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Tema: Determinismo y libre albedrío

  1. #1
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    Predeterminado Determinismo y libre albedrío

    De todos aquellos atributos que poseemos los seres vivientes, y que nos permiten lograr una aceptable adaptación al medio en que vivimos, quizás el más importante sea nuestra capacidad para poder prever los acontecimientos que ocurrirán en un futuro inmediato, incluso en un futuro lejano en el caso del hombre. Para ello, a partir del conocimiento del estado del presente y de la ley natural respectiva, podremos determinar el estado del futuro.


    Determinismo = Condiciones iniciales + Ley natural causal


    Así, decimos que el futuro está implícito en el presente y ocurrirá necesariamente. En el caso citado, la ley natural causal es sólo una de las tantas leyes que existen (descubierta por el hombre), y que rige a una pequeña parte de los fenómenos naturales posibles, no existiendo una ley de validez general.

    Tal como hemos planteado el tema, se trata de un aspecto cognoscitivo asociado a los seres vivientes, y no algo inherente a la propia realidad exterior. Sin embargo, si el determinismo cognoscitivo se adapta muy bien a la realidad, seguramente ello se debe a la existencia de un determinismo estricto, en el propio marco de la naturaleza.

    De la validez de la relación anterior podemos extraer que nuestro grado de adaptación al orden natural progresará a medida que conozcamos mayor cantidad de leyes naturales. En ello ha de consistir la “adaptación cultural” del hombre, como una prolongación de la adaptación biológica. Luego, la “cultura” estará ligada al conocimiento del mundo en que vivimos, y la cultura de los pueblos deberá estar ligada a los aportes que hacen al conocimiento universal.

    Los primeros hombres que habitaron el planeta debieron luchar contra el frío, el calor, las enfermedades, la violencia, etc. El propio medio los presionó, mediante las incomodidades y el sufrimiento, a adaptarse de una manera eficiente. Este fue el origen de la tecnología y de la cultura. En la actualidad, la naturaleza nos sigue presionando, entre otros aspectos, para que lleguemos a una mejor convivencia social. Incluso para que logremos extraer energía del proceso de fusión nuclear antes que se haya terminado el petróleo y el uranio en nuestro planeta. Para ello deberemos conocer mejor las leyes de la sociedad, en un caso, y las de la física, en el otro caso, siendo éste el precio que debemos pagar por nuestra supervivencia.

    En la física del átomo surgió el principio de indeterminación de Werner Heisenberg. Se llegó a la conclusión de que no es posible conocer con precisión las condiciones iniciales previas a una secuencia de causas y efectos. No podemos prever el futuro porque tampoco podemos conocer el presente, aun cuando pueda seguir vigente la validez del vínculo causal.

    De todas formas, en el mundo atómico, la validez causal se sigue manteniendo pero sólo a un nivel estadístico. Así, supongamos que vemos pasar, a través del vidrio de la ventana, a un caminante. Podemos observarlo porque desvía la luz proveniente del Sol. El propio caminante podrá verse reflejado, parcialmente, en la parte exterior de ese vidrio. Como la luz está compuesta de pequeños impulsos de energía (fotones), parte de esas partículas atravesará el vidrio y otra parte se reflejará yendo al exterior. Si todos los fotones son idénticos, ¿porqué unos “eligen” atravesar el vidrio y otros “eligen” retroceder? La descripción que nos da la física sólo tiene validez para una gran cantidad de fotones, en cuyo caso permite calcular los porcentajes de ocurrencia de cada caso. En cuanto a un fotón particular, sólo se podrá estimar la probabilidad de que vaya por uno u otro camino. El físico David Bohm escribió: “A la categoría general de ley, que incluye las leyes causales, las leyes del azar y las leyes que relacionan a estas dos clases de leyes, le daremos el nombre de leyes de la naturaleza” (De “Causalidad y azar en la física moderna” – UNAM)

    No sólo el mundo material está regido por leyes naturales, sino también lo estamos los propios seres vivientes, porque el requerimiento de prever el futuro también estará asociado a nosotros mismos. En este caso, como existimos en una escala de observación macroscópica, podemos seguir considerando válida a la relación antes escrita considerando que existe un determinismo estricto dentro del nivel de exactitud con que podemos conocer las leyes naturales vigentes, así como las condiciones iniciales (los datos) de cada caso particular.

