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Tema: La concepción de la intencionalidad social

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    Predeterminado La concepción de la intencionalidad social

    La intencionalidad es un concepto fenomenológico que se caracteriza por su orientación, su carácter orientativo y hacia lo que está dirigido. Lo importante de la intencionalidad es lo que la define no como concepto, sino lo que le da realidad, correlato. Los objetos a los que nos dirigimos son los que muestran nuestra intencionalidad.

    No es difícil ver la intencionalidad del sentido de acción social weberiano. Toda acción dirigida a los otros es acción social. El elemento crucial es que debe tener un grado de conciencia de esta orientación en su concepción subjetiva. El sujeto debe estar dirigido a un sentido social, no a su mera recreación subjetiva. En la intencionalidad social, la definición de sus objetos, encontramos el esquema que permite amoldarlos a la comprensión del objeto enraizado. Nos desensimismamos en la acción social y nos mezclamos con sus objetos en las síntesis sociales. La privacidad psicologista se hace no sólo pública, sino que se encauza en los significados. Miran a la raíz que les da sustrato para crecer, posibilitando su discurso y ontología. Pero la acción no es deudora sólo de ella sino de su comprensión como totalidad. Los efectos sociales no se desvinculan, pues, de sus causas, y se entienden como parte de un proceso.

    Me temo que la noción de comprensión de Weber se ha malinterpretado por ignorar la filosofía que escondía. No es una comprensión caritativa o meramente empática, sino es un esquema lógico. La lógica de los objetos a comprender, a establecer el sentido en los que la acción social es representable.

    La sociología de Weber se ha desligado de su representabilidad y se la ha lanzado a la interpretación. Si duda que ésta podría entrar en la labor comprensiva de la elaboración de una interpretación de la acción, históricamente vinculada a la fenomenología, pero no es ahora el caso. En lugar de asumir esa tradición de filosofía de la historia y corrupciones hegelianas, retomamos el camino desde Kant. Con sorpresa, relacionamos a Kant con la formidable filosofía volitiva de Schopenhauer y las modificaciones que emergen inmediatamente a la conciencia. Este sentido, similar a la actitud característica de Pompilio, no es sino otro objeto que se modifica en esa conciencia, en la representación que se hace a sí. El orden volitivo es, desde esa nueva relación, emergente no sólo de sus originales condiciones, sino de las nuevas de la apercepción del sujeto. Si en sociología el sujeto no tiene más interés que como parte del proceso de acción social, lo que la hace común y sobresaliente es lo que la define como nuestro objeto de estudio.

    El increíble filósofo Peirce llegó a unos mismos objetos que descubrían nuestra intencionalidad, la intencionalidad social. Su orientación social era un estar dirigido a ellos por su deuda con ese significado desde su origen. Sus degeneraciones eran las modificaciones posibles.

    Lamentablemente, se piensa que los filósofos del pasado pensaron los objetos sin dejarnos la posibilidad de su actualización. Es un desmérito de nuestra propensión actual a la precipitación de los discursos y a violar sistemáticamente la seriedad que debe caracterizar el compromiso del autor con su obra.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 25/09/2008 a las 05:09

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