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Tema: Conocer y saber

  1. #1
    Forero Experto
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    Predeterminado Conocer y saber

    Es importante distinguir entre “conocer” y “saber”. En el primer caso, atribuimos a “conocer” el significado de “disponer de información sin conexión aparente”, sin un criterio unificador. En el otro caso, “saber” implica disponer de un criterio que le da sentido a la información disponible. También podemos decir que “saber” implica disponer de un conocimiento organizado. Sólo el “saber” permite aumentar el conocimiento, ya que se hace dificultoso adquirirlo sin el criterio unificador mencionado.

    En épocas de Euclides de Alejandría (siglo III AC), existía una gran cantidad de información respecto de la geometría plana. Eran datos dispersos sin conexión aparente. Euclides pudo establecer el conocimiento organizado sintetizándolo a través del método axiomático, del cual fue su creador. Mediante definiciones y postulados establece un sistema deductivo que permitió crear nuevos teoremas de la geometría y, sobre todo, la hizo accesible a toda persona instruida.

    Podemos citar también el caso de la biología antes de Darwin, la que disponía de una enorme cantidad de datos e información que tenía poco sentido. Todo quedó claro a partir de la hipótesis darviniana acerca de la evolución por selección natural. Theodosius Dobzhansky escribió: “Para el estudiante principiante, y no menos para el profesor y el especialista, la idea de evolución da sentido a lo que de otro modo sería una tediosa descripción de hechos áridos que deberían memorizarse y que pronto se olvidarían una vez finalizados los cursos. Esos mismos hechos y descripciones de seres que alguna vez o nunca hemos visto, a la luz de la evolución se transforman en fascinantes. Conocerlos se convierte en una aventura intelectual” (De “La evolución, la genética y el hombre” – EUDEBA).

    Al conocimiento organizado axiomáticamente podemos denominarlo “sistema descriptivo”, y es el que permite que en nuestra mente se mantengan unas pocas ideas básicas que permiten deducir todo lo demás. Además de proveer una economía del pensamiento, nos da cierta seguridad intelectual porque así podemos sustentar nuestro saber. Un destacado matemático comentaba que le daba la sensación de que, mientras más cosas sabía, menos datos tenía guardados en su memoria. Esto último justifica plenamente la enseñanza de la geometría en escuelas secundarias, además del conocimiento de la geometría en sí misma.

    Si bien el método axiomático presenta limitaciones como fundamento de la matemática, ya que Ernst Gödel demostró que en la aritmética existen resultados válidos que no pueden deducirse de los axiomas básicos, su utilización, tanto en matemática como en las demás ramas del conocimiento, sigue mostrando las ventajas de siempre.

    Una ideología de adaptación deberá necesariamente estar organizada en forma axiomática ya que es imprescindible llevar en nuestra memoria una cantidad mínima de información, pero con la posibilidad de poder deducir y comprender todos los fenómenos humanos y sociales que se nos presentan (o al menos los relevantes a nuestras decisiones). Por el contrario, el conocimiento desorganizado lleva, por lo general, a confusiones. Ludwig Wittgenstein escribió: “La mayoría de las proposiciones y cuestiones que se encuentran en las obras filosóficas no es que sean falsas, sino que carecen de sentido. En consecuencia, no podemos dar respuesta alguna a cuestiones de esta clase; lo único que podemos hacer es establecer que carecen de sentido….Y no es sorprendente que los problemas más profundos no sean de hecho problemas en absoluto” (De “El Cuaderno Azul”).

    La ausencia de sentido mencionada se debe, entre otros aspectos, al hecho de que gran parte del conocimiento filosófico no está organizada axiomáticamente. Uno de los pocos casos en que sí lo está es el de la “Ética demostrada según el orden geométrico” de Baruch de Spinoza. Utiliza el procedimiento que Euclides había aplicado a la geometría plana. De todas formas, la organización axiomática del conocimiento no garantiza su veracidad. Decimos que es un requisito necesario, pero no suficiente, para que su contenido tenga sentido y sea útil al lector.

    Lo ideal sería encontrar un sistema descriptivo, basado en aspectos observables, que entrara en el marco de la ciencia experimental, es decir, en las ciencias sociales. Aún así, puede que no sea fácil su asimilación por cuanto puede ser dificultosa su aceptación por parte de quienes ya tienen una postura filosófica adoptada. René Descartes escribió: “Personalmente, aunque siempre me ha encantado pensar por mí mismo, siempre me ha parecido difícil leer libros que no puedan entenderse sin mucha meditación, pues al seguir los propios pensamientos, uno sigue cierta inclinación natural y con ello obtiene provecho además de placer. Por el contrario, uno se siente violentamente perturbado cuando se le obliga a seguir los pensamientos de otro”.

    En cuanto a Immanuel Kant, un alumno suyo escribió: “Precisamente en su época de mayor madurez y fuerza intelectual, cuando estaba trabajando en la filosofía crítica, nada le era más difícil que pensar en el sistema de otro. Le costaba supremos esfuerzos comprender los escritos siquiera de sus oponentes, pues le era imposible apartarse, por poco tiempo que fuera, de su sistema original de pensamiento. Él mismo admitía esto y de ordinario encargaba a sus amigos la tarea de leer por él, de informarle de los principales resultados de la comparación del contenido de los sistemas de los demás con el suyo propio, y tal vez por las mismas razones dejaba a sus alumnos y amigos la defensa de su filosofía contra los asaltos de sus oponentes” (De “Los filósofos y sus vidas” de Ben-Ami Scharfstein – Ed. Cátedra).