    Una gran parte del proceso de adaptación cultural provendrá del conocimiento de las leyes naturales que rigen al propio ser humano y a la sociedad. Otra parte provendrá de lograr que ese conocimiento tenga un alcance masivo. La acción ética, derivada de esas leyes, ha de ser la resultante esperada para establecer el inicio de una mejora ética generalizada. En realidad, tal conocimiento ya existe en ámbitos de la religión y de la filosofía, pero, si no tiene el éxito esperado, conviene intentar fortalecerlo desde el ámbito científico. La idea clave de esa mejora está en el concepto del amor, respecto del cual podemos mencionar la definición de Gottfried W. Leibniz, quien dijo: “Amar es encontrar en la felicidad de otro la propia felicidad”.

    La idea de que el hombre esté regido por leyes naturales y que esté determinado por su condición actual, puede resultar poco atractiva para quienes tienen posturas filosóficas distintas a la postura predominante en el ámbito de la ciencia experimental. De todas formas, si no existiera una ley causal, sería imposible prever acontecimientos que involucran a seres humanos, predominando el caos y la incertidumbre.

    El hombre toma decisiones, en cada instante, en función de lo que perciben sus sentidos y de lo que tiene grabado en su mente. Pero esa información grabada en su memoria proviene de la influencia, a nivel consciente y subconsciente, acumulada desde las primeras etapas de su vida a través del agrupamiento y conexionado de sus neuronas. Podemos decir que el hombre trae una estructura mental heredada, pero esa estructura se va modificando parcialmente debido a la influencia del medio social:


    Información en la memoria = Herencia + Influencia

    Nadie puede conocer dicha influencia por cuanto se trata de una cantidad de información excesivamente grande. Podemos decir que tal información determina la acción posterior del hombre. Si no podemos conocerla, el hombre estará, en primera instancia, indeterminado para nuestro conocimiento, pero estrictamente podrá estarlo en su comportamiento. Pero aún así, será un ser autónomo porque podrá decidir el rumbo de su vida en cada instante. Vendría a ser una auto-causalidad en lugar de ser un determinismo impuesto exteriormente. Jacques Maritain escribió: “La ley natural es para el hombre una ley moral, porque la obedece o la desobedece libremente, no por necesidad” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico” de P. Foulquié – Ed. Labor SA)

    En cuanto a la libertad de la voluntad, libertad de elección o libre albedrío, podemos decir que el hombre viene determinado parcialmente por la influencia, o información, recibida desde las etapas iniciales de su vida. De ahí que podrá ser libre cuando en su mente predomine información verdadera, o concordante con las leyes naturales, o podrá ser esclavo de la realidad cuando en su mente predomine información errónea, o cuando ignore la verdad. Marco Tulio Cicerón escribió: “La ignorancia del Bien y del Mal es lo que más perturba la vida humana”.

    Cuando se supone que el hombre no es libre, sino que, haga lo que haga, elija lo que elija, cada acontecimiento de su vida vendrá determinado por el Dios que influye en los hechos cotidianos, estamos considerando la existencia de un destino previo, o de un fatalismo. Esta idea conduce al hombre a la inacción, puesto que los resultados de sus actos no dependen de su propia elección. La noción de destino supone a la existencia humana gobernada «desde fuera» por una fuerza sobrenatural: la providencia, si el destino es feliz; la fatalidad, si es desdichado. Norbert Wiener escribió: “En un mundo regido por una serie de milagros sucesivos, obra de un dios irracional sujeto a súbitos antojos, nos veríamos forzados a esperar cada nueva catástrofe en un estado de pasividad” (De “Cibernética” – Tusquets Editores).

    Como el hombre tiene la posibilidad de adquirir información verdadera, en principio es posible anular la mala influencia reemplazándola con tal información. Posiblemente en ello consista la “conversión religiosa”. J. Lacroix escribió: “La conversión no es generalmente un cambio brusco de creencia, sino la conquista progresiva gracias a una duda continua. Pero esta duda no es a su vez posible, desde un principio, más que por la presencia insospechada, pero real, de otra creencia que roe la primera a medida que se explicita” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico”)

  2. #2
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    Cita Iniciado por Pompilio Zigrino
    Cuando se supone que el hombre no es libre, sino que, haga lo que haga, elija lo que elija, cada acontecimiento de su vida vendrá determinado por el Dios que influye en los hechos cotidianos, estamos considerando la existencia de un destino previo, o de un fatalismo. Esta idea conduce al hombre a la inacción, puesto que los resultados de sus actos no dependen de su propia elección. La noción de destino supone a la existencia humana gobernada «desde fuera» por una fuerza sobrenatural: la providencia, si el destino es feliz; la fatalidad, si es desdichado.
    Por eso es que el libre albedrío basado en la Biblia no es tan libre que digamos.

