Debido a las dificultades sociales y económicas que persisten actualmente en muchas sociedades, sigue abierto el debate respecto de las posibles alternativas al sistema de producción y distribución capitalista. Dicho sistema surge de la división del trabajo y del posterior intercambio en el mercado. Podemos sintetizar los aspectos básicos de la economía de mercado, o capitalismo, en la siguiente igualdad:
Capitalismo = Trabajo + Ahorro productivo + Libre intercambio + Ética
De no cumplirse con alguno de estos requisitos básicos, el sistema no dará los resultados óptimos que se han de esperar.
Generalmente se asocia a este sistema una esencia competitiva. Sin embargo, no es excluyente la posibilidad de establecer un sistema capitalista cooperativo, que tendería a subsanar algunos de sus aspectos más criticados. De ahí que la primera alternativa al capitalismo habría de ser el “capitalismo cooperativo”, en el cual el aspecto ético debe preponderar aún en los intercambios de tipo económico. En realidad, las virtudes humanas, si son tales, deben mostrarse en todas y en cada una de nuestras acciones cotidianas.
A pesar de que los principales países socialistas (ex URSS, China) abandonaron la economía planificada, todavía hay quienes suponen que puede en algún país funcionar adecuadamente. Podemos establecer una igualdad descriptiva respecto de tal sistema:
Socialismo = Trabajo + Confiscación estatal + Distribución equitativa
En realidad, toda sociedad real se encuentra en algún punto intermedio entre el capitalismo y el socialismo, desde la total ausencia del Estado a la total ausencia de la propiedad privada, ya que existen sociedades mixtas con distintos porcentajes de participación entre lo privado y lo estatal.
Quienes adhieren al sistema capitalista encuentran en la libertad (económica, política, social) la principal ventaja y la principal meta. Quienes adhieren al socialismo encuentran en la igualdad a su principal objetivo. De ahí que los socialistas critican las desigualdades sociales de los sistemas capitalistas mientras que los liberales critican la ausencia de libertad en los sistemas socialistas.
Es oportuno aclarar que, además de los intentos puramente teóricos que establecemos los hombres para describir los sistemas políticos y sociales, existe una realidad que excede a estas descripciones, demostrando sus limitaciones. Así, en muchos países capitalistas existe una gran distribución de la producción y una igualdad social aceptable, mientras que en los países socialistas existen (o existieron) marcadas y netas divisiones sociales. De ahí que el socialismo vendría a ser una sociedad de “capitalismo con una empresa” (el Estado) que acentúa notablemente todos los defectos criticados al capitalismo privado. El socialismo, sin embargo, se presenta actualmente como una alternativa al capitalismo.
En las sociedades libres, cuando el trabajador gasta menos de lo que gana, es posible que ahorre el excedente, sacrificando en parte el bienestar presente en función de cierta seguridad futura. Si ese ahorro se materializa en la compra de acciones de alguna empresa, o en préstamos a quienes vayan a emprender alguna actividad productiva (a través de los bancos), favorece la producción y el bienestar de la sociedad.
Este proceso, aunque favorece la producción, es criticado severamente por los socialistas como si se tratara de algo perverso. De ahí que en la ex URSS no existían bancos. Incluso era considerado perverso el comercio libre, por lo que tampoco existía. Hace poco tiempo atrás, el actual líder cubano Raúl Castro propuso que sus gobernados puedan llegar a ser propietarios de sus viviendas y que éstas puedan ser heredadas por sus hijos. Ello indica que antes que se tomara esta decisión, pocos cubanos habrán tenido, seguramente, la voluntad de esforzarse en construir una casa que no será para ellos ni para sus hijos, sino para “la gran empresa”, que es el Estado.
El socialista supone que, aún quitando rentabilidad a la actividad productiva, seguirá habiendo interés en arriesgar trabajo y dinero, como ocurre en el caso de las retenciones confiscatorias al campo argentino. Roberto Cachanosky escribe:
“Las políticas populistas han provocado que el hecho de invertir en el país se haya convertido casi en un delito: si lo hace, usted será perseguido por el Estado y será señalado como el culpable de la pobreza de sus compatriotas. El resultado: fuga de capitales”.
“Los populistas demagogos siempre buscan a un culpable o enemigo para explicar la pobreza. Para ello es necesario crear resentimiento social haciéndole creer a la gente que la pobreza de unos es producida por la riqueza de otros”.
El surgimiento de tendencias confiscatorias, como son los casos de Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, los Kirchner en Argentina, favorece que los capitales de inversión vayan a lugares seguros como EEUU. Roberto Cachanosky escribe: “Así, en vez de crear puestos de trabajo en la Argentina con los ahorros que generan los que producen en el país, los argentinos terminan financiando la creación de puestos de trabajo en los países desarrollados” (De [url]www.economiaparatodos.com.ar[/url])
En las sesiones del Congreso Nacional, un diputado oficialista habla explícitamente de establecer un “castigo” a los pools de siembra mediante impuestos confiscatorios a la producción exportable. Tales grupos de inversores están constituidos por ciudadanos comunes que participan con sus ahorros en una inversión para ser aplicada a la producción. Sin embargo, recordemos que el socialista considera perversa tal actividad, la que debe ser desalentada severamente.
Para muchos socialistas quedó atrás el sueño de ver a la ex URSS como el Imperio Mundial triunfante absoluto. Pero, así como el aficionado al fútbol disfruta tanto un éxito de su equipo como una derrota del rival, el nuevo sueño del socialista es ver la caída estrepitosa del capitalismo y de los EEUU. En caso de cumplirse el nuevo sueño socialista, habrá una severa catástrofe económica y social en todo el planeta, aunque esto le resulta ser un “detalle menor”. No olvidemos que la igualdad predicada por el socialista en realidad disfraza la búsqueda de una liberación de cierta envidia que motiva su íntimo accionar.
Las empresas de EEUU generan un 40% de la producción mundial, mientras que las empresas de la Unión Europea superan esa cifra. También las empresas del Japón producen un significativo porcentaje de dicha producción. Sin embargo, para el socialista sólo las empresas de EEUU son perversas y, por lo tanto, estima que deberían desaparecer. Este vendría a ser un nuevo “racismo” que no conduce a mejoras concretas.
Es difícil llegar a acuerdos por cuanto no disponemos de descripciones precisas respecto del accionar del hombre y sus vínculos sociales. Aún así, la utilización sistemática de la mentira, o de las verdades parciales, conduce a una confusión creciente que hace que el individuo común apoye frecuentemente a tendencias que buscan su destrucción.
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