Rájame la piel, así, amado filo
que no sienta yo el dolor de mi alma,
que opaquen tus alaridos desgarros
el lamento de mi ser.
Profundo, como la pena que es mi vida,
frío como el penar que supone mi calvario,
así penetre tu hoja en mi carne,
así, como la lluvia en el río.
Destájame los sufrimientos y que sangre
mi corazón a través de tus surcos,
que se consuele con el duele de la piel
el apátrida sufrir del ánima.
Destajos, consuélame el alma...
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