Yo no quiero meter palabras en frascos,
yo quiero escribir mi alma,
y si mi alma no es poesía
y poesía son palabras en frascos:
¿para qué ser poeta después de todo?
Sé que es vana la música del grillo
como alguien antes dijera,
igual de vana es mi "poesía",
igual de útiles mis deseos
de quedarme aquí mañana.
No me pongan guantes,
no me obliguen a subir al tranvía,
esas son cosas que no me corresponden
y que no responden a mi alma;
yo no cuento piernas.
A las cebollas no les encuentro sentido,
¿a mí qué me importan las cenizas de oficina?
Mi alma no sabe de estas cosas,
no sabe de mar y soles y sombras.
Mi alma sólo conoce mi alma
y en ella no existen medidas;
¡quiten de mi vista esos frascos!
mis manos sólo quieren quebrarlos.
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