La dependencia total de la Revelación y la sumisión a Allah. Aunque cada Profeta fue un ser inteligente y dotado de un entendimiento amplio y un alma pura, estos no desempeñan ningún papel en la elección de un Profeta por Allah. La mayor parte de los Profetas, incluso Muhammad, eran iletrados y por lo tanto fueron enseñados por Allah.
El Profeta Muhammad, a pesar de su analfabetismo, tenía el conocimiento del pasado y del futuro, y perspicacia en cada rama del conocimiento. No asistió a escuela alguna, ni tuvo un profesor humano, y aún hasta sus enemigos admitieron-y todavía siguen admitiéndolo-que él demostró administrar la justicia perfecta en asuntos de familia, la competencia perfecta en la administración estatal y el mando perfecto de los ejércitos.
Los Profetas fueron criados por Allah. Para citar un ejemplo, el Último Profeta recordó: "Durante mi infancia pensé dos veces en asistir a una ceremonia de boda. En ambas ocasiones, fui vencido por el sueño a mitad de camino-y por lo tanto era protegido contra cualquier pecado que yo prohibiría más tarde-" [1]; y "cuando reparábamos la Kaba, antes de mi Profecía, yo llevaba piedras. Como cada uno hacía, enrollé la parte de abajo de mi ropa sobre mi hombro, para evitar heridas. Mi muslo quedó destapado. De repente, el ángel que yo había visto varias veces en mi infancia se me apareció en toda su majestad. Me caí y me desmayé. Era porque había destapado una parte de mi cuerpo que Allah ordenó cubrir".[2]
Los profetas fueron protegidos por Allah contra todos los errores, ya que fueron creados para un propósito especial. Protegidos de desviarse en su misión, porque hasta la menor desviación habría podido causar la perdición total de la humanidad.
La Profecía es dignificada por la Revelación Divina:
Y así te hemos inspirado un Espíritu que viene de Nuestra orden. Tú no sabías lo que eran la Escritura y la Fe, pero lo hemos convertido en una luz con la que guiamos a quienes queremos de entre Nuestros siervos. Ciertamente, tú guías hacia un camino recto (42:52).
Como consiguiente, los Profetas nunca hablaron por su propio criterio: "No habla movido por el deseo. No es sino una Revelación inspirada" (53:3-4).
El Profeta Muhammad, particularmente cuando le preguntaban cosas sobre los fundamentos de la creencia, esperaba la Revelación. A veces los politeístas le preguntaban para alterar el Corán. Pero como es una Escritura Divina, cuya expresión y sentido pertenecen completamente a Allah, el Profeta contestaba como instruido por Allah: "Di: 'No me pertenece modificarlo por iniciativa propia, yo sólo digo lo que se me ha revelado'" (10:15).
Los Profetas se sometieron totalmente a Allah, y cumplieron con su misión sólo porque Allah les mandó hacerlo. Nunca transgredieron o se desviaron de su camino para tener éxito. Cuando se enfrentaron a amenazas u ofertas seductoras, respondieron con palabras similares a aquellas del Profeta Muhammad: "Juro por Allah que aunque ellos pusieran el sol en mi mano derecha y la luna en la izquierda para que abandonara esta misión, no la abandonaría". Él sabía que el Corán es la Palabra de Allah, y así también aguantó toda dificultad y oposición.[3]
La fidelidad y la voluntariedad. Los Profetas eran completamente dignos de confianza y no pidieron ningún salario por sus servicios. Esta característica tan importante es mencionada cinco veces en el capítulo de los Dorados. Todos los Profetas dijeron lo mismo: "Yo soy para vosotros un Mensajero fiel. Así pues, temed a Allah y obedecedme. No os pido ningún pago por ello; mi recompensa sólo incumbe al Señor de los Mundos" (26:107-9, 125-27, 143-45, 162-64, 178-80).
Entre su propia gente, el Profeta Muhammad era famoso por su honradez incluso antes de su proclamación de Profecía. Era conocido como "al-Amin, que dice la verdad". Como sus antepasados, no pidió ningún salario por llamar a la gente a Allah.
Los Profetas nunca pensaron en la ganancia material, la recompensa espiritual, ni el Paraíso; se esforzaron sólo en complacer a Allah y ver a la humanidad dirigirse a la verdad. El Profeta Muhammad era el más importante en este sentido. Así como dedicó su vida al bienestar de la humanidad en este mundo, también lo hará en el majshar–el lugar de reunión en el Día del Juicio-. Mientras todos los demás se preocuparán sólo por ellos, él se postrará ante Allah, suplicará por la salvación de los musulmanes, e intercederá ante Allah en favor de los otros.[4]
Aquellos que tienen la intención de difundir los valores eternos del Islam deberían seguir estas prácticas. Cualquier mensaje basado en una intención impura, independientemente de la elocuencia, no tendrá ningún efecto sobre la gente. Este punto está subrayado con frecuencia en el Corán: "¡Seguid a quienes no os piden nada a cambio y siguen la buena dirección!" (36:21)
El Imán Busiri expresa el altruismo, la sinceridad y la paciencia del Mensajero de Allah: "Las montañas desearon correr sobre ambas laderas en montones de oro, pero él se negó".
Aisha relató que a veces no se preparaba comida alguna durante cuatro días consecutivos en su casa.[5] Abu Hurayra también relata: "Una vez entré en la habitación del Profeta. Él hacía el salat, sentado y gimoteando. Le pregunté si estaba enfermo. Contestó que tenía mucha hambre para poder estar de pie. Empecé a sollozar amargamente, pero me detuvo, diciendo: 'No llores, uno que soporte el hambre en este mundo estará a salvo del tormento de Allah en el siguiente'".[6]
Un día un ángel apareció y preguntó al Mensajero de Allah: "¡Mensajero de Allah! ¡Allah te saluda y pregunta si te gustaría ser un rey-Profeta o un esclavo-Profeta!" Gabriel le recomendó la humildad. El Profeta levantó la voz y contestó: "Deseo ser un esclavo-Profeta, que un día soporta el hambre con paciencia y otro día me deshago en alabanzas a mi Señor, adquiriendo así la recompensa de la paciencia y de la alabanza".[7]
El Mensajero de Allah solía comer con esclavos y siervos. Una vez una mujer lo vio comiendo con ellos y dijo: "Come como si fuera un esclavo". El Mensajero de Allah respondió: "¿Podría haber un esclavo mejor que yo? Soy un esclavo de Allah".[8]
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