Se dice que “el que odia a tu enemigo es tu amigo”. Esta sería la motivación básica que une a ciertos hombres en contra de otro ser humano, de otro pueblo o de otra nación. Es también el sentimiento negativo básico que hace que en nuestro mundo existan tantas divisiones y que todavía estemos lejos de sentirnos “ciudadanos del mundo”, sin dejar de sentirnos ciudadanos de nuestra propia patria.
En el adolescente, por lo general, existe la tendencia a exagerar y a acentuar virtudes y defectos de distintos personajes, ya sea que provengan del deporte, de la política o de la ciencia, por lo que hacia ellos se dirige con frecuencia la exaltación de las pasiones. Hacia esos personajes, reales o idealizados, se destina todo el amor o todo el odio posible. Pero el odio tiene efectos negativos que afectarán seriamente la vida del que lo siente. Es una de las formas seguras de llevar una vida infeliz. Jorge Luis Borges dijo: “Odiando, uno depende de la persona odiada. Es un poco esclavo de la otra. Es su sirviente”. Generalmente, se siente envidia por quien se supone superior. De ahí que sentir odio implica aceptar tácitamente que uno es inferior a la persona odiada.
Recordamos haber escuchado a veces la “versión nazi” de la historia. En ella se justifica, con detalles y datos “comprobables”, que los “judíos son los culpables de todos los males de la humanidad”. De aceptarse esta versión, sólo resta al individuo sentir un odio generalizado por todo aquél que pertenezca a ese pueblo, o a esa religión. Grande será su malestar, sin embargo, si valora la ciencia y la cultura, cuando se entere de que más de cien Premios Nobel fueron ganados por judíos, con una población mundial no muy elevada.
Algo similar ocurre en la actualidad con el odio generalizado hacia los EEUU, que llega a ser tan intenso, que hasta lo positivo se interpreta como algo perjudicial al resto del mundo, tal como la ciencia y la tecnología, que sus instituciones y sus empresas producen. Personalmente, quien esto escribe, trata de mostrar que dicha nación tiene muchos aspectos positivos, además de los negativos que todos conocemos. Esta actitud es observada, algunas veces, como una forma de “adhesión”, o “defensa”, de “lo malo y lo perverso”. Por el contrario, en especial cuando se puede influir sobre adolescentes, uno trata de que lleven una vida libre de odios, libre de complejos de inferioridad. Ya que, de no ser así, es posible que habrán de sentir, a lo largo de la vida, un gran malestar. Y ello ocurrirá cada vez que algún ciudadano de EEUU tenga éxito en alguna actividad emprendida.
Todavía recordamos a la presidenta de Madres de Plaza de Mayo cuando dijo “haber festejado” el atentado terrorista a las torres de New York, postura apoyada por el 55% de los encuestados por una radioemisora argentina. Este es un ejemplo de apoyo explícito al terrorismo, que no contempla el derecho a la vida de las víctimas inocentes de los atentados, vidas que resultan insignificantes en comparación al odio que se siente por toda una Nación. Incluso en un viaje a España expresó públicamente su adhesión a un movimiento terrorista local al proclamar “¡Viva ETA!”.
Pero el caso más notable, en cuanto a adhesión popular se refiere, es el de Ernesto “Che” Guevara. Podremos tener alguna idea de su personalidad y de su accionar a través de algunas de sus frases (citadas en un artículo de Revista “Noticias” del 28/Dic/2007):
“Tenemos que crear la pedagogía de los paredones de fusilamiento y no necesitamos pruebas para matar a un hombre”.
“Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión, hacerla total”.
“Las revoluciones son feas, pero necesarias, y parte de este proceso revolucionario es la injusticia al servicio de la futura justicia”.
“Un revolucionario tiene que convertirse en una fría máquina de matar”.
Los enemigos de los marxistas son, principalmente, los empresarios, los “explotadores” del trabajador. El marxista considera que es explotador quien no considera a un empleado como un socio más. La “injusticia social” que ellos ven, sólo puede ser solucionada mediante el socialismo, y ello les da plenos derechos a la violencia, la cual es ejercida incluso con cierto orgullo, ya que interpretan al odio como una virtud personal.
