Siguiendo la propuesta inicial de su fundador, Auguste Comte, es necesario que la sociología deje de ser una rama de la filosofía y se afiance como una rama de la ciencia experimental. Por ello es necesario recalcar cuáles han de ser los aspectos esenciales que se deben contemplar. Entre los aspectos prioritarios considerados por Comte aparecen los siguientes:
1) Existe una evolución de las ramas del conocimiento que va desde una etapa teológica, seguida de una etapa filosófica para, finalmente, llegar a la etapa científica.
2) La “física social” (como Comte denomina primeramente a la sociología) deberá construirse en forma análoga a las ciencias exactas.
3) El conocimiento, por lo tanto, ha de estar asociado al conocimiento de leyes naturales invariantes y habrá de estar organizado en forma axiomática.
Como toda rama de la ciencia, la sociología deberá ser compatible con otras e, incluso, habrá de fundamentarse en alguna de ellas, como puede ser el caso de la neurociencia.
Uno de los conceptos básicos y esenciales para la descripción del comportamiento del hombre es la actitud característica. Por medio de esta relación entre respuesta y estímulo, podemos considerar las cuatro actitudes básicas del hombre: amor, odio, egoísmo y negligencia. Estas serían las actitudes predominantes asociadas a un comportamiento normal. Es oportuno aclarar que cada individuo responde con una superposición de estas actitudes básicas, siendo posible una modificación de la actitud característica debido a la influencia del medio social.
En neurociencia se ha considerado no sólo el comportamiento normal, sino también las variaciones de las actitudes que son consideradas como “trastornos emocionales”. Daniel P. Cardinali escribe: “Las enfermedades emocionales se caracterizan por la anormalidad de las experiencias emocionales y expresivas que constituyen la afectividad. En condiciones normales, la afectividad de una persona se encuentra en la neutralidad, con episodios leves de euforia (llamados «felicidad») y episodios leves de tristeza (llamados «infelicidad»). Cuando se sale de estos límites, se entra en la patología emocional” (De “Neurociencia aplicada” – Editorial Médica Panamericana). En el mencionado libro aparece el siguiente cuadro:
Depresión grave: Por lo menos dos semanas de insomnio, desesperanza, apatía, anorexia.
Depresión moderada: Similar a la depresión grave pero menos intensa
Normal: La emocionalidad puede variar de día a día pero no interfiere con la vida normal
Hipomanía: Por lo menos cuatro días de euforia, disminución del sueño, autoestima aumentada, grandiosidad.
Manía: Por lo menos una semana de máxima manía, a veces estados mixtos de manía y depresión.
Según predomine uno de estos estados, u oscile entre varios, Daniel P. Cardinali hace la siguiente clasificación:
Depresión: Depresión grave
Distimia: Depresión moderada
Ciclotimia: Depresión moderada – Normal – Hipomanía
Bipolar 2: Depresión grave – Depresión moderada – Normal – Hipomanía
Bipolar 1: Depresión grave – Depresión moderada – Normal – Hipomanía – Manía
Desde este punto de vista, nos imaginamos que algún día se propondrá como “normal” la actitud del amor, y como “trastorno emocional” al odio, el egoísmo y la negligencia. Al menos debemos tener en claro cuáles son las actitudes básicas del hombre y cuáles son sus efectos inmediatos.
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