Lo que Arieliss acaba de señalar es muy cierto. Y, en ese sentido, la palabra "religión" vuelve a conectarse con su sentido etimológico, el cual es "re-unir, unir de nuevo".
Si las sectas y religiones no conectan a nadie con ninguna divinidad, (es mi opinión como ateo), tienen el mérito de, por lo menos, crear lazos de amistad, cariño, amor, respeto, solidaridad entre sus miembros (aunque en todas partes también hay desacuerdos y "peleítas"). Y eso es muy bueno para las personas que tienden a infravalorarse viviendo aisladamente.
Las actividades que se llevan a cabo en las sectas (culto público, con cánticos, testimonios, predicación, oración, etc.) todo eso reunidos periódicamente en un templo me parece positivo para socializar sanamente. Yo guardo buenos recuerdos de muchas de esas reuniones con mis ex-hermanos pentecostales a quienes quería mucho, y con quienes compartí cosas muy bonitas en lo humano.
Pero, al mismo tiempo, gente así (aislada, pesimista, pusilánime, acomplejada, con baja o poca instrucción escolar, antisociales, enemigas incluso de su propio país, del gobierno, del vecindario o de los mismos familiares) constituye EL TERRENO IDEAL para las sectas.
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