Parte VII
“Dos Preguntas Sobre la Crucifixión” lee el título de un fascinante artículo en la edición de abril de 1989 del “Bible Review” [“Revisión Bíblica”]. El mismo tiene dos subtítulos subyacentes: “¿La Víctima Muere de Asfixia?”, Y “¿Las Manos con los Clavos Sostendrían el Peso del Cuerpo?”
En el mismo, el autor desacredita la teoría anterior de la crucifixión como fue formulada por A. A. LeBec en el 1925 la que se le dio amplia publicidad por el Dr. Pierre Barbet desde el 1953 en adelante, la que dice qué (1) Jesús murió de asfixia debido a ser incapaz de alzarse para respirar, y (2) que los clavos de sus manos realmente fueron a través de sus muñecas (asumiendo que las palmas de las manos no podían sostener el peso del cuerpo). Al parecer ahora la evidencia no apoya ésta teoría de Barbet.
La investigación médica para este proyecto fue hecha por Frederick T. Zugibe, quien es asesor asociado y profesor de patología en la Universidad de Columbia del Colegio de Médicos y Cirujanos, así como autor del The Cross and the Shroud--A Medical Examiner Investigates the Crucifixion [“La Cruz y el Sudario--Un Examinador Médico Investiga la Crucifixión”]. Zugibe demuestra muy concluyentemente que:
(1) Jesús no murió de asfixia, sino de un choque de postración nerviosa tresnal y trauma. Adicionalmente, un hombre fijado con los brazos extendidos sobre su cabeza (como la Watchtower lo pinta) se sofocaría en minutos, mientras que un hombre con los brazos extendidos hacia los lados en un ángulo de 60 a 70 grados (como en una cruz) podría vivir durante horas sin sofocarse.
(2) Hay dos lugares en la PALMA de cada MANO que permitiría un clavo penetrar y cargar el peso completo del cuerpo de hasta sobre cientos de libras, haciendo innecesaria la “teoría de la muñeca” y las explicaciones de cómo los brazos de Cristo fueron fijados en la cruz.
Hacen años, LeBec y Barbet concluyeron que una persona colgada por sus brazos sobre la cabeza se sofocaría en cuestión de minutos, debido a la incapacidad de los pulmones de expandirse y contraerse en tal posición. Adicionalmente, el radiólogo austriaco, Hermann Moedder, experimentando con estudiantes de medicina en los años 40, colgándoles por sus muñecas con las manos directamente sobre sus cabezas (idéntico como están Jesús en el madero en las fotos de la Watchtower). En los primeros minutos, los estudiantes se pusieron pálidos, su capacidad pulmonar se redujo de 5.2 a 1.5 litros, les bajó la presión arterial y el pulso les aumentó. Moedder concluyó que la incapacidad para respirar ocurriría aproximadamente en unos seis minutos si no se les permitía ubicarse de pies y descansar.
Lo mismo aplicaría en el caso de Cristo, SI a él lo hubiese sido fijado en un madero como lo pinta la Watchtower, colgado de las manos directamente sobre su cabeza. Él se hubiese sofocado en cuestión de minutos.
No obstante, Zugibe, descubrió que si los estudiantes eran colgados con los brazos extendidos hacia los lados en un ángulo de 60 a 70 grados, ellos no tendrían ningún problema respirando durante muchas horas. Siendo que Lucas 23:44 y Mateo 27:45,46 muestra que Cristo estuvo en la cruz durante aproximadamente tres horas, la evidencia apunta nuevamente a una muerte en una cruz tradicional.
Zugibe llevó a cabo sus experimentos usando varios voluntarios que estaban dispuestos a probar colgarse de una cruz con varias variaciones, a ninguno se le requería mutilarse su carne o recibir daño corporal. Se usaron guantes de cuero especiales para atarles las manos a la cruz. Para demostrar que un clavo a través de la mano podía sostener varios cientos de libras, Zugibe, en otro experimento, utilizó brazos de cadáveres frescos, clavándolos en la palma de las manos en dos lugares distintos (vea la ilustración) y suspendiendo pesas de los brazos (¡un experimento bastante morboso, por decir lo mínimo!).
¿Si Jesús no murió de asfixia, entonces cuál fue su causa de muerte? Repasemos los eventos del día que Cristo murió.
Primero, Jesús experimentó pérdida en el volumen de su sangre de parte de ambos, transpiración y el sudar la sangre, debido a su angustia mental. Después de ser arrestado, él fue azotado con un látigo de cuero que tenía pedazos de metal o astillas de huesos en los extremos. Según las puntas penetraron la piel traumatizaron los nervios, los músculos y su epidermis. Le sobrevendría entonces el estremecerse con agotamiento, sudar severamente, y las convulsiones. Mucho del fluido corporal se perdería. Incluso antes de subirlo a la cruz, Jesús ya pudo haber entrado en un estado de choque de postración nerviosa tresnal, por haber sido azotado, la irritación de los nervios y del cuero cabelludo debido a la corona de espinas, y el ser golpeado por tiempo prolongado en diferentes ocasiones. Finalmente, a él se le clavó en la cruz con clavos de hierro enormes, que eran cuadrados a través de ambas manos, así como sus pies. El daño a los nervios le trajo un dolor increíble, agregándole un choque de postración nerviosa y pérdida de agua. Por un período de más de tres horas, cada movimiento ligero le habría traído un dolor insoportable. La muerte sería el resultado de un choque extremo de postración nerviosa debido a una combinación de agotamiento, dolor y pérdida de sangre.
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