    Ver [url]http://foros.monografias.com//showthread.php?t=43355&highlight=libre+albedrío%ED o[/url]

    Saludos.

  3. #3
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    La Biblia da para todo.......se puede interpretar desde el punto de vista del Dios que interrumpe la ley natural y produce milagros, determina la vida de las personas, etc.

    También se puede interpretar un Dios que hizo "las reglas del juego", pero que no se metió para cambiarlas. Y ahí sí hay libertad.

  4. #4
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    Cita Iniciado por Pompilio Zigrino
    La Biblia da para todo.......se puede interpretar desde el punto de vista del Dios que interrumpe la ley natural y produce milagros, determina la vida de las personas, etc.

    También se puede interpretar un Dios que hizo "las reglas del juego", pero que no se metió para cambiarlas. Y ahí sí hay libertad.
    En el primer caso, el de los teístas, YHVH es intervencionista y hasta determinista. De hecho la Biblia habla de la predestinación.

    En el segundo caso, se trata del Dios de los deístas.

  5. #5
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    “5.1362 La libertad de la voluntad consiste en que las acciones futuras no pueden conocerse ahora. Sólo podemos conocerlas de ser la causalidad una necesidad interna como la de la deducción lógica.-La conexión entre saber y sabido es la necesidad lógica”
    (Wittgenstein de Tractatus logico philosophicus)

    Traigo esta crucial idea sobre la libertad de la voluntad que orienta una limitación del problema en relación al conocimiento. No es justo tomar la cita de forma aislada e independiente, porque el Tractatus es un camino de “conjunción filosófica” a modo de puente, o, como diría él, “arrojar la escalera después de haber subido por ella” (6.54). El problema de la libertad (libre arbitrio) es, básicamente, una mera imaginación, una propensión generalizadora, y, en su lado afirmativo, una tautología.

    Agradezco a Emeric el enlace a su tema, que llevaba tiempo interesado en conocer. Su “no es tan libre”, es profundamente parecido a mi estilo de escepticismo, el filosófico.

    Hace meses ya comenté que este asunto es, y ha sido, uno de los problemas centrales de la filosofía. Quien tenga entrenamiento filosófico sabrá que no se puede solucionar “de buenas a primeras”. Tal y como dijo el siempre interesante Santiago Bolso, “la ciencia avanza a través de las investigaciones, la filosofía a través de el razonamiento y los nuevos descubrimientos de la ciencia”. La ciencia está resolviendo algunos pormenores técnicos que, en el fondo, ni acarician el verdadero problema. No han dicho nada que no estuviese ya en la literatura filosófica. El verdadero problema, el fondo de la cuestión, es conocer, entender, la ruptura de la continuidad que se fragmenta en su unión. ¡Qué ironía que Pompilio arremetiese contra la ”lógica dialéctica” y me censurase al relacionar a Hegel y la física moderna!

    Estoy de acuerdo con que el problema del determinismo lo puede aclarar, más o menos, la ciencia. Las oportunas alusiones a Heisenberg y la probabilidad nos recuerdan que Pompilio conoce el enfoque de la física. Por otro lado, el anónimo Alfeón, nos desconcertó con su extravagante y fina intuición. Pues bien, señores, toda esta reflexión podrá engrosar la colección de episodios sobre lo “libre”, pero no dice más que “si una proposición se sigue de otra, entonces ésta dice más que aquélla, aquélla menos que esta” (5.14); lo mismo que siempre he defendido sobre la lógica del aumento del conocimiento y el socrático “sólo sé que no sé nada”. No dice nada.

    Saber, no sé, mas, ¿soy?. El problema se vuelca sobre sí mismo y alcanza la proporción ética. La universalidad de la identidad se traiciona con crueldad y asco, poniendo en evidencia lo vacío del conocimiento. Wilde hizo célebre su genio escupiendo “la vida es demasiado importante como para ser verdaderamente tomada en serio”.

    La identidad en la reflexión ética se hace portadora de su imagen, cambiándose de nombre y atemorizando bajo el disfraz de “responsabilidad”. Ese monstruo ha costado miles de injurias a algunos incomparables sabios, que sólo aclararon lo rastrero y mezquino de la monstruosidad y no, ciertamente, de la puridad de la identidad.

