Ya- Es bastante largo pero bien documentado, asi que te sugiero que te tomes tu tiempo:
[SIZE=2][SIZE=2]La
[/SIZE][/SIZE][SIZE=2][SIZE=2] cuenta bíblica del tiempo. Es obvio que los antiguos registros extrabíblicos deben usarse con cautela. Se sabe que son inexactos en muchos asuntos, y es muy improbable que sus cronologías no se hayan visto afectadas por esas inexactitudes. Por otro lado, la Biblia ha demostrado ser verdadera en todos los campos del saber que trata, ofreciendo, con diferencia, el cuadro más exacto de los tiempos antiguos que abarca. Su cronología también es confiable. (Véase BIBLIA [Autenticidad].)
Cuando se calculan períodos bíblicos de acuerdo con los métodos de fechar modernos, se debe tener presente que la numeración cardinal y ordinal difieren. Los números cardinales —tales como 1, 2, 3, 10, 100, etc.— expresan un valor entero, mientras que los ordinales —tales como tercero, quinto, vigésimo segundo, etc.— son los que expresan el lugar que algo ocupa en una serie. Por lo tanto, cuando se emplean números ordinales, es necesario restar uno para obtener el número completo. Así, al referirnos al “año decimoctavo de Nabucodonosor”, el término “decimoctavo” es un número ordinal y representa diecisiete años completos más algunos días, semanas o meses (el tiempo que haya transcurrido desde el final del año 17). (Jer 52:29.)
Cuando se calculan los años que han pasado desde una fecha “a. E.C.” a una de la “E.C.”, se debe tener presente que desde el 1 de octubre del año 1 a. E.C. al 1 de octubre del año 1 E.C. hay solo un año, y no dos, como puede verse en el siguiente diagrama:
a. E.C. E.C.
2 1 1 2
1 de oct. 1 de oct.
Esto se debe a que los años de las fechas tienen un valor ordinal. Por consiguiente, desde el 1 de octubre del año 2 a. E.C. (la fecha aproximada del nacimiento de Jesús) hasta el 1 de octubre de 29 E.C. (la fecha aproximada del bautismo de Jesús) hay un total de treinta años, es decir: un año y tres meses, tiempo que corresponde al período anterior a la era común, más veintiocho años y nueve meses, espacio de tiempo que pertenece al período de la era común. (Lu 3:21-23.)
Desde
la creación del hombre hasta el presente. Los historiadores modernos son incapaces de determinar una fecha fija para el comienzo del “período histórico” de la humanidad. Sea que investiguen en la historia de Asiria, Babilonia o Egipto, a medida que se adentran en el II milenio a. E.C., la cronología se hace cada vez más incierta e inestable, y ya en el III milenio se encuentran con un panorama confuso y oscuro. Por otro lado, la Biblia suministra una historia coherente que permite contar metódicamente el tiempo hacia atrás hasta llegar al comienzo de la historia humana. Este cómputo puede realizarse gracias a las referencias bíblicas a determinados períodos de tiempo extensos, como los cuatrocientos setenta y nueve años completos que transcurren desde el éxodo hasta el comienzo de la construcción del templo durante el reinado de Salomón. (1Re 6:1.)
Para ello debemos emplear un punto fijo o fecha absoluta como punto de partida, es decir, una fecha en la historia que sea aceptada por su firme respaldo y que corresponda con un acontecimiento específico registrado en la Biblia. Partiendo de esta fecha absoluta podemos calcular hacia atrás o hacia adelante y fechar según el calendario actual los muchos acontecimientos referidos en la Biblia.
Una de estas fechas de convergencia entre la Biblia y la historia seglar es el año 29 E.C., cuyos primeros meses coincidieron con el decimoquinto año de Tiberio César, nombrado emperador por el senado romano el 15 de septiembre de 14 E.C. (calendario gregoriano). En el año 29, Juan el Bautista comenzó su predicación y posiblemente seis meses más tarde bautizó a Jesús. (Lu 3:1-3, 21, 23; 1:36.)
