¿Será posible que los trastornos de la afectividad y de la vida emocional del niño puedan alterar el curso de su aprendizaje?


El proceso funcional del aprendizaje lo podemos explicar en base a circuito que se inician con la estimulación ambiental recibida y se cierran con la respuesta motora que se suscita.

Cuando el niño aprende a hablar el circuito Fisiológico de este aprendizaje se nutre de la estimulación auditiva que recibe, la capta, la interpreta y finalmente, responde por medio de las líneas aferentes de condición nerviosa que regulan la motricidad de los órganos articulatorios, para poder hablar. Todos los aprendizajes conducen a una reacción motora tendiente a una mejor adaptación ambiental. Así, la influencia del psiquismo en la Fisiología nerviosa se traduce en procesos químicos internos de alta complejidad, que puede modificar la estructura neuronal temporal o definitivamente, según la naturaleza y severidad del conflicto.
La cadena funcional que rige las alteraciones psicosomáticas se inicia con estímulos sociales relacionados con la vida emocional y sentimental del individuo.

ACCIÓN DEL HOGAR

La familia es la institución social que dirige la formación física, motora y espiritual del niño. Es en el hogar donde crece y se desarrolla acorde a los preceptos dictados por sus padres. Un niño bien estimulado, al que se le habla mucho, que se le quiere y se le atiende como necesita, aprenderá a hablar, a caminar, a leer y escribir, y su desarrollo cognoscitivo y psicomotor será más firme que el del niño al que le faltó estimulación y apoyo.

Todos los elementos de la familia influyen en la educación del niño, pero los directamente responsables son los padres. Son ellos los que modelan a sus hijos de acuerdo a la escala de valores que poseen y según las metas y expectativas que pretenden alcanzar en la formación de sus hijos.

NECESIDADES AFECTIVAS Y EMOCIONALES DEL NIÑO

Amor, protección, seguridad y estimulación. En primer término, el niño necesita del amor de sus progenitores para poder subsistir. Sus primeros años de vida dependen del cuidado y solicitudes que le brindan sus padres, y en forma muy especial, su madre.Las consecuencias del rechazo o desamor maternos alcanzan serias repercusiones en el desarrollo físico, psicomotor, intelectual y espiritual del niño. Un niño sin amor no crece, no evoluciona, no tiene deseos de comunicarse ni de avanzar hacia su superación.
Los problemas planteados por la depravación o desaferentación de afectos, ofrece una amplia bibliografía que demuestra la importancia del establecimiento de lazos afectivos filomaternos para el desarrollo de la personalidad y equilibrio emocional del niño.
La necesidad de amor no se limita a los primeros años de vida del niño, la sigue necesitando siempre. Debe sentir el apoyo firme de una familia organizada donde reine el amor y el afecto. El amor que los padres sienten y demuestran hacia sus hijos los conduce a protegerlo, apoyarlo y aceptarlo como es y comprenderlo.

La otra cara de la moneda con respecto a, el amor y la protección que los padres deben dar al os hijos, los lleva a tomar actitudes SOBREPROTECTORAS, las cuales pueden ser muy diversas; pueden derivarse de un sentimiento de culpa latente para tratar de remediar o compensar la falta de atención que le han brindado a sus hijos. Puede brotar del deseo inconsciente de que su hijo no crezca, que no se desarrollo ni alcance su propia autonomía, para que siempre dependa de ellos y puedan tenerle cerca. En general la sobreprotección no debe considerarse como un exceso de amor, sino todo lo contrario: como producto de un egoísmo, de conflictos psicológicos o de ambos, que afectan el equilibrio emocional del niño, así como también el de la familia.

La protección que el niño necesita atañe a sus necesidades físicas de alimentación e higiene, así como a sus necesidades psicológicas de aceptación y comprensión. Hay que procurar que el niño viva una niñes plena, acorde a sus necesidades de juego y movimiento. Cuando el niño ya esta en la etapa escolar, la actitud comprensiva de los padres hacia sus dificultades escolares va a ser más benéfica que la exigencia adusta sin ninguna explicación o justificación. La comprensión al niño conduce a la valoración real de sus capacidades y debilidades y a conocer la forma como puede balancearlas para ir superando sus dificultades.

Ante el caso de una deficiencia mental es preciso aceptar sus limitaciones propias y saberlo encaminar hacia las actividades más acordes a su capacidad. Así en el futuro podrá ser artesano, obrero, campesino o mozo, pero la sabiduría de los padres lo hará sentirse seguro de lo que hace para que logre una existencia grata y feliz.

Por otro lado el hecho de que los padres ofrezcan a sus hijos amor protección y comprensión, no quiere decir que, no se pueda establecer normas y disciplina en casa, ya que en toda agrupación humana existen leyes que controlan la convivencia entre los miembros que la componen y el carácter de sus relaciones.

En la institución familiar son los padres a quienes les corresponde el liderazgo, quienes eligen el tipo de gobierno y disciplina que norma la conducta de sus hijos, sus atribuciones, derechos y obligaciones basados en la escala de valores morales que poseen.

Independientemente del tipo de autoridad que se ejerce dentro de la dinámica familiar, es importante la continuidad y congruencia de los preceptos disciplinarios seguidos. Cuando esto no es así, puede desorientarse el niño, ya que no sabe si las reacciones de sus padres ante su conducta son justas o se deben al estado de ánimo en que se encuentra.