Asi se conquista a una mujer
1. La seguridad en uno mismo es en mi opinión el principal elemento en este juego. Las mujeres NO SOPORTAN un hombre inseguro. El tío más bueno del mundo, cachas, forrado, estrella del rock'n'roll, con todo a su favor, no se comería a la gorda de mi barrio si ésta le pregunta: "A dónde me llevas" y él le responde "Ay... no sé, decide tú".

La mujer, no hagan caso de feministas cincuentonas con el pelo teñido de rojo que se hacen llamar "liberadas" pero que jamás han tenido un orgasmo, conserva en su más íntima naturaleza el instinto de atracción que la llevó a aparearse con el macho dominante de la tribu hace 50.000 años. De forma consciente o inconsciente, ve en él al padre que sacará adelante a su familia, al jefe que liberará a la comunidad del peligro, al portador de los genes que harán de su mutua progenie una estirpe duradera a través de incontables generaciones.

Observen que digo "mostrar" seguridad, no tener. La seguridad se finge. Esto requiere su técnica, pero no es difícil. En una noche ella no tiene por qué llegar a distinguir al verdadero hombre seguro de sí mismo del que sólo se lo hace. Y aquí estamos hablando de ligar una noche, no de otra cosa. Para algo serio no es posible fingir, porque uno no puede ocultarse eternamente tras una identidad ajena. Pero en una noche... en una noche todo es Carnaval, el mundo entero es máscaras.

Así que si quiere usted ligar, hágame caso: fínjase seguro de sí mismo, tan seguro como que el sol saldrá por la mañana. He visto a feos bajitos con barriga llevarse por delante a auténticas esculturas humanas sólo porque les ofrecieron seguridad, les representaron el papel del tipo con las ideas claras que las podría llevar por un buen camino. Y porque las hacían reír, por supuesto. Aquí llegamos al siguiente punto.

2. Si la seguridad del hombre activa en la hembra aquellos genes primitivos que la hacen gritar interiormente "protégeme", su sentido del humor derriba las barreras que toda mujer con más de 18 meses de vida erige ante la presencia de cualquier varón desconocido.

Por alguna oscura razón que la ciencia desentrañará algún día, la mujer aprende pronto a desconfiar del hombre. Quizá son esos mismos genes que la empujan hacia el macho dominante de la tribu los que la alejan del desconocido, del nuevo homínido que pisa su territorio por primera vez.

Cualquiera de ustedes ha experimentado lo que digo cuando, al acercarse a una linda dama en un bar a medianoche, ésta les ha esquivado, de forma más o menos elegante según la educación que haya recibido, poniéndoles cara de pocos amigos, haciéndose la que no oye o, simplemente, refugiándose en su círculo de amigas. (Ésa es la principal razón por la que las mujeres lo hacen todo en grupo, para poder refugiarse en él ante los previsibles ataques externos).

Para sortear esta barrera que las mujeres traen de serie, el sentido del humor es sin duda la herramienta más poderosa. Cuando a uno le hacen reír se siente más relajado, baja las defensas y, sobre todo, abre una ventana a la confianza. (Eso nos ocurre a todos, pero en los hombres no es un factor que influya para ligar porque nosotros estamos dispuestos a ello por definición, no pedimos que hagan méritos). Si un hombre consigue despertar la risa del objeto de su cacería ésta le consiente acceder a su invisible círculo de protección, donde nadie entra sin permiso. La risa es el salvoconducto universal.

Claro que Juan Tamariz tiene pocas opciones de ligar. Otros elementos influyen en el éxito del cazador.

3. El físico es el más evidente.

Aunque no tanto como a los hombres, a las mujeres les atrae el físico del sexo opuesto. Esto es algo evidente y sólo precisa la siguiente aclaración:

Mientras que en el caso de un hombre todo lo que hace falta para irse a la cama con una mujer es que ésta sea bonita, para una mujer dicha condición en el hombre puede llegar a ser necesaria, pero en ningún caso suficiente. Comparemos dos situaciones imaginarias:

Si Brad Pitt entra en un bar de Madrid a las 2 de la noche todas las mujeres babearán al verlo. Sin embargo, si al hablar con ellas descubren que es un zopenco, o les falta al respeto, o dice algo que les disgusta profundamente, éstas dejarán de encontrarlo atractivo y perderán por completo el interés en él.

Si entra Scarlett Johansson en un bar de Madrid a las 2 de la noche todos los hombres babearán al verla. Cuando, al hablar con ella, descubran que es una zopenca, ella les falte al respeto, insulte a sus madres, exhiba una pésima educación, demuestre ser una ignorante en cualquier asunto del que se trate, diga todas las estupideces concebibles y aún más, beba hasta perder el conocimiento y vomite encima de sí misma, todos esos hombres seguirán haciendo lo imposible por llevársela a la cama. Está buena, y punto.

Esto es así desde que el mundo es mundo. Si una mujer odia a un hombre jamás se acostará con él. Si un hombre odia a una mujer que está buena, el hombre estará dispuesto a tirársela. Incluso con más ganas.

4. La experiencia. Aquí es donde los hombres maduros ganan terreno.

Las mujeres no quieren principiantes. Quieren hombres con las ideas claras, que sepan lo que hacen, que tengan el control de su propia vida y no estén afectados por la indecisión. Nada hay que repugne más a una mujer que el hombre que no sabe a dónde va. Los jóvenes, salvo excepciones, están perdidos, y por esa razón las mujeres no se interesan en ellos.

No se molesten en traer al caso parejas formadas por hombre joven-mujer vieja. A cada una de ellas les rebatiré con cinco formadas por hombre viejo-mujer joven.

Al hombre la experiencia de la mujer le trae al fresco. O peor, le molesta. Un hombre sueña con ser el primero que haya conocido su mujer. Una mujer sueña con ser la última que conozca su hombre.

Que la experiencia sea tan importante para la mujer se debe, ni más ni menos, a que ella quiere que el hombre la lleve. Y sólo un hombre con experiencia puede llevar a una mujer.


5. Dependencia e independencia
Las discusiones feministas sobre la independencia de la mujer carecen de sentido. La mujer siempre ha sido dependiente del hombre en un sentido e independiente en otro. Presten atención, que esto es lo más importante. Feministas y hombres acomplejados dejen de leer aquí:

Una mujer es un ser que busca un barco al que subirse. En ese barco ella espera que haya un buen capitán, un hombre capaz. La mujer no quiere viajar sola bajo ningún concepto, y por supuesto no quiere viajar en un barco inseguro o al mando del cual se encuentre un incompetente. Olvídense de la retórica feminista, es falsa. Una mujer está siempre esperando a que aparezca su capitán, un hombre que guíe la nave en la que ella va a cruzar los mares. El hombre debe saber dirigir la embarcación y no dudar en caso de tempestad. Ella acepta que él lleva el timón. En este sentido la mujer es dependiente del hombre.

Sin embargo eso no quiere decir que la mujer se monte en cualquier barco. Ni mucho menos. Una mujer elige muy bien dónde se sube y, lo que es más importante, quiere que el hombre la lleve... a donde ella quiere. Él debe dirigir el barco pero ella marca el rumbo. La mujer sabe perfectamente a dónde quiere ir, y se montará en el barco que la lleve allí. En este sentido el hombre es dependiente de la mujer porque si se desvía del rumbo que ella desea, ella saltará por la borda.