El hilo del link es ya muy largo y retomarlo todo es imposible. Continuemos aquí.
La Biblia tiene muchas historias de ese Dios, tan amoroso, tan accesible y lleno de buenas cualidades. Como sé que te gustan, te cuento dos. Recuerda seguir tu propio consejo y leerlas con "mente abierta, sin ideas preconcebidas".
Después de tener durante dando vueltas por el desierto a medio millón de personas, sólo para castigar una duda de Moisés, Yahveh permite a Josué que se apodere por fin de la tierra que había prometido trescientos años antes a Abrahm. Gracias a una cuidada teatralización puesta en escena por los sacerdotes, caen las murallas de Jericó. Siguiendo órdenes de Yahveh, los hebreos pasan a hierro y fuego todo ser vivo, excepto a una prostituta que los había ayudado, traicionando a su nación. Las riquezas las hicieron anatema, que quiere decir que los particulares no podían apoderarse de ellas, sólo los sacerdotes que gestionaban el tesoro de Yahveh. Pero [Jos 8:]
"1 Karmí, hijo de Zabdí, hijo de Zéraj, de la tribu de Judá, se quedó con algo del anatema y la ira de Yahveh se encendió contra los israelitas".
¿Hay algún momento, en que la ira de ese Dios tan bondadoso, accesible, amoroso y justo no esté encendida contra alguien, contra alguien? Contra Adán y Eva, contra Caín, contra toda la toda la humanidad, contra Sodoma y Gomorra, contra los egipcios, contra los cananeos, y en los intermedios contra los hebreos.
Pues bien, la ira del bondadoso y accesible Yahveh se encendió contra los israelitas y dejó de ayudarles a matar enemigos (esos enemigos a los que mil años más tarde ordena amar) y los enemigos los mataban a ellos. Pero como Yahveh es es un dios justo además de bondadoso y lleno de buenas cualidades, le explicó a Josué que era a causa del anatema. José hizo apedrear a Karmí con sus hijos e hijas y quemar sus bienes.
"Así Yahveh se calmó del furor de su cólera" (Jos 8: 26).
Ahora, de nuevo con el favor del bondadoso Yahveh y por orden suya los hebreos arrasaron sin dejar a nadie con vida las ciudades de Ay:
Jos 8: 24 Cuando Israel acabó de matar a todos los habitantes de Ay en el campo y en el desierto, hasta donde habían salido en su persecución, y todos ellos cayeron a filo de espada hasta no quedar uno, todo Israel volvió a Ay y pasó a su población a filo de espada. 25 El total de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue 12.000, todos los habitantes de Ay.
No está nada mal, doce mil en un día, de los cuales dos terceras partes o quizas la mitad serían mujeres. Los niños ni los cuentan, le debió dar vergüenza a Yahveh inspirárselo al hagiógrafo.
Si preguntamos a los creyentes cuál fue el delito por el que Yahveh destruyó con tanta saña, crueldad y sadismo a estas y otras ciudades, la respuesta es: Yahveh es justo y bondadadoso. Con dioses así, ¿quien necesita demonios?
Eso es sólo una parte de lo que Yahveh hizo. La parte de lo que le gustaría hacver a Yahveh, ahora llamado Padre, la podemos leer en el NT.
1 Pedro:
10 El Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día, los cielos, con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá. 11 Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad, 12 esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán?
Apoc 6:
3 Cuando [el Cordero] abrió el segundo sello ... 4 Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande. ... 7 Cuando abrió el cuarto sello ... 8 ... había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba Muerte, y el Hades le seguía. Se les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra. .... 12 ... Cuando abrió el sexto sello, se produjo un violento terremoto; y el sol se puso negro como un paño de crin, y la luna toda como sangre, 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera suelta sus higos verdes al ser sacudida por un viento fuerte; 14 y el cielo fue retirado como un libro que se enrolla, y todos los montes y las islas fueron removidos de sus asientos; ... 17 Porque ha llegado el Gran Día de su cólera y ¿quién podrá sostenerse?»
La
cólera de Dios es la constante a lo largo de toda la Biblia. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Yahveh es un dios de ira, un dios colérico. Sólo lo apacigua la sumisión total a sus mandatos, la mayor parte irracionales.
Dios no existe. Ni el de la Biblia, ni el de los Concilios ni el del Corán, pero sus creyentes sí.
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