¿Querés que diga más?
¿Qué más querés que diga?
Si cada vez que abro la boca te dan ganas de romperme los dientes;
debería darte vergüenza pero hacés alarde
de tus paseos rebeldes por jardines ajenos
en los que sembrás la discordia por no tener otro talento,
y eso es lo que me da más lástima:
tu patético intento de ser valiente.
Y viene otro más detrás del primero,
se sale el segundo de la vaina por tirársete a la cara
como un escupitajo vengador de la deshonra de unos pocos
que por sentirse dignos de respeto
fueron puestos por suela de tus zapatos;
y los arrastraste detrás tuyo
los llevaste en tu caída,
y todo por el estúpido egoísmo que se te cuela por la frente
y te suda en el cerebro
unas ganas locas de enterrarnos vivos.
El tercero al hilo no deja lugar a nada,
son pocas palabras pero muchos los dolores que sacan,
lo sé, te duele en los ojos y en el orgullo
si es que aún te queda de él un poco
olvidado en algún bolsillo lleno de agujeros
hechos por las polillas que cargaban con tu hambre de poder;
y qué pena, lo repito, me da lástima
que te sometas por gusto a la indecencia de otros
porque yo suponía que eras diferente
pero se ve que de la dignidad que te otorgaba
no tenías en la alacena ni un poquito.
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