    Estos, son temas para mayores, que requieren un sacrificio que no todos se pueden permitir.


    Respetuosamente
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 22/11/2007 a las 13:44

  6. #6
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    Esta mañana repasaba mentalmente su escrito a la luz de su espinosismo; en términos sencillos, encuentro el problema en la insuficiencia ética que supone orientar el conocimiento a sí mismo y no a su raíz original, el problema real. No pretendo malentendidos y le pido que recuerde que nuestras realidades son, básicamente, las mismas, sus diferencias son sólo referenciales, como usted ha señalado en los niveles de observación; no hay contradicción, tan sólo necesitamos de teorías que los relacionen correctamente.

    El conocimiento, en el hombre, es un fenómeno a todas luces evolutivo, de una complejidad alarmante. Somos fruto de una base de propensión mental que se agrupa ordenadamente y, a su vez, hacia el desorden. El momento inicial se corresponde con el final a través de una extensión que ella misma es impredecible, es inagotable porque es en sí misma un proceso inasible; sólo se presta a una reproducción vacía llamada teoría. El conocimiento permite este re-ajuste temporal en la recuperación de la síntesis. En estos temas, la ciencia moderna (cibernética, neurología, física, matemáticas o filosofía) se comprende ante un problema, como dije antes, inagotable.

    En una escala, nos encontramos con niveles básicos de organización y complejidad y otros extremadamente universales y puros. En esta escala, el fenómeno humano es un punto medio o agrupador. Es extraño cómo nos podemos plegar y ver lo relacionado del primero, lo más básico, con lo último, lo más complejo; son, a su vez, uno y lo mismo. Le aseguro que no es gratuito el significado espinosista de Hegel. La totalidad, Dios, se muestra en las relaciones que descubrimos, desplegamos; el conocimiento, así, tiende a buscar el orden del mundo, pero en su fuente vital se desorganiza por inclinación. Usted ha mencionado a Bohm, pensador leibzinamente super-hegeliano, que defendía el orden implicado.

    La varilla de la ética cae, con facilidad, en su exceso, al pretenderse como un objeto en su comprensión. En los niveles que se mencionaron anteriormente se saltaría de uno a otro haciendo un uso con un fin, un interés, tratando la relación de la puridad con la diversidad en un antojo. El propio interés olvida su correlato, su fuente original.

    Nunca he sido amigo de las escalas y ese tipo de modelos, pero puede ser explicativo. A decir verdad, sólo recuerdo haberlo hecho en dos ocasiones; una, hace muchos años, para explicar la tendencia al desorden de las relaciones, y, ahora, para explicar básicamente lo mismo.

    En la proporción ética, además de tener en cuenta el nivel de la puridad, donde están las referencias universales, debemos mirar, con igual atención, los objetos en los que se supone la mediación. Es decir, si el objeto de la reflexión es la puridad, la reflexión, que busca la esencialidad, pierde en el camino al objeto inicial por haberse deshecho el objeto en su intención. La intención se ha hecho el objeto, y no la misma puridad. La fenomenología pretendió solucionar estas dialécticas a modo de confrontación, cuando era al revés, a modo de mediación. La ciencia, al igual que la filosofía, ya es sólo una actividad; el público dicta el carácter de la mediación. Lo que fue en su origen la verdadera intención se ha convertido en un fin de mero uso, en una desapropiación. Pero en ese alocado movimiento se pone por fin a sí mismo como su objeto. El problema intencional es desiderativo, propio o ajeno, es una necesidad a priori del hombre en el mundo, como cité ayer, “si una proposición se sigue de otra, entonces ésta dice más que aquélla, aquélla menos que esta” (5.14).