Sin embargo, aquellos “ideales humanitarios” llevan al establecimiento de una gran concentración de poder. Al eliminarse la propiedad privada, todo depende del Estado, por lo que el socialismo resulta ser una especie de “capitalismo estatal”, que acentúa todos los males atribuidos al capitalismo privado. Por ello surgen expresiones como la del físico y Premio Nobel de la Paz, Andrei Sajarov, respecto de la ex URSS: “Atrincheradas en su bienestar las minorías satisfechas”. Hacía referencia a la clase dominante y privilegiada de la “sociedad sin clases”. Gustavo González, en el artículo citado, escribe sobre el Che Guevara:
“Los muertos de Guevara superarían los 200, aunque sólo están documentados 164, incluyendo los fusilados durante los seis meses que estuvo al mando de la fortaleza La Cabaña”
“Napoleón Vilaboa era miembro del Movimiento 26 de Julio y asesor del Che. Hoy recuerda dos episodios que le resultaron traumáticos, aun en el contexto de la guerra. El primero sucedió después de llevar ante el Che al detenido José Castaño, un oficial del ejército de Batista. Vilaboa dice que el preso estaba acusado de trabajar para la dictadura y cuenta que antes de retirarse del lugar vio a Guevara sacar una pistola 45 y liquidar al hombre ahí mismo. Afirma también que Fidel había enviado una misiva para interceder por el detenido, pero llegó demasiado tarde”.
“El segundo episodio se refiere a otro preso, pero de 15 años. Lo habían atrapado mientras pintaba una pared con consignas contra Fidel. El ex asesor del Che recuerda ahora que el comandante estaba muy preocupado porque la madre del menor se veía desesperada y asegura que cuando un soldado se acercó a informarle que el joven iba a ser fusilado en unos días, Guevara le ordenó que lo hiciera de inmediato «para que la madre no pase por la angustia de una espera larga»”.
“En su diario privado, el Che llegó a describir con la naturalidad de un perito la ejecución de Eutimio Guerra: «Acabé con el problema dándole un tiro con una pistola calibre 32 en el lado derecho del cráneo, con orificio de salida en el lóbulo temporal derecho»”.
“John Lee Anderson hizo lo que para algunos es la biografía más completa de Guevara. El gobierno de Cuba lo autorizó a instalarse tres años en la isla y le abrió los archivos de la Revolución. Además de buen periodista, los cubanos siempre lo consideraron un amigo de la causa. Desde ese lugar, Anderson escribió en su libro «Che Guevara. Una vida revolucionaria» que sólo entre enero y abril de 1959 se produjeron unos 550 fusilamientos en la isla: «El asunto, que ya ha provocado protestas en Cuba, le había causado graves problemas a Fidel durante su viaje por EEUU». Anderson agrega que el Che se molestó cuando Castro le ordenó la suspensión de las ejecuciones y lo mandó a un viaje de tres meses por el mundo”.
“¿Era un asesino? Convengamos que si Guevara hubiera matado a una sola persona sería un criminal y no habría discusión. Pero mató a tantas que la historia le dio la chance de ser asesino o un héroe, según quien lo mire. Pero la verdad histórica es una: mató a casi 200 personas”.
En la actualidad, existe una aceptación tácita, por una gran parte de la sociedad, de que existe un “terrorismo bueno” (el que lleva al socialismo, el que ataca a los EEUU) y un “terrorismo malo” (el que se opone a esos intentos), lo que constituye un claro ejemplo de la plena vigencia del relativismo moral. Se acepta la validez y la defensa de los “derechos humanos” especialmente en el caso de quienes realizan, adhieren o promueven al “terrorismo bueno”. Incluso son los que generalmente nos dan “lecciones de ética” al resto de la sociedad. Alguien dijo que los pueblos que olvidan el pasado, están condenados a repetirlo. Lo que más sorprende es que los que recuerdan muy bien al nefasto pasado, hagan lo posible por revivirlo.
Los castristas traicionan a varios revolucionarios cubanos, ya que buscaban derrocar a Batista, en lugar de instalar una nueva dictadura. La lucha “antiimperialista” del castrismo buscó siempre ampliar el poderío mundial del imperialismo soviético. Quien en realidad debe denominarse “antiimperialista” es el Mahatma Gandhi, quien liberó a la India del dominio británico utilizando medios pacíficos. No invocaba ni exaltaba al odio, que denigra al ser humano, sino que se basaba en la “fuerza del amor y la verdad”, método que, aunque muchos pseudointelectuales no quieran reconocerlo, dio resultados muy superiores a los producidos por los métodos violentos que promueve el marxismo, que se basan en “la fuerza del odio y la mentira” y que glorifica a personajes siniestros como el Che Guevara.
Marcadores