Vengo porque tu no ibas.
Vengo con las manos llenas de gestos
de macanas, de puentes
de qué sé yo qués
para decirte que estoy cansada
de que me dejes colgada en tu melena
enredada en tus neuronas.
Vengo para decirte que me importa nada
haber sido tan tonta,
haberte dicho "te quiero",
haber aceptado tu "te quiero"
sin haberle puesto peros ni porqués,
sin haber cerrado las ventanas.
Vengo porque no estaba acá,
estaba por ahí vagando en mi locura
cegada de palabras tiernas,
ensordecida de colores bellos y antinaturales,
porque si hubiesen sido naturales
no me habrían atraído.
Vengo con la boca llena y cerrada
para que luego no digas que fue mi culpa,
pues yo no hablé primero,
y que no digas que tengo moscas
pegadas en la lengua,
ni digas que esta lengua no es mía
sino que te pertenece
y quieras luego obligarme a decir lo que no dije
ni lo que nadie debiera decir.
Vengo porque tu no ibas
y si la montaña no va a Mahoma
es porque la montaña no tiene ganas
o no tiene pies
o no le importa Mahoma para nada,
entonces qué necio Mahoma de ir a ella,
salvo que la montaña a él sí le importara.
Vengo pues tú no fuiste
vaya uno a saber porqué circunstancias,
quizás la vida te pisaba los pantalones
y te tenía como atada al piso,
anclada en el orgullo o en la apatía.
Vengo, amiga que alguna vez fuiste,
a decirte que estás muy equivocada,
que la vida no es poner trapitos en las bocas
sino aceptar que sus dientes te muerdan
y luego fricarte para que pase el dolor
y cuando éste se haya ido,
besar esos labios que te mordieron.
Vengo porque tu no ibas
y porque nunca pensate ir... ¿verdad?
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