Ese sentido ético de la práctica social y la búsqueda de su mejora lo aceptaría en lo que en su día propuso como “descubrir“ la ética. Mi recelo consiste en tomarlo como algo en sí mismo y no en su verdadera realidad; es decir, se lo acepto si me muestra su intencionalidad.
¿Quién dijo que no exista la ética? El orden de la conducta atiende a un cauce que viene determinado por órdenes inferiores –anteriores- y en su representación está gran parte de su urgencia, que en su conciencia puede dar lugar a la improbabilidad de su emergencia. Si desea agruparlos bajo una ley general es fácil que no entienda el porqué de su modificación. Las pautas sociales se regulan conforme a reglas que podemos conocer y no sólo imaginar como ahí y ya está. Atienda a los grados porque en ellos está su modificación y déjese de absolutos y dogmatismos sin sentido que no puede defender.
Es que se afirma lo que tiene sentido y es real y no ver lo que se quiere ver. ¿No decía usted que algún día la ética dejaría de ser parte de la filosofía para serlo de las neurociencias?. Pues bien, me gustaría conocer de dónde saca usted la reproducción de órdenes superiores en su anidamiento cerebral trabajando con los inferiores. ¿Cómo toma usted la función que le permita afirmar lo que no conoce? ¿de dónde saca el criterio de puesta en relación? Como quiere afirmar la ley general –que no conoce- no se interesa por su concreción, aunque ahí esté su urgencia. No hagamos la casa empezando por el tejado que ya somos mayorcitos.
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