carnal, y escogió la continencia", 2:1. Observen el paralelismo entre los dos hijos de Raquel y las dos manzanas. Es el propio Isacar quien así lo establece al escribir :

"Si Lea, mi madre, a cambio de ese acto carnal, no hubiera dado esas dos manzanas, habría podido traer al mundo ocho hijos. Pero sólo trajo seis, mientras que Raquel trajo dos pues, valiéndose de las mandrágoras, el Señor la visitó", 2:2.

Semejante descripción y análisis interpretativo por parte de Isacar de lo acaecido a Raquel con respecto a las dos manzanas que pendían de las mandrágoras de Rubén me lleva a pensar que los redactores de Génesis y del Testamento de Isacar veían alguna correlación, aunque fuera meramente simbólica, no necesariamente física, entre la presencia de las dos manzanas, y los dos hijos que, más tarde, tuvo Raquel : José y Benjamín. No fueron las dos manzanas de esas mandrágoras las que influyeron en la concepción de los hijos de Raquel sino, más bien, la decisión de Raquel de renunciar a tener coito con Jacob por el puro placer sexual que podría tener con él, a sabiendas de que, siendo ella estéril, dicho coito, por placentero que fuese, no le daría ningún hijo. Dicho de otra manera, para la estéril Raquel, más valor tenía llegar a ser madre de hijos de Jacob, que ser una de las cuatro mujeres suyas.

Isacar revela que en vez de comerse las dos manzanas, Raquel se las dedicó a YHVH, v. 5. ¡ Ahí está el meollo ! Nada de estríctamente afrodisíaco en el relato de Isacar, como tampoco lo hay en el relato bíblico. Y, sin embargo, 2:5 dice que "no se las comió, aunque tuvo ganas de hacerlo", sino que se las ofreció al sacerdote del Altísimo que existía en aquel tiempo".

Moraleja : la lección del Testamento de Isacar es que YHVH le dio dos hijos a Raquel, ejemplificados a través de las dos manzanas, como recompensa por haberle dado la prioridad al deseo de maternidad, por encima del deseo de goce sexual. Así lo expresa el propio Isacar :

"[El Señor] había visto que era para tener hijos que ella deseaba unirse a Jacob, y NO por amor al placer", 2:3.

¡ Tremenda bofetada para Lea !