TRADUCCIÓN DE LA BIBLIA
Para que se haga una traducción exacta o se dé una interpretación verdadera, hay que usar las palabras correctas de un idioma que correspondan con las palabras del idioma que está siendo interpretado o traducido. En los días de los apóstoles cristianos las interpretaciones que hicieron aquellos cristianos dotados del poder milagroso de interpretación o traducción serían perfectas, absolutamente correctas, porque la interpretación sería inspirada. (1 Cor. 12:4-11, 27-30) Los escritos más importantes que se pueden interpretar son las Sagradas Escrituras, la Santa Biblia. Para el tiempo del quinto siglo antes de nuestra era común los escritos que estaban en hebreo y arameo y habían sido inspirados por Dios fueron completados en la forma de treinta y nueve libros, según ahora se cuentan. Después que el griego común llegó a ser el idioma internacional en el siglo siguiente, judíos de habla griega comenzaron una traducción de aquellas Sagradas Escrituras del hebreo al griego en Alejandría, en Egipto. Ésta llegó a ser conocida como la versión griega de los Setenta, o LXX, debido a la tradición de que unos setenta traductores judíos tuvieron que ver originalmente con ella.
22 La versión griega de los Setenta de las Escrituras Hebreas no fue inspirada por el espíritu de Dios, pero no era contraria al espíritu de Dios. Era la voluntad de Dios que su Palabra inspirada se tradujera a tantos idiomas del mundo como fuera posible antes de que su reino por Jesucristo tomara el control completo de toda la Tierra. Al escribir las Escrituras Griegas inspiradas, en veintisiete libros, cuatro de los apóstoles de Cristo y cuatro de sus otros discípulos citaron centenares de veces de las Escrituras Hebreas inspiradas. A veces citaron directamente de la versión griega de los Setenta; en otras ocasiones hicieron sus propias traducciones directas de las Escrituras Hebreas. Esto se hizo para mostrar que aquellas Escrituras Hebreas eran realmente las ‘palabras de verdad’ de Dios y que se estaban cumpliendo en lo relacionado con la congregación cristiana y su obra de predicar el reino de Dios.
23 Cuando Jesucristo, el Hijo de Dios, habló a sus discípulos después de su resurrección de entre los muertos y algunos días antes de su ascensión al cielo, indicó que las Sagradas Escrituras, la Santa Biblia, tendrían que ser traducidas a muchos idiomas. Dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado.” (Mat. 28:18-20) Él también había profetizado antes: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:14) Después del derramamiento del espíritu santo de Dios sobre ellos en el día del Pentecostés del 33 E.C., los discípulos de Cristo captaron la importancia y significado de aquellas palabras y comenzaron a traducir y escribir traducciones de las Santas Escrituras en los idiomas de las naciones entre las cuales estaban predicando el reino de Dios y haciendo discípulos. Según informes, el apóstol Mateo escribió su Evangelio primero en hebreo y entonces lo puso en griego.
24 En poco tiempo se hicieron traducciones de las Sagradas Escrituras en los idiomas antiguos que entonces predominaban, tales como el latín, el siríaco, el etíope, el árabe, el persa, y así por el estilo. Los traductores sabían que la Santa Biblia es una obra maestra de literatura, y concienzudamente se esforzaron por verterla en diferentes idiomas por medio de usar “palabras deleitables” y “palabras correctas de verdad” que fielmente transmitieran el pensamiento de las Escrituras inspiradas. A pesar de tremenda oposición de parte del cuerpo religioso dominante de la cristiandad la traducción de la Santa Biblia en los idiomas de la gente común ha seguido adelante hasta ahora. Hoy hay traducciones de la Santa Biblia disponibles en 1.337 ó más idiomas, toda o en parte. Se han formado sociedades para la impresión y distribución de las Escrituras inspiradas. Hoy una de las principales sociedades de impresión y publicación de Biblias es la Sociedad Watch Tower Bible and Tract de Pensilvania, con sus sucursales en noventa y cuatro países y grupos de islas.
Fuente Atalaya 1970 15/5
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