    Cuando Spinoza hizo distinguir la libertad, del objeto de la voluntad, marcó la eterna crisis de la conciencia ante sí misma como un momento puro, olvidando lo que no era su puridad, el contenido, al igual que Kant; olvidó estudiar el contenido desde sí mismo, en su puridad, no atendiendo a la otra puridad; él, que sabía que los mismos eran los mismos, pero distintos. No en vano, Wilde dijo que sólo los simples no dan importancia a las apariencias.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 29/11/2007 a las 13:11

  7. #7
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    “Es una contradicción palpable decir que la voluntad es libre y prescribirle luego leyes con arreglo a las cuales ha de querer: “¡Deber querer!” Un sideroxilon (hierro de madera). Pero consecuentes con nuestra opinión, la voluntad no sólo es libre, sino omnipotente; no sólo crea su propia conducta, sino su propio mundo; y así como se determina en sus acciones y se configura su mundo, ambos son el conocimiento que la voluntad tiene de sí misma y no otra cosa; y al hacerlo determina las otras cosas, pues fuera de ella no existe nada; y la conducta del hombre y el mundo mismo son voluntad; sólo en este supuesto es verdaderamente autónoma; en cualquier otro es heterónoma.”
    (Arthur Schopenhauer de El mundo como representación y voluntad; Libro cuarto, El mundo como voluntad LIII)

    "Así pues, la diferencia entre las leyes de una naturaleza respecto a la cual la voluntad de halla sometida y las de una naturaleza que se ve sometida a la voluntad (en lo tocante a esa relación que dicha naturaleza guarda con las acciones libres de la voluntad) estriba en que, mientras que para el primer caso los objetos han de ser causas de las representaciones que determinan a la voluntad, para el segundo la voluntad debe ser causa de los objetos, de suerte que esta última causalidad encuentra su fundamento determinante tan sólo en la pura capacidad racional, que por eso mismo puede también recibir el nombre de” razón pura práctica”.
    Así pues, los dos problemas son muy distintos; por un lado, se trata de saber cómo la razón pura puede conocer a priori objetos y, por otro lado, la cuestión consistiría en saber cómo puede dicha razón suponer un fundamento válido para determinar a nuestra voluntad sin mediación alguna, determinando así la causalidad del ente racional con vistas a la realización de los objetos (tan sólo gracias a pensar la validez universal de sus propias máximas en cuanto leyes)."
    (Immanuel Kant de La crítica de la razón práctica A 77)

    Traigo dos reflexiones sobre los objetos de la voluntad “libre” de dos de mis maestros fundamentales. Como he dicho alguna vez, es peligroso tomar las citas de forma independiente, máxime de obras de gran complejidad; pero pueden ser aclaradoras. Por cierto, ese estilo de “facilitar textos” a estudiantes y no obligar a que conozcan las obras en sus detalles, hace críticos irresponsables que ignoran las enormes riquezas que nos dejaron los grandes filósofos como legado. La noción de comentarista no es la misma que la de crítico como proceso creativo. Sin duda, la segunda es una condición ética que trata de soltarse de las cadenas de su estética con miras a proponer nuevas condiciones a esta.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 29/11/2007 a las 09:17

  8. #8
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    “Tenemos más fuerza que voluntad, y a menudo para disculparnos a nosotros mismos suponemos que las cosas son imposibles” (Françis de La Rochefoucauld de Máximas, 30)

    Lo que señala es la “pereza del espíritu” que suele pasear por vías cimentadas que llevan a similares valles. ¡Inmenso es el mundo e ínfimos nuestros corazones!

  9. #9
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    Predeterminado Re: Determinismo y libre albedrío

    “Hay espejos del rostro, no los hay del alma: sea espejo la discreta reflexión sobre sí mismo” (Baltasar Gracián de El arte de la prudencia)

    Ahora, los momentos de causa y efecto, en cuanto a una intencionalidad que los relacione y agrupe bajo un concepto desiderativo, de la especie que sea, serán una inclinación distinta de las anteriores, queriendo una reproducción de la anterior satisfacción de la voluntad o un nuevo deseo. O sea, que el requisito de puridad de los objetos de la voluntad se encuentra sólo en un grado trascendental que, al servir de molde, son la piedra en la que tropezar por segunda vez. Querer es siempre querer, mi viejo amigo.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 29/11/2007 a las 14:46

  10. #10
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    Wink Determinismo y libre albedrío

    Cita Iniciado por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO Ver mensaje
    Agradezco a Emeric el enlace a su tema, que llevaba tiempo interesado en conocer. Su “no es tan libre”, es profundamente parecido a mi estilo de escepticismo, el filosófico.
    De nada, Alberto.

    Independientemente de lo que leemos en la Biblia, yo opino que nuestro libre albedrío, nuestra libertad de elección, son limitad@s por el determinismo genético que ha hecho de nosotros lo que somos al nacer, y también al ir creciendo, y aparte de lo contingente del devenir (contexto social, cultural, religioso, político, etc.) Saludos.

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