Llegado el día...

la muerte florecida con mis lujosas invenciones...
Eliseo Diego.

Llegado el día en que las hierbas
reconozcan el rostro de los pasos,
hayan saciado el hambre de distancia
los caminos,
cuando sienta relajados,
piel,
músculos,
huesos,
hasta la mirada misma,
buscaré en el reino del café la vigilia
desde la paciencia de un cigarro.
Aunque adorable costumbre es desordenar
ciertos ordenes,
dispuesto a negarme el privilegio
de seguir mansamente algunas reglas,
una vez más,
dejaré los rincones intocables, para
quien queda
advertido del regocijo de la espera.

Tal vez, ese día siga existiendo
la prisa,
entonces no habrá lugar a poemas
solo a la fugacidad de una
nota:
“Ahí queda el espíritu, ámenlo mientras
decide el regreso a su cuerpo”.