    Respecto de los problemas de filosofía, mencionados por Wittgenstein, que a veces resultan no ser tales, se deben generalmente al uso de palabras a las cuales no es posible asociarles una imagen más o menos concreta. Ya sea que una palabra sea un sustantivo, un adjetivo o un verbo, en principio podemos asociarle una imagen extraída de nuestra memoria y que fue previamente observada en la realidad. Por el contrario, cuando se realizan razonamientos basados en palabras que representan conceptos vagos, se llega al pensamiento vacío de significación, que lo hace totalmente incomprensible al lector común. Incluso este tipo de pensamiento pretende ser considerado como pensamiento profundo, mientras que al pensamiento concreto y simple se lo considera como algo carente de profundidad.

    Es indudable que el conocimiento de tipo filosófico debe ser accesible, al menos, a los que tienen un aceptable nivel intelectual, aunque su formación provenga de otras especialidades. El físico Richard Feynman alguna vez comentó irónicamente, sobre un escrito de Spinoza, que “si quisiera negar lo que antes afirmaba, nadie se daría cuenta”. (Así como los niños sufren cuando sus padres se pelean, los seguidores y admiradores de Spinoza y Feynman nos sentimos mal ante una situación como la relatada). En este caso vemos cómo un destacado físico teórico apenas puede comprender un escrito filosófico.

    Debido a que la palabra “filosofía” proviene de “amor a la sabiduría”, o amor al “saber”, podemos decir que la filosofía es la “búsqueda del conocimiento organizado”. También ha de ser la búsqueda del Bien y de la Verdad, presuponiendo una ética y una realidad objetivas. No puede existir sabiduría si no se muestra un vínculo claro entre la Verdad y el Bien, entre el conocimiento y la ética.

    Últimamente han aparecido posturas nihilistas que suponen que el universo carece de sentido, y de ahí que tampoco existiría una verdad y una ética objetivas. Luego consideran que la labor del intelectual es establecer modelos de hombre, como lo hace Nietzsche, o modelos de sociedad, como lo hace Marx, para darle un sentido artificial a un universo que no lo tendría. El hombre juega así a ser Dios. Esta postura abre las puertas a actividades anticientíficas que favorecen la proliferación de pseudo intelectuales que “resuelven” todos los problemas filosóficos negando su existencia.

    En épocas pasadas, William Paley afirmaba que si descubrimos la existencia de un reloj, ha de ser porque hubo un relojero que lo creó. De la misma manera, si existe un universo ha de ser porque alguien lo creó, con alguna finalidad. De la existencia del universo se deduce la existencia de Dios. Santo Tomás de Aquino dijo: “El fin no es causa de otras cosas, sino otras cosas a causa del fin”.

    En la actualidad, si bien no tenemos derechos a atribuirnos la facultad de suponer cuál ha sido la intención, o la voluntad, de un creador del universo, podemos volver al caso del reloj y decir que, aunque se haya formado por la sucesiva confluencia de las fuerzas del azar, tiene una “finalidad aparente”, por cuanto nadie duda de que sirve para medir el tiempo. Algo similar podemos afirmar respecto del universo; aunque no le asignemos un creador, presenta una “aparente finalidad” que tenemos que describir para adaptarnos luego a ella.

    Ambas posturas, en realidad, muestran alguna coincidencia, ya que en un caso se supone una creación directa de todo lo existente por parte del Dios que establece un “diseño inteligente”, mientras que la creación indirecta supone que el orden natural es un conjunto de propiedades emergentes que surgen como consecuencia de la secuencia previa de complejidad creciente que comienza con las partículas fundamentales, siguiendo por los núcleos, átomos, etc. En lugar de pensar en un Dios que hace aparecer las cosas de la nada, tenemos algo superior aún; una suprema inteligencia que puede prever la existencia de la vida humana, con sus múltiples facetas, estableciendo sólo las leyes básicas que rigen a los primeros peldaños de la escala de la complejidad creciente, mientras que todo lo demás, se da por añadidura……
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

  2. #2
    Forero avanzado
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    Predeterminado Re: Conocer y saber

    Interesante la diferencia entre saber y conocer. No se me había ocurrido

  3. #3
    Forero Experto
    Fecha de ingreso
    25 dic, 05
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    Argentina
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    2,337

    Predeterminado Re: Conocer y saber

    Hay personas que "conocen" acerca de los filósofos y de la historia de la filosofía, pero no tiene opinión propia formada y "saben" muy poco.
    "El universo entero ha sido sometido a un solo amo, a un solo rey supremo, al Dios todopoderoso que ha meditado y sancionado esta ley. Desconocerla es huirse a sí mismo, renegar de su naturaleza y por ello mismo padecer los castigos más crueles aunque escapara a los suplicios impuestos por los hombres" Marco Tulio Cicerón

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