Es oportuno preguntarse si existe alguna postura filosófica favorable para el científico. Al menos uno no puede imaginarse que alguien que no busque la verdad objetiva vaya a encontrarla. Esto se debe a que, en ciencia, precisamente, se buscan las leyes naturales, que tienen un carácter universal, o de validez general, que no está limitada a un lugar ni a una época.
Esto es de especial interés para el científico social, ya que el científico dedicado a las ciencias naturales, pareciera, tiene mejor asumido el carácter objetivo de las descripciones científicas. Si bien nadie puede afirmar que nunca tendrá éxito quien tenga una postura filosófica “incorrecta”, podemos intentar establecer algunos principios ideológicos básicos que, se supone, deberían formar parte de la actitud favorable mencionada:
1) Todo lo existente está regido por leyes naturales.
2) Estas leyes son invariantes en el tiempo y en el espacio.
3) La actividad del científico consiste en describirlas.
4) La existencia de estas leyes es independiente de que el hombre las describa, o no.
5) Es posible, en principio, conocer la totalidad de las leyes
Es oportuno mencionar la opinión de uno de los físicos que se ocuparon del tema, tal el caso de Max Planck, el iniciador de la teoría cuántica:
I) La naturaleza existe de por sí y el hombre no es sino una pequeña parte de ella
II) La naturaleza es legal (satisface leyes) y la legalidad es causal (no hay azar objetivo)
III) La realidad puede conocerse de a poco, aunque jamás perfectamente
IV) La ciencia marcha de la diversidad a la unidad, de lo subjetivo a lo objetivo, y de lo relativo a lo absoluto.
Mario Bunge escribe al respecto:
“La primera tesis, de la realidad del mundo exterior, era considerada como metafísica por el positivismo que reinó durante la vida de Planck, y que sigue siendo, aunque muy debilitado, la filosofía oficial de la física aun después de haber sido abandonado por casi todos los filósofos. Planck no se ruboriza cuando se le acusa de hacer metafísica (u ontología). Sostiene que las hipótesis de la realidad y legalidad del mundo son supuestos metafísicos de la investigación científica. Quien no las acepta no puede hacer contribuciones al conocimiento, ya que la finalidad de la investigación científica es encontrar el orden (la ley) en la realidad. (También Einstein pensaba así)”.
“La tesis II, de la legalidad de la realidad, fue concebida por Planck a la manera clásica. Si bien es cierto que Planck admitió que hay dos clases de leyes, las «dinámicas» y las probabilistas o estocásticas, creía que estas últimas eran inferiores a las primeras por dar lugar a excepciones inexplicables. Según Planck, en efecto, las leyes probabilistas, a diferencia de las causales, no son necesarias. Por este motivo preconizó el programa de la reducción de las leyes estocásticas a leyes dinámicas (causales) elementales. Reconocía que, desde el punto de vista lógico, también puede sostenerse la hipótesis contraria, del carácter fundamental de las leyes probabilistas. (Esta hipótesis subyace a la física cuántica)”.
“El principio filosófico III de Planck, a saber, el de la cognoscibilidad del mundo exterior, no es tan evidente como podría creerse. Ante todo, supone la realidad independiente de ese mundo, lo que a su vez es una hipótesis metafísica. Además, después de Kant se tiene el derecho a dudar de que podamos conocer las cosas tales como son en sí mismas: después de todo, el cerebro humano no es un registrador perfecto ni pasivo, los órganos de los sentidos son limitados, y no conocemos las cosas, en el laboratorio, sino por su acción sobre nosotros. Además, el positivismo nos asegura que sólo se puede conocer sucesos en los que hemos participado: nada ocurriría de por sí, independientemente del sujeto. Por ejemplo, Bohr y sus discípulos nos dirán que la teoría cuántica, aunque completa y por consiguiente perfecta, no nos informa sobre cosas en sí (electrones, átomos, fotones, etc.), sino sobre experimentos y mediciones”.
“La tesis de la cognoscibilidad de la realidad tiene como consecuencia la tesis de que nuestras teorías son imágenes (sin duda imperfectas) de la realidad. Ellas no son resúmenes de nuestras experiencias sensibles (positivismo) ni construcciones cómodas que sirven para hacer predicciones (convencionalismo). Son, en cambio, representaciones de cosas reales o presuntamente reales. Por consiguiente nos permiten no sólo prever (aunque sea probabilísticamente) el curso de los acontecimientos, sino también explicar su mecanismo”.
“Planck no era un realista ingenuo: sostenía que nuestras representaciones de las cosas son incompletas y a menudo falsas. Por un lado están las cosas, por el otro nuestros modelos de las mismas; por un lado los acontecimientos, por otro las imágenes que construye el teórico para dar cuenta de los mismos. El hecho que maneja el teórico es un «modelo idealizado» creado a fin de eliminar los elementos fortuitos y accidentales del hecho real, casi siempre más complejo y espurio. El físico teórico nos da a conocer la realidad por medio de esos modelos. Este conocimiento es imperfecto pero no deja de hacerse más preciso y más profundo: se aproxima progresivamente a la verdad completa (o «absoluta», como prefería decir Planck), sin alcanzarla jamás. Siempre queda algo desconocido e irracional. Pero éste no es el residuo irracional de Meyerson: es un residuo que desafía al investigador, quien a su vez lo reduce progresivamente. La naturaleza es, pues, cognoscible paso a paso. Pero el mundo, según Planck, contiene más que la naturaleza: también existe el Dios de los cristianos. Ante lo desconocido Planck se divide en dos personas: el investigador que intenta reducirlo, y el creyente que se resigna a venerarlo” (De la presentación de “Max Planck: autobiografía científica” – Ediciones Leviatán)
Marcadores