“Algunos filósofos se figuran que lo que llamamos nuestro YO es algo de lo que en todo momento somos íntimamente conscientes; que sentimos su existencia, y su continuidad en la existencia, y que, más allá de la evidencia de una demostración, sabemos con certeza de su perfecta identidad y simplicidad.”
David Hume. Tratado sobre la naturaleza humana Sección VI. Sobre la identidad personal, Pg. 353
David Hume fue, además de un conocido filósofo, un pensador problemático. Su estilo de escepticismo puso al descubierto problemas que desde entonces no están solucionados. Su principal asunto es el de la unidad de percepciones.
La unidad trascendental del sujeto conocida como yo es algo que no llegó a solucionar. Trató de deshacer la yoicidad y expulsar a la confusa sustancia, pero no había sustento que justificase el cambio. ¿A dónde y de dónde se remiten las representaciones en último grado?
Hace un tiempo me topé con una obra de John Searle en la que se mostraba contrario a recomendar lecturas como las del Tratado de Hume, justificando su opinión en que llevaban a grandes errores. Pienso lo contrario, Hume sabía la debilidad filosófica del concepto de unidad. El gran Kant trazó el plan de su increíble crítica para superar el derribo del orden objetivo del mundo ante la falta de fundamento definitivo. No me cabe duda de que si Hume siguiese vivo le hubiese ofrecido a Kant algunos graves problemas desde sus mismas teorías.
En mi opinión, Karl Popper, al que considero básicamente kantiano, asumió la inconsistencia definitiva como el problema epistemológico por excelencia. ¿Cómo puede un ser subjetivo concebir la objetividad?. Aunque mi alemán es muy pobre, logré traducir al español esa idea de Kant, que encerraba lo que he llamado “su trampa”, y que, de estar Hume vivo, sería su lanza de guerra. El juicio en su unidad crea la reproducción, pero no le basta con ello, sino que la asume objetivamente. Un gran defensor de la objetividad como Popper, o del conocimiento objetivo, sabía lo supuesto de la propensión de la mente, por eso es problemático y se ha de mostrar su falsedad.
Es peligroso tomar como cierta la reflexión de Hume o Kant, el problema de la causalidad y el apriorismo, sin acudir a sus obras. Esa gente escribió muchas páginas repletas de complejas ideas que no es siempre fácil entender. Hablar de sus ideas no es un problema de citar lo que se dice de ellos, es referirse a sus ideas como los problemas a los que atendían.
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