Otra fecha que puede considerarse como absoluta es el año 539 a. E.C., apoyado por varias fuentes históricas como el año de la caída de Babilonia ante Ciro el persa. (Entre estas fuentes históricas sobre el reinado de Ciro están Diodoro, Africano, Eusebio y Tolomeo, así como también las tablillas babilonias.) El decreto para la liberación de los judíos se dio durante el primer año del reinado de Ciro. Y, como se expuso en el artículo sobre Ciro, es muy probable que este decreto se expidiera en el invierno de 538 o hacia la primavera de 537 a. E.C., lo que permitiría que los judíos hicieran los preparativos necesarios, efectuaran el viaje de cuatro meses de regreso a Jerusalén y tuvieran tiempo de llegar para el séptimo mes (Tisri, aproximadamente el 1 de octubre) de 537 a. E.C. (Esd 1:1-11; 2:64-70; 3:1.)
Usando estas fechas absolutas podemos relacionar una gran cantidad de acontecimientos bíblicos con fechas específicas del calendario. A continuación se ofrece el esquema de fechas principales que sirve de base para dicha cronología:
Sucesos Fecha Período
entre sucesos
Desde la creación de Adán 4026 a. E.C.
Hasta el comienzo del Diluvio 2370 a. E.C. 1.656 años
Hasta la validación del pacto
abrahámico 1943 a. E.C. 427 años
Hasta el éxodo de Egipto 1513 a. E.C. 430 años
Hasta el comienzo de la
construcción del templo 1034 a. E.C. 479 años
Hasta la división del reino 997 a. E.C. 37 años
Hasta la desolación de Judá 607 a. E.C. 390 años
Hasta el regreso de los judíos
del cautiverio 537 a. E.C. 70 años
Hasta la reconstrucción de los
muros de Jerusalén 455 a. E.C. 82 años
Hasta el bautismo de Jesús 29 E.C. 483 años
Hasta la actualidad 1990 E.C. 1.961 años
Total de años transcurridos
desde la creación de Adán
hasta 1990 E.C. 6.015 años
¿Cómo se ha elaborado esta cronología partiendo de los datos bíblicos y, en algunos casos, de la historia extrabíblica? A continuación explicamos cómo se ha calculado cada uno de los períodos de tiempo indicados.
Desde
la creación de Adán hasta el Diluvio. Los 1.656 años de este período se basan en el registro de Génesis 5:1-29 y 7:6. Pueden desglosarse como se ve en el siguiente recuadro.
Desde la creación de Adán
hasta el nacimiento de Set 130 años
Luego, hasta el nacimiento de Enós 105 años
Hasta el nacimiento de Quenán 90 años
Hasta el nacimiento de Mahalalel 70 años
Hasta el nacimiento de Jared 65 años
Hasta el nacimiento de Enoc 162 años
Hasta el nacimiento de Matusalén 65 años
Hasta el nacimiento de Lamec 187 años
Hasta el nacimiento de Noé 182 años
Hasta el Diluvio 600 años
Total 1.656 años
Las cantidades que se han indicado para el período antediluviano se encuentran en el texto masorético, texto en el que se basan las traducciones modernas de las Escrituras Hebreas. Estas cantidades difieren de las que se hallan en la Septuaginta griega, pero el texto masorético ha demostrado ser más confiable.
La obra Commentary on the Holy Scriptures (de Lange, 1976, “Genesis”, pág. 272, nota) dice: “No hay duda de que las pruebas internas favorecen al texto hebreo por su consecuencia proporcional. Se ve que las cifras de la LXX siguen un plan al que han sido conformadas. Esto no se aprecia en el texto hebreo, lo que hace que se le pueda considerar un auténtico registro genealógico [...]. Sobre la base fisiológica, también ha de preferirse el hebreo; como la duración de la vida no requiere de ningún modo una madurez tan tardía como esas cifras [de la Septuaginta] parecerían indicar [...], los cien años que la Septuaginta añade en cada caso demuestran un intento deliberado de conformarlas a unas proporciones más normales, basadas en alguna supuesta noción fisiológica [...]. A todo esto debe añadirse que el hebreo tiene mejores credenciales para ser considerado el texto original debido al escrupuloso y, a veces, supersticioso, cuidado con el que se ha conservado textualmente”.
