Todos apreciamos la alegría, pero nos equivocamos al pensar que es una emoción que viene y va sin que nada podamos hacer.
Al contrario, podemos aprender a crearla en nuestro interior. Las recompensas incluyen ser más flexibles y creativos mentalmente, afrontar mejor las adversidades e, incluso, disfrutar mejor de la salud.
La alegría es la auténtica chispa de la vida. A veces llega de manera repentina, como una explosión de luz que barre todas las sombras y tinieblas emocionales en un instante. Otras veces va conquistando el corazón poco a poco, como un baile contagioso que va despertando a una célula tras otra hasta que la irrefrenable marcha se extiende a todo su palpitante ser. Los momentos alegres son los que buscamos, los que no queremos perder, los que recordamos, los que añoramos y esperamos.
No hace falta vender la alegría con campañas publicitarias y eslóganes, se vende sola ¿O no?
En realidad si nos fijamos, la alegría también tiene sus detractores. En el mundo intelectual de Occidente, hay mucho aguafiestas que parece preferir una sobriedad sombría a una alegría supuestamente “frívola”. Hay quien cree que la gente alegre debe ser ingenua, ignorante o sencillamente tonta, incluso, que el ser tan alegres sería casi una irresponsabilidad.
La alegría forma parte de las emociones positivas, que antes ni siquiera se consideraban dignas de estudio.
Pero habría que saber de qué se habla: ¿qué es la alegría? Puede definirse como una emoción, una reacción mental y corporal a ciertas situaciones; en definitiva, algo que sentimos. En esto, difiere de lo que se llama comúnmente la “felicidad”, ya que yo puedo ser feliz aunque en este momento esté enfadada o triste por algo concreto.
Los momentos de júbilo y gozo emocional se corresponden con ciertos procesos químicos y neuronales que en principio pueden medirse, aunque la ciencia aún no alcance a hacerlo con precisión.
Las causas de la alegría son muchas, pero generalmente pueden reducirse a una fórmula muy sencilla: obtener algo deseado o evitar algo no deseado. No podemos estar siempre alegres y, aunque lo intentemos con drogas, tarde o temprano volverán las emociones negativas. Pero ¿por qué no planteárselo desde otro punto de vista? Por ejemplo: a pesar de los malos momentos, los buenos siempre regresan.
La psicología da cada vez más valor a las emociones positivas. La doctora Fredrickson, de la Universidad de Michigan, comenta que “estas emociones nos estimulan al ampliar y construir el repertorio de habilidades y recursos de los que disponemos”. Cuando nos sentimos contentos, buscamos la compañía de los demás, forjamos lazos de amistad y ampliamos la red social, que puede ser muy útil en el futuro. La alegría nos impulsa también al juego, la practica de habilidades y destrezas en un entorno seguro donde no importa si nos equivocamos o fracasamos. Esta práctica nos permite ir creciendo y aprendiendo de tal manera que podamos aplicar lo aprendido cuando lo necesitemos.
La Alegría mejora la salud, tiene efectos sorprendentes sobre las capacidades mentales e incluso la salud física. Las emociones positivas se asocian con un tipo de pensamiento abierto, flexible y creativo. Permiten afrontar mejor el estrés y las situaciones adversas, con el consiguiente impacto sobre la salud mental. Hay ciertas filosofías como el yoga, en las que una disposición alegre se considera un precepto moral.
Es posible aumentar nuestra capacidad para la alegría, tratando de reducir emociones negativas como el estrés y potenciar positivas como la relajación consciente o la meditación, trabajar sobre nuestros pensamientos, toda vez que son los que motivan nuestras emociones.
Otras ideas sencillas, buscadas en los pequeños placeres diarios: darse un baño de agua tibia, llamar a un viejo amigo, una lectura estimulante, un rato de música y nomás, deleitarse con un buen trozo de chocolate o un paseo por un buen foro (jajaja… estas últimas las agregué yo) Otra idea es la de compartir esa alegría, ya que al compartirla, crece.. y si no, pregúntenle a Ruth jajaja…
Es que el objeto no es estar siempre alegre, la alegría permanente no es más que una distopía. La alegría, hay que ganársela, y no significa nada sin el contraste con otros momentos menos agradables. Pero el punto es añadir a la rutina cotidiana, aquí y allá, esa chispa de la vida.
Por eso… viva la alegría y la gente alegre jeje..
Fuente: Mente Sana… Eduardo Jáuregui. (Extracto)
Y a ti... ¿Qué te alegra la vida?
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