Es por todos sabido que muchas veces ha habido religiones supuestamente cristianas que han declarado o aprobado la guerra en el nombre de Dios. Y mucha gente cree que Dios permite tomar las armas cuando el objetivo es lograr la libertad, y para justificarse ponen como ejemplo las guerras que se relatan en las Escrituras Hebreas (llamadas comúnmente Antiguo Testamento). ¿Es correcta tal interpretación de la Palabra de Dios?
Un repaso cuidadoso de lo que dicen las Escrituras, estudiadas como un todo y sin sacar las palabras de su contexto, indican que no.
Es cierto, en el pasado Dios autorizó directamente a Israel a efectuar ciertas guerras. ¿Por qué? Porque como Creador y Soberano Supremo del universo, no solo tiene el derecho LEGITIMO de ejecutar o autorizar la ejecución de los desaforados y de guerrear contra todos los obstinados que rehúsan obedecer sus justas leyes, sino que, además, la justicia le obliga. Por lo tanto, Jehová obró con justicia al destruir a los inicuos en el Diluvio, a Sodoma y Gomorra, a las fuerzas de Faraón, y en Canaán (utilizando a la nación de Israel). (Gé 6:5-7, 13, 17; 19:24; Éx 15:4, 5; Deuteronomio 20:1-4; 2Pe 2:5-10; Jud 7.) Y la Biblia menciona “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”, o “Har–Magedón”. Pero esta guerra no es una contienda humana, sino una destrucción selectiva de los malhechores que Dios efectuará. De modo que no se puede utilizar el Har–Magedón para justificar los conflictos actuales ni para concluir que Dios los bendice (Apocalipsis 16:14, 16; 21:8 ).
¿Qué demuestran estos hechos? Que los enfrentamientos relatados en la Biblia no justifican los conflictos de la actualidad, que ni cuentan con la dirección de Dios ni obedecen a una orden suya.
La noche que detuvieron a Jesús, el apóstol Pedro intentó defenderlo con un arma mortífera. Pero el Hijo de Dios lo reprendió: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada” (Mateo 26:52). Los cristianos se negaron a servir en las legiones romanas del emperador, por lo que muchos de ellos fueron ejecutados. ¿Por qué mantuvieron una postura tan impopular? Porque Jesús les enseñó a ser pacificadores.
Cuando estuvo en la Tierra, Jesús enseñó a sustituir el odio por amor altruista al dar el siguiente mandamiento: “Que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes” (Juan 15:12). También dijo: “Felices son los pacíficos” (Mateo 5:9). De modo que los cristianos debemos fomentar la paz, NO la guerra, y promover activamente la buena voluntad.
De modo que si alguien llamandose cristiano emprende guerras carnales, tal modo de actuar iría en contra de los principios cristianos. Quienes verdaderamente obedecen al Dios de la Biblia no causan daño a nadie, ni siquiera a sus enemigos (Mateo 5:43-45).
Por tanto, vista la evidencia en conjunto, y teniendo bien presente lo analizado, solo podemos llegar a una conclusión inevitable: Dios no bendice ni aprueba ninguna de las guerras carnales que pelean en la actualidad los seres humanos.
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