Sin nombre...
¿Entienden a lo que me refiero
cuando hablo de soledad?
¿Cuando digo que el campo está amarillo
por la fiebre del otoño?
Es primavera ya, lo sé
y la vida renace por doquier,
¿y por qué yo no renazco?
Las aves vienen del sur,
pero ¿de qué sur vienen?
¿De tu sur o del mío?
¿o del sur del sur del sur?
El sur es eterno,
demasiado eterno.
Yo no me comprendo cuando hablo de amor,
y menos cuando hablo de niños y de risas,
pero no es mi culpa,
es culpa del amor,
de los niños
y de la risa.
Yo no me entiendo cuando no te tengo,
es como si yo no fuera yo sin ti en mí,
como si a ese "yo" le faltase algo;
le faltan letras y le sobra una.
¿De qué puedo hablar sin sentirme perdida?
De puntos cardinales no porque me hieren;
de aves no, pues las envidio;
de risas no, pues se me han huido;
de otoño no, porque lo odio;
hablaré entonces de lo que no te me recuerde
aunque sea tarea complicada;
es hora de ir marchando hacia el marfil.
Marcadores