Hace unas semanas se publicó en España un editorial en un conocido diario en el que, como consecuencia de un fatídico accidente aéreo, se mencionaba La sociedad del riesgo, la influyente obra de Ulrich Beck. Firmaba dicho editorial un catedrático de Historia de las ideas. Comenté mucho el artículo con mi mujer porque iba claramente dirigido a un público sin formación sociológica y me opuse al enfoque que se daba a lo que llamaría aceptación de expectativa.

Tal y como comenté hace meses en relación a la importancia que daba Giddens a la confianza, su ontología y lo significativo de los enfoques psicoanalíticos, es un verdadero despropósito negar la sociología como conciencia de la actualidad en su acción social y desmitificación de la evidencia como realidad social. Me he referido a ello como irresponsabilidad, posiblemente, a consecuencia de la idiocia y su falta de conciencia.

El mejoramiento de la sociedad es un fin que acepto, más como político que como sociológico. Se ha hecho uso del enfoque teleológico de Comte al respecto como si debiéramos rendir culto a esa filosofía prehistórica que no sabía ni podía saber nada de la actualidad. Filosofía de la historia visionaria. La sociedad, en las síntesis sociales y el cauce de su discurso, emerge en su aglutinamiento con la fluidez de sus condiciones, su posibilidad o lo que la posibilita.

Como sostuve hace unos días no hay sociología más tonta y pedante que la que se actualiza con problemas científicos que no son su caso. Hace bastante se mencionó un artículo en el que algunos sociólogos o filósofos eran criticados por usar jerga científica con sentido pseudocientífico. Por el contrario, defiendo que el sociólogo no necesita esa jerga para nada. ¿Se encuentra, acaso, la nueva conciencia del tiempo en su relación con la concepción que del mismo tiene la física? ¿no defendí que Durkheim, hace casi un siglo, desafió la incondicionalidad de Kant? ¿no desafía cualquier sociólogo relevante la novedad que la urgencia social reclama como su verdadero objeto? ¿no desafía Bauman la anomia afirmando su cauce de eticidad?…. La nueva sociología, con todo su derecho, se reclama en sus términos, en los objetos que la reclaman, la urgen.

Insisto en mi proposición de que el más importante objeto de la sociología no es su ciencia sino la conciencia de su urgencia. Eso la daría auténtico sentido como ciencia, siendo la otra, la despreciable cientificista, su incomprensión, el límite, borde, insuficiencia y ausencia que reclama su primacía en su falta. ¡Es el colmo!.

Es sorprendente que se reclame a sociólogos y filósofos la aceptación de la primacía que criticamos. A pesar de que la gente con preparación filosófica se ve, aunque no quiera, inmersa en problemática científica, se nos reclama que la rindamos culto. Ni la filosofía ni la ciencia pueden exigir su primacía, son sólo actividades y no la totalidad. Así, no es de extrañar que diga que no hay ciencia, como digo que no hay filosofía, igual que digo que no hay cosa en sí; lo que hay es su problema, su objeto y su urgencia.