Aunque los historiadores modernos suelen extender la existencia humana sobre la tierra mucho más allá de 4026 a. E.C., los hechos no concuerdan en absoluto con tal postura. Los miles de años de “prehistoria” cuya existencia defienden se basan en la especulación, como puede verse por la siguiente declaración que hizo el eminente científico Dr. P. E. Klopsteg, quien dijo: “Acompáñeme, si lo desea, a una excursión especulativa por la prehistoria. Supóngase la era en la que la especie ‘sapiens’ surgió del género ‘homo’ [...], salte varios milenios desde el tiempo en que la información de que disponemos depende en su mayor parte de la conjetura y la interpretación hasta la era de las primeras inscripciones, de las que se pueden extraer algunos datos” (cursivas nuestras). (Science, 30 de diciembre de 1960, pág. 1914.)
El período postdiluviano comienza en el año 2369 a. E.C. Aunque algunos piensan que ciertos escritos pictográficos pertenecen al período que va de 3300 a 2800 a. E.C. (New Discoveries in Babylonia About Genesis, P. J. Wiseman, 1949, pág. 36), en realidad estos documentos no están fechados; la edad que se les atribuye se basa tan solo en conjeturas arqueológicas.
Aunque en ocasiones se ha recurrido a la técnica de fechar con radiocarbono (C14), este método tiene claras limitaciones. La revista Science del 11 de diciembre de 1959 dijo al respecto: “El caso que parece que llegará a convertirse en un ejemplo clásico de ‘irresponsabilidad del C14’ es el de la aldea prehistórica de Jarmo, en el nordeste de Irak. Se han atribuido once diferentes fechas a esta aldea con una diferencia máxima entre ellas de seis mil años, mientras que, sobre la base de todos los indicios arqueológicos, no fue ocupada por más de quinientos años consecutivos”. En realidad, no existe prueba sólida que favorezca una fecha anterior a 2369 a. E.C. para el comienzo de la sociedad humana postdiluviana.
Desde
2370 a. E.C. hasta el pacto abrahámico. El esquema cronológico para este período puede resumirse así:
Desde el comienzo del Diluvio
hasta el nacimiento de Arpaksad 2 años
Luego, hasta el nacimiento de Selah 35 años
Hasta el nacimiento de Éber 30 años
Hasta el nacimiento de Péleg 34 años
Hasta el nacimiento de Reú 30 años
Hasta el nacimiento de Serug 32 años
Hasta el nacimiento de Nacor 30 años
Hasta el nacimiento de Taré 29 años
Hasta la muerte de Taré, cuando Abrahán
tenía setenta y cinco años de edad 205 años
Total 427 años
Estos datos se hallan en Génesis 11:10 a 12:4. La expresión “después del diluvio” (Gé 11:10), que se emplea con relación al nacimiento de Arpaksad, lógicamente se refiere a la caída de las aguas, suceso que marcó el comienzo del Diluvio (2370 a. E.C.), y no simplemente al período posterior durante el que las aguas permanecieron sobre la superficie de la tierra por algún tiempo. La palabra hebrea para “diluvio” también transmite esta idea. (Compárese con Gé 6:17; 7:4-6, 10-12, 17; 9:11.)
En el registro bíblico no se da la fecha en la que se intentó construir la Torre de Babel. Génesis 10:25 señala que la división que resultó de la confusión de lenguas ocurrió durante ‘los días de Péleg’. De esto no se infiere necesariamente que este acontecimiento ocurriera al tiempo del nacimiento de Péleg. La expresión “en sus días” indica en realidad que la división tuvo lugar, no al tiempo del nacimiento de Péleg o justo después, sino durante el transcurso de su vida, desde 2269 a 2030 a. E.C. Si cada varón postdiluviano hubiera empezado a tener hijos a los treinta años de edad a un promedio de uno cada tres años (lo que daría un hijo varón cada seis años) hasta la edad de noventa años, la población pudiera haber crecido hasta un total de 4.000 varones adultos en un período de ciento ochenta años desde el fin del Diluvio (es decir, en 2189 a. E.C.). Un cálculo moderado como el que acabamos de mencionar sería suficiente para explicar la construcción de la torre y la dispersión de la gente.
Jehová debió dar validez a lo que ha llegado a conocerse como el pacto abrahámico cuando Abrahán cruzó el Éufrates camino de la tierra de Canaán. Como partió de Harán y entró en Canaán después de la muerte de Taré, la fecha de la validación de ese pacto se fija en 1943 a. E.C. (Gé 11:32; 12:1-5.)
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